Es sólo un roce de labios lo que tienen de distancia.
No es como que hiciera la gran diferencia.
Pero ocurre que las dos están en esta situación, y ambas son adolescentes irremediables.
Min sabe que en un pestañeo ella es maleaba a dejarse hacer, ¿por qué llegó aquí en primer lugar? ¿por qué actuar de la manera contraria a la que se había dispuesto con esta chica? Honestamente ella vuelve borrosas todas las líneas.
Roseanne puede compararse con un árbol de navidad a lo que brillo rojo se trata, ha esperado por otro de estos pequeños momentos desde que Min la dejó atónita y colorada en aquel cubículo.
Sólo un poco más...
—Tan hermosa... —murmuran los labios agrietados de Rosé, muy, lentamente, sintiendo ambas palabras.
La mandíbula de la colorada tiembla, quiere tocar, ir más allá de lo que se creería estipulado para una persona como ella, en su posición, pero sólo puede forzarse a mirar desde el delineado en los ojos de Min hasta lo delicado e inocente de su tupido pestañear, la crema en su cara redonda, tan pálida y salpicándose de chispas rosas, el rojizo mojado de sus labios curvilíneos... Puede detenerse en ese momento y contemplarlo como si fuera eterno.
Rosé contiene la respiración en el instante exacto que su mano se mueve lacónicamente, pausa a centímetros de la mejilla de la pelinegra, incluso puede sentir como si el frío viniera de su interior y no porque estuvieran paradas sobre la nevada; Min responde deslizando sus ojos con temor a la palma abierta y luego regresa a los avistares de Rosé, no objeta una sola cosa, y es todo lo que la colorada necesita para acariciar el moflete helado. Mackenzie tiene una expresión tan pueril, como si toda la delicadeza en ese pequeño tacto la conmoviera hasta los huesos.
Ni siquiera está en sus cabales para saber si esto le gusta o no, sólo es una hoja en blanco.
Aquellas facciones de porcelana encajan maquinalmente en la diestra ahuecada de Roseanne, ¿cómo algo así podía sentirse tan íntimo? Técnicamente es la primera vez que toca a Min Mackenzie, y es raro que no esté siendo amenazada a muerte.
Confundida en todo el término, Min afila sus facciones como cuchilla y se apea para levantar la mano y abofetear de una buena vez a esa colorada audaz, pero, se queda a medio camino, con los ojos de Park cerrados abruptamente, ella se queda ahí, después, redirige el curso y hace algo totalmente inesperado.
Rosé abre los ojos a pestañeos cuando no percibe la ola de dolor en su mejilla sino más bien una pequeña mano de dedos finos con aquel típico barniz de uña en negro brillante. Los ojos de Min socaban su alma con aquel extraño fulminar, tiene que bajar el rostro de inmediato, no puede soportar estar tan expuesta. Pero Min se lo alza con brusquedad, su palmar implantado en su mejilla de lo más extraño, incluso la ahueca con casi la misma ternura que ella.
Mackenzie-chan no sabe de ternura, aunque ella sea una ternura.
No puede evitar pensar una cosa. ¿Ella en serio la está aceptando?
Porque aunque Min diga que la encuentra repulsiva, su cuerpo y aquello que está sintiendo a través de su tacto dicen lo contrario.
Min parece estarse debatiendo mentalmente justo ahora.
—¿Por qué...? —espeta la pelinegra, lo rojo que tiene ahora es por simple cólera, aprieta la mandíbula y tensa ambas manos.
—¿ESA ES MACKENZIE? —una fina voz se cuela en los oídos de ambas chicas, ninguna es libre de poder reaccionar muy tarde—. ¿¡Min Mackenzie!? —es un tono de alarma.
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R O Y A L S H I L L H S ♡ 王室の丘 H S → b e g i n
RandomSiempre tiene que haber una escuela, un lugar, que te haga sentir inferior de la peor forma. En este caso el ejemplo exagera en magnitudes desproporcionadas. 王室の丘 (Ōshitsu no oka) entre locales, se le conoce a la célebre institución de señoritas fun...