La situación en el palacio de los Min no promete mejorar en el transcurso de las primeras 12 horas de disputa reñida. Comenzando por aquella noche, incluso en las mejores familias existen conflictos y crueldad.
La heredera nunca será alguien a quien puedas mantener callada, no importa la posición que tengas. —Me obligas a hacer algo que no quiero. Simplemente hiciste que se sentara ahí y me impusiste su pordiosera presencia. ¡No la tolero y sabes perfectamente cuando ese tipo de cosas ocurren! ¡No vuelvas a hacerme algo así! —Mackenzie se queja tan hastiada, sin perder la compostura, pero no puede contener la ira.
La señora Nishi no imaginaba que la niña Min reaccionaría así. ¿Tan importante debe ser esta muchachita para que cause un estrago a nivel emocional en Mackenzie? ¿Por qué ella se porta tan impropia? Es lo que piensa minuciosamente, juntando un par de piezas, porque ¿qué puede ser tan malo para escandalizar a la heredera de esta forma tan histérica?
—Basta —estira su palma en frente de Min, como si estuviese dirigiendo a sus empleados, silenciando de una buena vez todos sus reclamos—. No puedo concebir tu actitud irracional ahora. YO estaba hablando con la jovencita, que sea cercana a ti o no, no tiene relevancia.
Y en personalidad, las mujeres Nishi son inquebrantables.
Es lo que pasa cuando ambas chocan. Hana no utiliza suavidad a la hora de discutir, por supuesto que tiene toda la potestad de arrepentirse absolutamente y más cuando se trata de su punto más sensible: su única hija.
—Sí. Claro. Como no quieres buscarle una amiga a tu pobre retorcida hija... ¡No vuelvas a hacerme pasar por algo así sólo por tus crisis de psicópata! —es casi la primera vez que le levanta la voz a su madre, así; utilizando a su favor el comportamiento casi psicótico con el que su madre se ha manejado toda la vida.
Las cosas no son tan sencillas de explicar.
Por consiguiente, la joven Min abandona la sala, dejando a su progenitora con la palabra en la boca, sumida en conmoción. Observa que las manos de su hija han empezado a temblar, y no entiende cómo es que está teniendo un ataque de ansiedad tan tranquilamente.
—¡Min-Min, espera, no-!
—¡Ya déjame un segundo y vuelve a perderte otro mes de mi vida!
Las criadas y prácticamente niñeras van tras la heredera con el paquete y requerimientos perfectos para calmarla, es raro verla sumergida en un berrinche; ella suele tener mucha compostura.
—Lleva a Mackenzie de compras mañana; o a dónde quiera, pero que no regresa temprano a casa —le dictamina al guardaespaldas que la lleva al colegio.
A veces es imposible ser madre cuando: 1-debes ocuparte del manejo de un mundo; 2-tu personalidad y carácter no son muy buenos y 3-cuando obtuviste todo tan joven que apenas quedó tiempo para aprender de un aspecto familiar y así apañárselas criando a una hija.
La señora Min tiene una experiencia de quince años, y honestamente a veces siente que no sabe nada. Incluso Mackenzie siendo enigmática para todo el mundo. Es imposible derrumbar el muro de perfección que se ha construido su joven hija.
La mañana siguiente es tan tranquila e insípida, casi ni se escucha un ruido, sólo el del aire traspasando las ventanas y el remover de las cortinas. El olor de la cocina desprende fragancias frutales y acarameladas. La heredera ya anticipa que su desayuno serán manzanas con caramelo y canela espolvoreada, suele comerlas con pan francés y mucho puré de fresas, pero este día no le apetece nada.
Con algo de corrector líquido elimina las ojeras de su rostro, ya vestida, y asentando a su cabeza con la melodía de bandas hardcore de los 90'. Pinta sus mejillas de rojizo y acaba con esparcir iluminador como acabado en sus marcados pómulos.
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R O Y A L S H I L L H S ♡ 王室の丘 H S → b e g i n
De TodoSiempre tiene que haber una escuela, un lugar, que te haga sentir inferior de la peor forma. En este caso el ejemplo exagera en magnitudes desproporcionadas. 王室の丘 (Ōshitsu no oka) entre locales, se le conoce a la célebre institución de señoritas fun...