Rosé llega a la enorme cafetería, nunca se ha sentido tan pequeña en la vida, y no se está refiriendo a la cosa Royals. Desde ya comprende que en este instituto las chicas no tienen ese halo de ciudadanas comunes y corrientes, al parecer todas vienen de palacios, tienen la mesa servida desde que nacieron; y acaba de encontrarse con un reino mayor, va a estudiar con Min Mackenzie, no una princesa como las demás, sino una reina total.
Se da cuenta de que la vida de todas es muy diferente a la suya, ya lo venía suponiendo, pero no esperaba a que fuera con el máximo esplendor de la palabra.
Vuelve a repetirse que nada la hará sentir insegura y suspira en una sonrisa. Es la hora del desayuno y la peli-naranja se dejó guiar por la horda de chicas que se encaminaban a la cafetería, el salón se basa en dos plantas, el piso de arriba está lleno de mesas y en el de abajo sirven la comida, observa que hay diversos stands en donde venden adicionalmente, casi nadie va a pedir una bandeja con el especial de empanadas de arroz, carne asada y salsas que ofrecen hoy, pero ella decide ir a ver qué tal está.
Esto debe ser el cielo. Comida gratis.
Pasa por una fila entera de máquinas expendedoras hasta que llega al buffet, un hombre afroamericano está detrás, lee una revista de autos cuya marca le da pavor mencionar -ahora parece que aquello le persigue.
—Disculpe... —dice la pequeña voz—. ¿Podría darme un plato de ese especial y un batido de fresa? —porque el hombre tiene maquinas con diferentes malteadas detrás.
El sujeto se sorprende de inmediato. —¡Pero por supuesto que sí! —Rosé sonríe ante su entusiasmo, él se limita a colocar un plato con una ración de empanaditas en una bandeja, luego va al suministro de sus jugos y presiona un interruptor debajo del tubo para llenar el vaso gigante.
Deja la bandeja con una florecita al lado del vaso en la encimera, para que Rosé la tome del otro lado.
—Muchas gracias —sonríe abiertamente y el hombre la imita con el doble de energía.
—No es nada, tenga un buen día, señorita.
—Usted igual —hace una ligera reverencia y se marcha.
Ahora... es este típico momento en la vida de un estudiante recién llegado, aquel que define el último lapsus, la misión "dónde sentarte", no se entiende por qué es tan complicado o causa este nivel de desespero. Rosé es una persona atípica, por cual simplemente busca una mesa vacía, no es tanto; divisa un par al fondo y antes de dar un paso, una voz le detiene.
—¡Ey, clase A! —Jennie está levantando el brazo, lo agita a la par que vocifera—. ¡Siéntate aquí! —en su mesa hay otra chica aparte de ella, pero no logra verle bien pues está de espaldas.
—Hola de nuevo, Jennie-sshi —modula pausadamente—. Hiciste una amiga. Enhorabuena.
—Park Roseanne ella es Sasaki Midori —anuncia Jennie.
La aludida se encoge de hombros. —Dime Mido, odio lo demás -su voz es trasparente, la chica es extrañamente pálida, usa lentes de aumento, de montura negra y lleva el cabello azabache corto, a Rosé le asemeja a un hongo.
—Mucho gusto —la peli-naranja estrecha su mano—. Ustedes llámenme Rosé, no odio lo demás, pero resulta más cómodo —ambas chicas asienten.
—¿Ro-che? ¿Con esa especie de entonación con acento? ¿Por qué no Ro-uss como es normal? —le pregunta la castaña con palpable curiosidad.
—Mis padres me llamaban así, y bueno... Larga historia —suspira distraída—. Cuéntenme, ¿qué hicieron en su primera clase?
—"Conocernos" —responde Mido rodando los ojos mientras come un onigiri directo de una fiambrera—. Más nobles presumiendo sus castillos.
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R O Y A L S H I L L H S ♡ 王室の丘 H S → b e g i n
DiversosSiempre tiene que haber una escuela, un lugar, que te haga sentir inferior de la peor forma. En este caso el ejemplo exagera en magnitudes desproporcionadas. 王室の丘 (Ōshitsu no oka) entre locales, se le conoce a la célebre institución de señoritas fun...