No es una mañana común en la mansión Min-Nishi Desde temprano se hicieron preparativos para cortar el césped, regar las flores, instalar la jardinería completa -no sólo en el invernadero- y repartirla en celebración de que la heredera inicia las clases, en las cocinas se alista el arsenal para el gran almuerzo de la tarde, en el viñedo sacan la mejor cosecha para el tinto de la noche; incluso a días anteriores la limpieza de la casa fue más que estricta. Sus padres acostumbran a tomar como un gran festejo cualquier primer día, tienen tanto dinero que viven en celebraciones cuando pueden.
Se apea para levantarse cuando recién nota el ruido incesante que hacen las criadas en la puerta, no se le hace tarde pero tampoco temprano y se sabe con certeza que el preparamiento de la joven damita da a prolongarse.
Repica una vez más. —Señorita Min, debe levantarse.
A regañadientes se remueve entre las sabanas de seda y sale de la cama -en la cual puede meter un concierto si quiere.
—¡Voooy! —vocifera yendo al baño.
Abre la llave del jacuzzi de mármol temporizado, acto seguido se mira en el gran espejo cerca del váter. Mackenzie es una persona muy decidida pero en estos instantes no tiene cabeza para continuar con un raciocinio dispuesto. El jacuzzi está lleno y se desplaza para colocarle la mitad de una botella de esencia de vainilla, lo acompaña con unos toquecitos de sales de baño y jabón líquido olor a fresas.
Usualmente sus baños los prepara Sayuri, la ama de llaves y su sirvienta personal principal, pero trancó la puerta la noche pasada, aclaró que no quería alboroto en su cuarto en el día presente, menos con las exageraciones de sus padres.
Se desprende del short y camiseta rosa pálido de terciopelo y se sumerge en un baño que dura sólo treinta minutos -poco para lo que tarda generalmente- gracias al incesante "Señorita Min, ¡ya es hora!", más tarde se encargará de que no vuelvan a proferirle tanto fastidio en la mañana.
—No las despido sólo porque me caen muy bien.
Cubierta por una bata de bordados negros y rosa claro se dispone a abrir la puerta. Sí necesita la ayuda de la vieja Sayuri y el arsenal de estúpidas criadas después de todo, no hay tiempo y ella le toma paciencia a todo.
Como cosa rara, la señora y jóvenes se encuentran de pie en el marco de la puerta minutos posteriores a que sólo presionara un botón en la instalación tecnológica de la pared, una pantalla táctil en donde acciona varias cosas en el cuarto. Su función favorita en esta es llamar a la cocina para pedir pasteles en la madrugada y recibirlos en el torno que tienen todas las habitaciones y espacios estratégicos de la casa.
La heredera sólo deja que pase la cuarentona regordeta.
—Sabía que me necesitaría, jovencita Min —dice Sayuri, dándole un vaso con pajita de batido de chocolate y fresas que la niña acepta de inmediato.
—No quería a nadie en mi cuarto —responde, dando paso a que la señora comience a buscar su uniforme en el enorme closet al que se adentra.
La señora sale tranquilamente con dos cajas delgadas color negro y envueltas como regalo, se apresura a dejarlas en el banco afelpado cercano a la cómoda y destapa una con muchas curiosidad.
—¡Vaya que su uniforme es hermoso! Su madre mencionó que mandó a elaborarlo con uno de los diseñadores principales del Gucci Main Tokyo, ¡su uniforme es Gucci! —Sayuri le muestra una falda de pequeño corte, la tela es de otro tipo de material a las faldas escolares, de eso puede darse cuenta.
La niña sólo la ve por el rabillo del ojo, no le interesa en absoluto.
—Gucci es de mal gusto, que jugarretas me está haciendo mamá —le pelinegra rueda los ojos, tomando asiento en sillón de tela afelpada negra.
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R O Y A L S H I L L H S ♡ 王室の丘 H S → b e g i n
RandomSiempre tiene que haber una escuela, un lugar, que te haga sentir inferior de la peor forma. En este caso el ejemplo exagera en magnitudes desproporcionadas. 王室の丘 (Ōshitsu no oka) entre locales, se le conoce a la célebre institución de señoritas fun...