27. Final.

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N/A: Si, están leyendo bien. Ahre.

Su vida había cambiado tanto. Hubo momentos desolados y momentos llenos de felicidad. Había caído y se había levantado. Fue triste pero también risueño. Había sido dulce y amargo. Hubo momentos donde no supo qué hacer ni que decir.

Honestamente, aún con los años no sabía si había tomado en el pasado ni ahora. Pero no se arrepentía de absolutamente nada.

Jinyoung sonrió viendo los dos marcos de fotos que aún conservaba en su oficina. Le recordaban lo más cerca que estuvo de la felicidad en aquellos días llenos de araña, caricias, insultos, besos, baba de niña, peleas, llanto, abrazos, de amor. Se miró el brazo, donde su camisa estaba arremangada y vio el nombre que le había cambiado la vida, se acarició la zona recordando sus ocurrencias, su sonrisa, sus pucheros, su creatividad, su ternura, su inteligencia, todo lo que una vez fue Yuna.

Su corazón se sintió un poco agitado. Trató de negar para sí mismo y regresar a su nueva realidad.

Giró en su silla y miró por el gran ventanal a su espalda que le mostraba la ciudad llegando a su atardecer. Había sido un día duro y cansador. En su oficina solía sentirse tan solo.

Entonces, dos golpes en la puerta.

—Pase.—indicó volviendo a girar para encontrarse con el rostro de Jihyo.

—Jinyoung, la niñera de Yikyung ha llamado para decirte que antes de regresar a casa deberías comprarle unos materiales para la escuela.—le informó su vieja amiga y ahora secretaria.

—Joder, ¿otra vez? Esa escuela exige materiales todo el tiempo.—se quejó.—Pasame la lista.—le ordenó. Ella se acercó con una libreta y le mostró sus anotaciones de cuando había hablado con la niñera.

—Luces nostálgico.—le dijo Jihyo.

—Lo estoy. No puedo creer que hayan pasado diez años.—Jinyoung habló relajado, con Jihyo no tenía que dar una apariencia de CEO completa. Seguía siendo su amiga de la Academia, aquella con la que se había titulado en la administración de empresa, con quien salía a beber a veces y su confidente.

—La crisis de los treinta, querido.—se rió la fémina. Su mirada se enfocó en cómo Jinyoung había regresado la vista a una de las fotos enmarcadas en el escritorio.—¿Los extrañas?—le preguntó.

—Todos los días. A veces quiero regresar el tiempo atrás para que no haya final.—volvió a girar su silla para ver otra vez el atardecer. Jihyo caminó hasta ponerse a su lado y colocó la mano en su hombro.

Desde su punto de vista, Jinyoung podía notar que aprendió mucho desde aquel entonces. Gracias a Mark y Yuna aprendió que donde entran dos, entran tres, cuatro y lo que se necesite para pasar un momento en familia. Le resultaba increíble haber aprendido tanto de una mocosa linda y un padre amoroso. Esas personas habían conocido su lado oscuro y le extendieron los brazos para que él saliera de todo lo que lo torturaba. Fue sin duda ese amor puro lo que causó tanta atracción hacia ellos, le dieron lo que jamás tuvo aunque él no tenía pensado buscar aquello. Se tuvo que acercar sin querer y ya no pudo escapar de lo que sentía.

Recuerda haber actuado infantil por haber estado en una negación total de lo que le sucedía, creía que siempre estaría hundido. Pero Yuna se había metido en su corazón y él supo decir “Esperé por alguien como tú”. Así había cambiado su historia finalmente. A Mark solía decirle “No estoy hecho para ti” pero ahora sabía que Mark lo había amado mucho y lo había elegido a pesar de todo. La vida era única, llena de pruebas tan difíciles pero él estaba ahí gracias a las palabras de Mark para quedarse a su lado: “porque te quiero”, como solía decirle. Mark le había pedido tan solo “un poco de ti” y él le había dado todo porque sabía que ese “déjate cuidar” no eran palabras de mentira porque lo sentía aún sin su presencia.

Two men and half woman [Markjin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora