¿Cómo comenzar a decir algo que no estropee su posición delante de la mujer más rica de Japón (posiblemente del mundo)? Y más cuando está tan incondicionalmente encaprichada con su única hija.
—Niña mira ese menudo cuerpecito —sabe que la señora le está diciendo algo sobre comida y dieta saludable, recorre levemente y con discreción la delgadez de sus brazos; ¡ella come bien!
No le gusta que piensen que se muere de hambre cuando por usual se atraganta con sus nueve barras nutritivas y batidos de proteína caseros al día, además de que se sirve todo lo que encuentra en la cafetería porque la comida del chef es estupenda y él está dispuesto a darle todo el contenido de los boles humeantes cada vez que ella lo pida.
Le duelen los ojos de Min en la esquina, porque desaprueba completamente todo en su persona. ¿Algún día podrá dejar de hacerlo tan notorio?
—También soy nuevo ingreso, es por eso que conocí a su hija. Vamos en la misma clase. Mackenzie-chan es muy inteligente, a veces hasta las profesoras parecen no estar a la altura para el conocimiento que ella tiene —habla con sinceridad, sabe que Min odia la adulación, pero sólo está siendo honesta.
La incomodidad hace que Min muerda sus labios, mofletes rojos siendo cubiertos por ligeros cabellos cuando gacha la cabeza. ¿Qué está intentado hacer esa arrastrada? Odia la forma en la que se está ganando a su madre con la mejor de sus caras de mosca muerta. Toda inocencia y toda honores, creyéndose otra dama de alcurnia.
Muy buena la farsa pero sabes que en cualquier momento vas a volver a tu basurero. Ríe maliciosa en el interior.
—Ow, eso lo tenemos claro —las pestañas de la señora Min revolean, su furtiva expresión de dicha y soberbia fina, una cosa que tienen los ricos es que aman presumir sus cosas, más las personales—. No escatimamos en darle todos los medios de educación. Y a Kenjji le gusta aprender; es un don. Todo lo que desea saber, lo hace. Cuando era una niña nunca le dejamos usar Internet, ella debía buscar todo lo que quería conocer en la biblioteca, tal vez nos odie pero eso le crea carácter a los chicos; úsalo cuando tengas los tuyos —su pecho se infla de orgullo; Rosé ni siquiera puede pensar en que algo salga de su vagina, es espeluznante, pero aprecia la anécdota sobre Min—. Pero díganme, ¿son cercanas? Niña Park, tú también debes ser una genio para cursar en la clase A, ¿qué tal?
—No somos cercanas —refuta Min después de estar todo el rato callada—. Madre —su rostro compungido le grita que detenga una farsa—. Por-
—¡Sería bueno que fueran cercanas!
Min opta por pasar de largo en la idiota e ilógica insistencia de la señora Nishi y se saca el móvil de la cartera. No le importa faltarle el respeto a nadie ahora. Llega un pedido para Rosé, su cara se vuelve roja cuando la mesera se lo deja a un lado, ¿qué ahora también va a tomar el té con la reina y su hija?
—Tómalo, niña —es otra orden, ya ve que esta mujer no puede hablar sin dar órdenes, es su modus operandi—. Kenjji tiene buen gusto para escoger malteadas, no dudes en degustar mientras me cuentas como ingresaste al nido de avispas en el que estudia mi pastelito —la señora muerde un bollo y acomoda sus impecables manos en su regazo, ella tiene finos amanes tales los de su hija, sus manos se mueven con tanta gracia y delicadeza que le recuerda a esas geishas y sus rituales para colocarse un kimono.
La alcurnia luce de oro aún esté parada sobre carbón.
Aquel comentario es tan gracioso como verdadero, por tanto no sabe precisamente qué responderle.
—Ah, querida, no creas que no sé la oscuridad que atrapa ese palacio de jade y rubíes. Kenjji nos tiene al tanto...
—Verá, es un poquito cierto —le cuesta decir, porque no quiere hablar mal del lugar que le ha dado la acogida—. Pero tal vez no fuera así si Mackenzie-chan hablara un poco más conmigo, creo no ser desagradable —su mirar se apropia del de la susodicha, sin embargo, la peli-negra se encoleriza y le envía una carga gigante de estupefacción—. Bien... —esto ya lo ha contado antes—. Llegué aquí mediante las becas de la lotería, este año entregaron unas cuatro y competía todo el país. El proceso es arduo, pero rellené hasta nueve papeletas por día, les sacaba copia de la oficina municipal y colocaba todas mis esperanzas en cada sobre que mandaba a correspondencia. Cuando fui elegida al azar, tuve que llenar un montón de planillas y buscar documentos, dos semanas después estaba en un tren a Tokio para dar mi examen de ingreso.
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R O Y A L S H I L L H S ♡ 王室の丘 H S → b e g i n
RastgeleSiempre tiene que haber una escuela, un lugar, que te haga sentir inferior de la peor forma. En este caso el ejemplo exagera en magnitudes desproporcionadas. 王室の丘 (Ōshitsu no oka) entre locales, se le conoce a la célebre institución de señoritas fun...