18→mocca

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Roseanne despega la vista de su cuaderno de apuntes por inconsciencia y se sorprende con el par de ojos negruzcos de perfecto delineado de gato picoteándola con las pupilas.

Su pecho salta. —¡Min-san, vaya que me has asustado! —suspira con intranquilidad. ¿Mackenzie lleva todo ese rato ahí?

Más, ella continua callada, mirando a la peli-naranja pensativa, en sus propias cavilaciones de las que ella sola no se puede traer de vuelta. Park trata de seguirle la mirada, en el acto más tímido y delicado, pestañeando repetidas veces a ver si Min reacciona.

Pasan rato así, sólo observándose, Rosé sintiendo la frialdad imponente de la fina azabache casi rehuyendo de sí, sin decir palabra alguna.

Min rompe el hielo al enarcar una ceja. —Eres tan idiota —y lo que es un acto romántico pasa a ser un gesto de ridiculez nata, es entonces que la peli-naranja se descoloca, pendiendo del hilo fino de esperanza.

—Pues yo... —Park ya no puede dirigirle la mirada, sabe a lo que se refiere cuando ve su hoja semivacía—. Sólo soy un poco lenta en literatura, no puedo comprender tan rápido como tú... —sonríe a penas.

Para la mente incomprensible de Min, un no-se-qué en Rosé le inquieta, es lo que ha intentado descifrar, es como si de la nada estuviese brotando una semilla sana en tierra contaminada.

Min tensa la mandíbula y voltea el rostro. —Igual manera, ¿qué haces aquí si no eres la número uno? Ni siquiera mereces el segundo lugar, Teiko se ha esforzado más y entiende un insulso poema de tres versos sin problemas —suspira, para ella es tan obvio—. Total desperdicio.

Es hiriente, malvada y despreciable consigo, pero Park sucumbe en el hecho de que tal vez esta es la conversación más larga que ha tenido con Min, y es un verdadero pesar que eso sea lo que le tenga para decir. Es dónde la presión de toda la responsabilidad en sus hombros hace su aparición latente.

—Lo estoy intentando —Park se atreve a replicarle, porque no puede permitirse que Min piense que ella no se esfuerza lo suficiente.

La heredera cae redonda en la sorpresa de verla defenderse. —¿Sabes que haría yo estando en tu posición? —no decae su expresión soberbia y escalofriante—. Me iría de aquí a conseguir un futuro que pueda alcanzar y dejar esa ilusa beca con lo poco que me queda de dignidad. ¿Qué tal si te embarazas de un hombre adinerado? Mujeres como tú resuelven su vida de esa manera —Min es tan hiriente para sugerir una solución tan ruin y desalmada.

Roseanne reprime el nudo de su garganta, en su mente estas palabras no pueden afectarla normalmente, pero hoy no está para aguantar las maldades de Min.

—¡Lo estoy intentando!

Mackenzie se incorpora y casi da zancadas hasta el espacio de Roseanne. Las mejillas de la niña de cabellos colorados se tiñen y sus nervios tienen nervios en cuanto la fuerte presencia de Min está a escasos centímetros de sí, su deseable colonia golpeándole las fosas nasales de estruendo. Min la despoja de la hoja en dónde trabaja y la lee, Park bajo sus narices casi no puede respirar.

—Mediocre —pronuncia en un segundo, apartando el pedazo de papel—. ¿Esto es intentar? —se mofa.

Park relame sus labios esporádicamente, no puede conectar sus ojos con los de Min. La menor se muerde el labio inferior de la nada, recupera la compostura y se replantea mil veces lo que va a hacer.

—Mírame —su voz es dura y firme.

Esa palabra golpea al pecho de Park, ella se endereza correctamente y con mucha valentía sube el rostro y posa su mirada en la pelinegra. Mack se siente descolocada, pero no lo demuestra, Roseanne se ve más vulnerable de lo que jamás enseña, sus ojos como los de un minino curioso. Tarda unos minutos perdida allí, reprochándose; regresa a su asiento y recoge sus pertenencias, su propia hoja con el mismo ejercicio escogido precisamente.

R O Y A L S  H I L L  H S ♡ 王室の丘 H S → b e g i nDonde viven las historias. Descúbrelo ahora