Capítulo 18

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-Y aún queda una sorpresa más cariño.

Melissa se acurrucó en el hombro de Luisita para admirar las luces de colores en el cielo.

-Buahhh- la niña bostezó.

-¿Vamos a dormir cariño?- preguntó Amelia.

-No, no, no- dijo cubriendo con su manita otro bostezo.

-Vamos peque, debes estar ya cansada después de jugar todo el día.

-Pero no quiero ir a dormir- dijo con nostalgia.

Las chicas notaron el tono triste de la niña, se miraron y de inmediato comprendieron lo que sucedía.

-¿Por qué no quieres ir a dormir Mel?

La pequeña abrazó a Luisita y escondió el rostro en su cuello.

-Porque la hermana Nieves dijo que mañana regresamos a la casa hogar y si me voy a dormir ya no voy a poder estar con Luisita y contigo Amelia.

Aunque las chicas ya habían imaginado el  momento de la despedida fue hasta entonces con las palabras de la niña  que sintieron cómo su corazón se paralizaba ante el inminente adiós que se acercaba.

-Peque, tú regresarás mañana a la casa hogar pero en cuanto nosotras regresemos Amelia irá a verte.

-¿Y tú Luisi, me visitarás?- la niña levantó el rostro para obtener una respuesta.

Amelia sintió un escalofrío en todo el cuerpo, Melissa esperaba una respuesta por parte de la rubia tanto como ella, las dos tenían en cierta forma la misma duda.

-Peque- Luisita fijó su mirada en los hermosos y traviesos ojos color miel de la niña-. Tal vez...

-¡Amelia!- un grito de la religiosa impidió que Luisita terminara de responderle a la niña.

En cuanto la mujer estuvo cerca percibió en el rostro de Amelia un poco de frustración, no era necesario preguntar a qué se debía, estaba segura que había llegado en un mal momento y que definitivamente estaba interrumpiendo algo importante.

-¡Hola chicas!- exclamó avergonzada -. Siento haber interrumpido.
-Descuida Nieves, no pasa nada- contestó Amelia decepcionada por no haber escuchado la respuesta de Luisita.

-Traigo lo que me pediste Amelia- la religiosa le entregó una mochila-. Te sugiero que se vayan ahora, todos están distraídos con los fuegos artificiales- señaló con la mirada el sitio donde estaban los niños y los universitarios.

-¿Irnos, a dónde Amelia?- cuestionó la rubia.

-¿No le dijiste?

-Noooo, ¿recuerdas?, es una sorpresa Nieves.

-Ups... olvidé ese detalle- se cubrió la boca con una mano-. Bueno pero no le dije a Luisita que la llevarás a...-Amelia le propinó un golpe en las costillas con el codo-. ¡Auch!- se quejó.

-¡Te lo mereces por indiscreta!

-Ya, ya, mejor cierro la boca y me voy antes de que termine con una costilla rota- sonrió -. Amelia, las estaré esperando, ahhh y por favor cuiden muy bien a esta pequeña torbellino- besó la frente de la niña.

-Por supuesto Nieves, la cuidaremos muy bien, no te preocupes- Amelia acarició la mejilla rosada de la pequeña.

La religiosa siguió una estrecha vereda para reunirse con los demás.

-¿Amelia, nos dirás a dónde vamos?

La ojiverde se acercó a Luisita para decirle al oído lo que tenía planeado para esa noche, no quería que Melissa se enterara.

Contigo siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora