R O Y A L S H I L L H S ♡ 王室の丘 H S → b e g i n

34→LOCHI

Se entiende por Yūgen a un conocimiento del universo que evoca sentimientos emocionales que son inexplicablemente profundos y demasiado misteriosos para las palabras.

Kintsugi / Kintsukuroi, el que todos conocen, es el arte de la reparación de la cerámica uniendo las piezas con oro o plata, y entender que la pieza es más hermosa por haber sido rota.

Hay una última palabra escrita en el pizarrón, "Gaman". Rosé deja sus ojos puestos en los caracteres refinados de la profesora de literatura; en su mente se traviesan las la memorias de las tardes en primavera, cuando iban por las calles jugando sin preocuparse de mucho más que de robar un poco de la siembra de fresas para merendar, recordando las casas ondeando banderas en forma de ese pez que nada contra la corriente, simbolizando el espíritu de Gaman: la determinación para afrontar los obstáculos en la vida, de persistir en el intento con paciencia y dignidad, "soportar lo insoportable" aún frente a aquellos desafíos que parecen insuperables.

—Tiene origen budista-zen —su cuidadora una vez se los explicó, es sólo por esa lección que ahora puede responder correctamente en clases.

—Correcto, Park. Lo que tienen aquí, es un proyecto personal más que otra cosa. Inspiren un trabajo en Yūgen, Kintsugi o Gaman. Es importante que lo refleje muy bien. Tienen la opción de representarlo con arte o manualidades, y para las que no tienen un alma sentimentalista... Sólo elaboren el ensayo más complejo correlacionando uno con el otro, y que termine por explicar perfectamente su significado.

En el patio Rosé ve la pequeña llovizna sentada en una banca a la sombra que le da la entrada externa a la cafetería, está comiendo un emparedado con el relleno de pavo a la naranja de las sobras del almuerzo de ayer en el restaurante, mientras, ojea una revista de moda lolita de estas que reparten afuera del metro. Esta mañana se ha sentido un poco decaída, es cansancio más que todo, la rutina de todos los días le está pasando factura con moretones en todo el cuerpo, ojeras de oso panda, músculos crujiendo cada que se mueve, y estar llena de parches de dolor en gran parte de la espalda y cuello.

Observa entonces la cajita decorada en su bolsa semi-abierta con una flor de cerezo dentro, cree no sentirse capaz de entregarla hoy; en este día las chicas la miran diferente, luego del escándalo en la cafetería no ha podido dejar de pensar en lo mucho que la detallan, aunque hoy sólo hay murmullos de paredes, bueno, al menos se ha librado de la basura intencional en su casillero y el lugar predilecto de la biblioteca, ah y no hay que olvidarse de los tropiezos "accidentales" en donde le tiran todos sus libros.

Ni siquiera se ha fijado en Min, lo que es muy raro porque suele poner dedicación sin falta para llevarse algún momento de ella a casa, sabe que llegó con los audífonos puestos y la mirada en frente, ignorando todo a su paso, no ha volteado en ningún momento a dilucidar en los susurros y sospechas que se deslizan en el aire. Rosé piensa en que debería estar feliz, que las cosas podrían empezar a ser diferentes, pero... ¿Habrá escuchado de lo que todas hablan? ¿Se sentirá igual que ella? ¿Habrá querido escapar? El corazón le cruje cuando asume que todo esto es una estupidez.

Sorbe lo que queda del vaso de té frío y lo arroja a la basura, ve de soslayo que una de las chicas del grupo de Min, Lalisa, está caminando justo al lado de la fuente, pasando por la columna que las separa, ella se acerca, mirándole sin parpadear. Recuerda que Mido y Jennie viven burlándose de ella por su complexión de pavorreal y por la boca de pato que coloca en todas sus selfies.

Ni se inmuta. —Buen día, Roseanne-san —la mencionada siquiera tiene ganas de responderle a ese tono de voz felino, sin embargo, suspira y da un asentimiento. Lisa insiste en hablarle—. ¿Por qué estás aquí y no con tus amigas allá dentro? —ella tiene que ser así de cínica—. Me parece que Jennie-san te está buscando... —sigue jugueteando, casi vacilante, Rosé intenta no inhalar el fuerte olor de su perfume—. Mhm, lamento mucho lo que pasó... Fue demasiado... innecesario —la colorada suspira en cansancio, Lisa sólo ríe—. Pero supongo que a ti ya no te importa, siempre seguirás tras ella ¿no? —más soberbia.