Capítulo 3

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-¡Ameliaaaa!- soltó la rubia cuando la otra chica entró en la tienda de acampar y la cerró tan rápido que Luisita se quedó fuera.

-Aquí dormiré muy bien- dijo en voz alta la chica de los rizos burlándose de Luisita que aún estaba afuera.

-¡Ya verás!- Luisita entró y se abalanzó a las costillas de Amelia para hacerle cosquillas hasta que las dos terminaron tiradas en la lona de la tienda sumergidas en un mar de risas.

Después de un rato cuando las dos lograron recuperar la respiración encendieron las linternas, organizaron sus cosas y desenrollaron sus bolsas para dormir. 

-Amelia, ¿hay algún problema si coloco mi sleeping junto al tuyo?

-Ningún problema Luisita.

La rubia se aseguró de acercar lo suficiente las bolsas de dormir, tenía miedo de pasar la noche  en medio del bosque, pero definitivamente no  iba a decírselo a Amelia, la joven  ya había hecho suficiente por ella.

Amelia se sentó sobre su saco para dormir, jaló la mochila, sacó un suéter, se quitó la chamarra y dejó entrever parte de su tonificado cuerpo, Luisita no pasó desapercibido los movimientos de la morena y mucho menos la piel que se asomó cuando Amelia levantó los brazos para deslizar el suéter por su hermoso cuerpo.  

-Necesito dormir - la voz de Amelia sorprendió a la rubia quien rápidamente enfocó la mirada en otro sitio que no fuera la piel de la chica de los rizos.

-Estoy rendida, seguro caeré como un tronco- expresó Luisita tratando de sacar de su mente la imagen del sexy cuerpo de la morena.

-Anda Luisita Gómez vamos a dormir- Amelia apagó su linterna, se giró dándole la espalda a la rubia, se acomodó en el sleeping, colocó un brazo bajo su cabeza y cerró los ojos. La rubia no tuvo otra opción que imitar las acciones de la  morena e intentar dormir.

-¿Amelia?

-¿Qué pasa Luisita?

-No puedo dormir...

Amelia se dio media vuelta y se encontró a una Luisita sin ningún atisbo de querer dormir.

-¡Pero mujer, todo el día llevas diciendo que estabas muy cansada!- dijo Amelia en tono adormilado y con deseo de descansar.

-Ya Amelia, lo sé, pero es que tengo hambre, no hemos comido nada.

Justo en ese momento el estómago de la rubia crujió dando señales de que necesitaba alimento.

-¡Lo vez Amelia!-Luisita colocó sus manos en el abdomen con una sonrisa traviesa.

-¡Es enserio Luisita!- Amelia dejó escapar una carcajada al escuchar crujir el estómago de la rubia pidiendo que lo alimentaran.

Amelia estiró su mano para encender la linterna, hurgó en su mochila hasta encontrar una barra de chocolate que había guardado la noche anterior para el viaje.

-¿Esto calmará tu hambre?-  la mirada de Luisita era la de una niña esperando con ansias que le entregaran su golosina preferida.

-¡Amelia, eso es un chocolate!

-¿Qué pasa, lo quieres?- preguntó la de los rizos divertida por la expresión de la rubia.

-¡Pues claro que lo quiero!

-¡Tendrás que conseguirlo!

Luisita hizo malabares con las manos para alcanzar el dulce pero Amelia lo alejó rápidamente.

-Antes de entregártelo tienes que prometerme algo.

-¿Prometerte algo? - expresó incrédula Luisita.

Contigo siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora