Capítulo 25

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-Dime que esto es cierto- exclamó Luisita sin separar los labios de la boca de Amelia.

-Lo es Luisi- dijo con voz entrecortada antes de volverse a perder en los labios de la rubia.

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-Amelí, tengo que irme- hundió el rostro en el cuello de la morena-. Mañana  salgo temprano a casa de mis padres.

-¿Por qué justo ahora Luisi?- se abrazó al cuerpo de la chica.

Luisita se dedicó a besar el cuello de Amelia mientras hablaba.

-Mis padres me esperan- pronunció con voz ronca provocada por  el sabor dulce y exótico de la doctora Ledesma.

-Pero... Luisi...mmmm...- soltó un sexy gemido al sentir un mordisco en el cuello-. No puedes dejarme así...

-¿Así cómo Amelí?- sonrió pícara.

-Luisi, que acabo de probar tus besos y...- levantó una ceja. La rubia se moría cada vez que veía ese gesto en Amelia.

-¿Y...?- miró los explosivos ojos verdes de la morena.

-¡¿Y qué?!- expresó asombrada-. Dime cómo voy a hacer para sobrevivir tantos días sin ellos.

-Mmmmm...- se mordió el labio inferior-. ¿Así que te gustaron mis besos?- soltó una risita mientras se acercaba al rostro de Amelia sin quitar la mirada de sus labios.

-Luisi... tu piensas volverme loca ¿verdad?- sintió como el corazón comenzaba a acelerarse cuando Luisita recorrió sus labios con la punta del pulgar.

-Tal vez...- sonrió y se alejó para tomar la chaqueta que estaba tirada a un costado del sofá.

-¡Luisi!- levantó la voz y se puso en pie en cuanto vio a la rubia alistarse para salir de su apartamento.

-Nos vemos pronto Amelí- se le dibujó una sonrisa mientras giraba la perilla de la puerta.

-¡Alto ahí señorita!- detuvo la mano de Luisita para evitar que abriera la puerta.

-¿Necesita algo doctora Ledesma?- se giró para quedar frente a Amelia.

-Sí...- colocó las dos manos sobre la puerta impidiendo que la rubia se escapara.

-Dígame, ¿en qué puedo ayudarla?- sonrió sin dejar de mirar provocativamente a Amelia.

-Me parece que usted ya lo sabe señorita- se acercó tanto a Luisita que podía percibir su tibia  y agitada respiración.

-Necesito que me lo diga doctora Ledesma.

-Necesito... ¡tus besos!

-Los tendrá- hizo una pausa-. Dentro de un par de semanas- pronunció juguetona.

-¡Madre mía! ¿Cómo haces para tenerme así Luisi?- suspiró.

-Sólo es el encanto de Luisita Gómez- dejó escapar una sonora carcajada.

-Pues déjame decirte que he caído en el encanto de Luisita Gómez y ahora no sé cómo salir de ahí, y mucho menos ahora. Tus besos... Luisi... tus besos...- pronunció en un susurro.

Contigo siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora