32. Pensamientos

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Odiaba ser un manojo de nervios y hormonas, odiaba tanto que cualquier cosa me hiciera llorar, vomitar o incluso que el pensamiento a cualquier comida me hiciera agua la boca. Y odiaba más el hecho de que aún siendo una odiosa mi ángel estuviera a mi lado poniendo compresas de agua fría en mi cabeza y me diera breves masajes en mis pies hinchados. Me ponía películas que apenas sí prestaba atención por observarlo mientras él respondía sus correos a mi lado.

-¿Disfrutas de la vista Annie?- preguntó sin apartar la vista  de la pantalla

-Luces muy guapo con lentes- me limité a decir, él me miró con media sonrisa antes de inclinarse a darme un beso en la cien

-Tú igual luces preciosa con tus lentes, Annie... Tal vez deberías obedecer y ponerlos más seguido- fruncí mis labios y volví mi atención a la fruta picada a mi lado. Escuché una suave risa de su parte y siguió con su atención a su laptop

La película llamó mi atención como sí fuera una cría de cinco años, había dejado de lado las películas románticas para empezar a ver las de acción y ciencia ficción. No sabía el título de esta, pero sabía que mis favoritas eran las de épocas medievales. Sin querer mi mente comenzó a trabajar, pasaba sin que pudiera evitarlo, a veces las ideas llegaban a mi y mis manos no dejaban de temblar al menos hasta que hiciera algo al respecto.

-¿Podría...?- Calum me miró y yo apenas me di cuenta de que lo había pensado en voz alta

-¿Qué?- mis mejillas ardieron y empecé a negar con la cabeza mientras comencé a incorporarme con cuidado- ¿Necesitas ayuda?

-Solo iré por mi cuaderno, tengo una idea- sentí su mirada en todo mi trayecto desde la cama hasta el escritorio, donde habían acomodado un sofá junto con una mesita que me quedara al nivel

No soportaba el peso de mi barriga a este punto, me costaba mantenerme apenas de pie por lo que no se me había hecho difícil obedecer al médico sobre guardar reposo. Se podría decir que lo disfrutaba. Él solo hecho de pensar que tenía que subir y bajar escaleras era agotador. Kendra venía con mis comidas mientras que Calum era el que me conseguía mis antojos, o ya de alguna mala suerte conseguía que Mali pudiera pasar por alguno en su trayecto del trabajo a la casa. Las noches apenas sí eran soportables, recordaba haberme disculpado con Calum más veces de las que podía contar por haber quitado la cobija de su cuerpo o dejarlo sin espacio sin haberme dado cuenta hasta que lo escuchaba castañear de frío o incluso se levantaba de golpe cuando sentía que iba a caer.

-Lo siento, lo siento, lo siento- le decía mientras acomodaba de nuevo mi cuerpo mientras que él con sus ojos adormilados volvía a acomodarse mientras negaba con la cabeza y una leve sonrisa aparecía en su cara

No entendía cómo aún no me mandaba al carajo y se iba a otra habitación, yo simplemente era un desastre al momento de intentar dormir. Pero él siempre despertaba cómo sí no hubiera pasado nada y me ayudaba a hacer cualquier cosa que se me complicara. En este punto me era difícil hasta verme los pies.

-¿Me amas?- le preguntaba muchas veces, todas cada vez que los pensamientos me traicionaban y pensaba de nuevo en su ex. En sus lindas curvas y piel caramelo. Él siempre dejaba lo que sea que estuviera haciendo e iba hacia mí.

-Con todo mi corazón, Annie- me besaba hasta que mi corazón estaba a punto de explotar. Diablos, cómo lo extrañaba- En su debido tiempo...- susurraba contra mi boca con su aliento acelerado, labios hinchados y pupilas dilatadas -... Voy a hacerte ver de nuevo las estrellas

No podía creer que una de las últimas veces que habíamos tenido sexo fue en su escritorio, aquella experiencia en la que él me había mostrado lo que le gustaba y de lo que era capaz de hacer. Mis pensamientos vagaban imaginando cada vez que él y yo nos habíamos acostado, esa primera vez en Nueva York o después las veces en su coche, en la sala los días de descanso de los trabajadores o incluso aquella vez cuando hicimos el luego de que supiera que íbamos a ser padres. Él había besado cada parte de mi cuerpo, sacando suspiros profundos de mi garganta. Esa vez habíamos tenido que ser silenciosos por haber estado en la casa de mi hermano, pero de no ser así le habría gritado a los cuatro vientos su nombre. Dejamos de acostarnos cuando el embarazo comenzó a avanzar y los cuidados se incrementaron. Pero era siempre un martirio el besarlo y no poder hacer más que eso.

-¿En qué trabajas?- me preguntó sacándome de mis pensamientos, él me miraba desde su lugar ya quitando sus lentes y dejando de lado su laptop

-Se me ha ocurrido mientras veía la película- película que ya había terminado hace una hora y ahora estaba una futurista

-¿Puedo ver?- asentí y él se incorporó para empezar a caminar hacia donde yo estaba. El dibujo era a colores y lápiz, había tenido qué dejar de utilizar las pinturas porque el olor me causaba arcadas

-¿Qué?- le pregunté inocencia mientras veía su reacción al dibujo, él me miró con brillo en sus ojos y se encogió de hombros

-Jamás dejas de sorprenderme eso es todo- me devolvió el dibujo y yo sentí cómo mis mejillas se llenaron de color.

Eran un chico y una chica en la era medieval, la chica vestía un escotado vestido color rosa pastel y se podían ver sus piernas por la forma en que el vestido se elevaba ya que el chico se mantenía entre sus piernas sujetando un muslo con fuerza. Ambos en lo que era un abandonado cuarto de un palacio, por la ventana se podía ver las suaves luces de la ciudad. La mano del chico sujetaba el cabello azabache de ella en un nudo para hacer más accesible el toque de sus labios.

-¿Crees que es bueno?- le pregunté con una ceja en alto, él relamió sus labios y yo me arrepentí inmediatamente de haber preguntado

-Creo que ahora tengo una razón más para desear que los nueve meses se terminen, Annie

OJOS DE UN ÁNGEL (Calum Hood)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora