09→cruel heredera

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—Cuéntanos, pastelito. ¿Cómo fue tu primer día? —el señor Taeyong pica un trozo de filete miñón, señala a la heredera al otro lado del banquete con el tenedor—. Matsushita me llamó hoy, estaba muy complacido. Creo que ya quiere unir a su hija contigo —la señora Min le reprocha tal comentario.

A Mack no le hace ninguna gracia tampoco, pero le deja pasar; es un sentido figurativo. —Me fue bien —piensa en todo lo que retó a la gente hoy—. Conocí mejor las instalaciones, los profesores son agradables. ¡Papá eres un tesoro, vi lo que hiciste en el último piso!

El hombre sonríe de oreja a oreja, feliz en ver lo feliz de su hija por aquel detalle tonto. —Bueno, tenía que hacer feliz a mi pequeño rollito de diamantes.

Su madre bufa en celos; Taeyong siempre recibe la misma respuesta aun así le regale un sapo baboso a su hija. —Ya, ya, ya... ¿Y qué tal te pareció esa niña?

—Es agradable. Muestra clara de la finura del señor Matsushita, claro, no asemeja a su misma gracia, pero nivela —es raro como le cae mejor un adulto que alguien de su contemporáneo.

La niña ensarta un rollo de sushi y lo remoja en salsa de soya. La mesa servida es muy variada hoy, ellos degustan lo que sea, no tienen este menú, todos comen lo que quieran.

Su familia no acostumbra a comer con palillos. Muchas personas catalogan a los Min como herejes a la cultura, no parecen asiáticos, pero respetan las costumbres y aplican pocas. Cuando Mackenzie era pequeña si se recuerda tener que ir de festividad en festividad gracias a sus abuelas y madre -quien es la única que se apega a una religión en estos tiempos-, claro que esto cambió gradualmente con los escalares de niveles de sus padres.

—Nos complace escuchar eso. Tu madre tiene una mezquina cantaleta por que consigas amistades.

Ya Mackenzie tiene la costumbre de no sentirse herida u ofenderse por esta clase de réplicas.

—¡Taeyong! No es una cantaleta. ¿No te gustaría verla saliendo de compras con chicas y disfrutando de esa vida? —la hermosa Hana alza su copa con euforia para que le sirvan más vino.

Al otro lado de la mesa Mackenzie gruñe con fastidio. —Reitero por billonésima vez en mi vida: Estoy bien así —sonríe con cinismo, ella ya ha entendido desde hace mucho que no sabe o puede tratar con gente de su edad—. Y por Dios, ya he conocido a Teiko, ¿no? No hay nada por lo qué estresarse.

Sí, sabe que no le han gustado las instituciones privadas a las que ha ido, siempre es el mismo patrón de comportamiento: Mackenzie excluye a la sociedad; no forma parte de los grupos, no le gusta encajar con nadie, no da una oportunidad de que la conozcan.

Y su madre sólo está demasiado preocupada de que sea una asocial.

Hay que decir la cruda verdad.

Ella no puede ser perfecta.

Los ojos de Hana brillan. —¿La invitarán algún día? —quiere decirle algo como "¿no la harás odiarte o herirás sus sentimientos con tus comentarios hasta que se aleje de ti?" pero ella es una madre después de todo.

—Cuenta con qué es un tal vez —esta contestación propia hace reír a Taeyong.

Honestamente no comprende el empeño de su madre, ella tampoco viene de ser muy social, de hecho, no conoce amigas suyas, sólo hay socias. Es todo lo contrario con su papá, él incluso era popular, tenía las mejores notas y todas las chicas querían ser sus esposas. Su papá es amigo de todo el mundo hoy en día; él vendría siendo el de las relaciones, y su madre la fría honesta, la de los negocios. El equipo perfecto.

—Teiko-chan es una buena niña. Vaya que me causa alegría que la sacaran de esos internados —Mack enarca una ceja ante el repentino dato que cuela su padre—. Oh, ¿no lo sabías? —la peli-negra niega—. Ha estado en internados casi desde que la nodriza dejó de amamantarla —al hombre le apena—. Me parece muy bien que te hayas relacionado con ella.

—¿Por qué mandarla a un internado? —ella pregunta.

Su madre reprocha con una mueca. —Matsushita y su esposa siempre están ocupados, son de esos padres-máquinas; y además no es raro que se comporten mezquinos con su única hija luego de qué a Sana le dijeran que no podía tener más bebés...

Mack puede intuirlo entonces. —Querían un varón —ni lo pregunta, ya lo sabe; sus padres asienten a la par, pareciendoles de lo más vergonzoso.

—La ideología de algunos padres es decadente... —farfulla Taeyong.

Hana asiente. —Concuerdo con ello, ¿qué importa el heredero? El apellido y dominio se mantendrá de una u otra manera. Estoy hastiada de la indispensabilidad que trae el varón. Como si una mujer no fuera capaz de manejar eso y más —alguien como ella es libre de decirlo, sus cuatro hermanos mayores han sido un desperdicio de vida, cada uno llevándose al mismo hueco de miseria; nunca trajeron honor a los Nishi, casi convierten al nombre en una vergüenza—. Yo tuve que sacar el legado adelante siendo la hija más pequeña, aún nadie creyera que pudiera lograr algo... Mirenme ahora.

Mack no entiende por qué sus padres, o los padres ricos en general, tienen tanta insistencia en ese tema. Viven pensando en generaciones y generaciones en las que se conserve su apellido, que siga en lo alto; a quien le quedará qué y cómo logrará seguir llevandolos a la cima.

Ella menea el tenedor en la crema sobrante de su pastel de limón y fresas, acotando monosílabos a la conversación incontenible.

—Un heredero es un heredero y punto.

Sí, no es necesario recordarle eso a la suprema heredera.

A veces piensa que haber nacido como princesa en la época del renacimiento hubiese sido más fácil.

—Nos vemos mañana —la cariñosa voz de Taeyong se asoma a sus oídos cuando ya se está alistando para dormir, su cabello es cepillado por una criada mientras la sonrisa gigante del señor aparece por su puerta—. Mucha suerte mañana, pastelito —su padre se acerca a darle un gran abrazo.

—Buenas noches, appa. Descansa tu también y ten éxito mañana —le dice la peli-negra manteniendo ese abrazo, sabe que su padre no volverá en un par de días.

Sus padres no son el típico modelo empresario que está consumido por el trabajo, de hecho, viajan muy poco tiempo comparado con otros reyes del mundo; ya hay personas a las que mandan a hacer la mayoría de cosas por ellos.

Quieren estar presentes en la vida de su única hija. Por algo decidieron tenerla, y así ha sido desde que nació. Eran reducidas las veces en donde Mack era dejada al cuidado de niñeras, los señores Min la llevaron con ella a todas partes, incluso Hana estaba en el obstinado plan de que nadie más la cargara.

Es imposible creer que una chica con tantos cuidados, prevenciones y buenas crianzas sea tan soberbia y hostil. En este caso no se puede culpar a un externo. Mack ya tenía esa semilla del mal cuando nació, ella misma se forjó una personalidad, el único factor que intervino fue ella.

Su madre también se asoma por su cuarto. —Niña ya hay que mandar a decorar esto —comenta. Mack la ignora de plano y va a darle un beso en la mejilla—. Buenas noches, princesa. No duermas tan tarde, ah, y ni se te cruce bajar a atragantarte de dulces —la joven ríe.

Como si eso fuera posible.

A veces siente que podría ser una buena persona.

Pero su pasatiempo favorito es ser cruel.

Más bien, su modo de vida.

R O Y A L S  H I L L  H S ♡ 王室の丘 H S → b e g i nDonde viven las historias. Descúbrelo ahora