Capítulo 8

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Amelia estaba feliz por el triunfo de  Luisita y su equipo, cuando finalizó el partido tuvo un deseo incontenible de tener a la rubia entre sus brazos y poder felicitarla por haber ganado, pero sabía que si se acercaba a ella no podría contener sus emociones  frente a todos los ahí presentes y de ninguna manera quería que Benigna o Natalia se dieran cuenta de la conexión que había surgido entre ella y Luisita, de ser así, la rubia sería expulsada del programa y no tendría los créditos extra para aprobar la asignatura que la tenía en el campamento. Los monitores tenían prohibido relacionarse sentimentalmente con los estudiantes, así que tomó la decisión de alejarse y más tarde buscaría la forma de estar a solas con la chica de los ojos miel.

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En el terreno de juego quedaban ya pocos chicos, la mayoría se había dispersado en los alrededores del campamento.

-¡Sabía que anotarías ese gol Luisita, siempre has sido buenísima, cuando se lo cuente a tu padre no va a parar de gritar de la emoción!- decía Marina mientras caminaban hacia su cabaña.

-¡Estaba muerta de los nervios!-se cubrió la cara con las manos-. Pero cuando...- cortó la frase.

-Cuando viste a Amelia ¿cierto?- completó Marina.

-Sí, su mirada me dio la seguridad que necesitaba.

-Luisita, ahora si me estás preocupando, ¿estás bien?- jugando pasó una mano por la frente de su amiga para comprobar que no tenía fiebre.

Luisita empujó suavemente a la chica y se soltó a reír con ella.

-Cuando terminó el partido la busqué pero al parecer no le importó que ganáramos, todos se acercaron a felicitarnos menos ella, se fue Marina- dijo con un atisbo de tristeza.

-Deja de pensar eso Luisi, todavía tiene muchas cosas que supervisar, mañana llegan los niños- explicó tratando de buscar una excusa para alentar a su amiga.

-No Marina, no trates de disculparla, todo está listo para la llegada de los niños, por eso  nos dieron el día libre.

-Anda, mejor entra ya y toma tus cosas para ducharte que madre mía apestas- se cubrió la nariz.

-Así que apesto eh, ya verás Marina- Lusita persiguió a su amiga para abrazarla, Marina corrió a esconderse en su cabaña para escapar de los abrazos sudorosos de la rubia.

-Ve a ducharte rubia, yo me quedo aquí a descansar un rato, estoy muerta, desde las cinco de la mañana no he parado ni un segundo- comentó Marina que ya se había recostado en la cama.

Luisita se quitó la playera y la lanzó a la cara de su amiga.

-¡BUAAG! Esto si que apesta Luisita. Se quejó tomando la playera con las yemas de los dedos para tirarla al suelo.

-Te lo mereces- la rubia soltó una carcajada y salió de la cabaña rumbo a las regaderas.

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No había nadie en las duchas, al parecer todos estaban disfrutando del hermoso día que hacía fuera. Luisita colgó su toalla en el gancho pegado a la pared, giró la llave para permitir la salida del agua tibia de la regadera, dejó su cuerpo descansar varios minutos bajo las gotas cristalinas de la ducha  que suavemente acariciaban su preciosa piel. Cuando terminó de quitar la espuma de su cuerpo se enredó en la toalla y caminó hacia los vestidores.

-¡AMELIA!- gritó Luisita al ver a la morena completamente desnuda frente a ella.

-¡Mujer!, ¿qué haces aquí?, pensé que no había nadie!- Amelia agarró su toalla y se envolvió rápidamente en ella.

Contigo siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora