𝐻𝒶𝓎𝒶𝓂𝒾 𝒰𝒸𝒽𝒾𝒽𝒶, una joven Kunoichi que tiene una misión secreta que completar, la cual deberá volver a lo que alguna vez fue su hogar.
Ｋｏｎｏｈａ
Y deberá demostrarle a la familia que la crió por todo este tiempo lo fu...
- Yo no llegue tarde, ustedes llegaron muy temprano- Dije entrando al campo de batalla donde haría mi examen, todos al verme llegar tan de imprevisto abrieron la boca y una risa burlona aparecio en mi. - Buenas tardes- Dije amablemente a mi contrincante - Soy Hayami Uchiha- Levante mi mano educadamente para que Gaara la sostenga, pero este quedo quieto y con su misma cara de amargado.
- Te matare- susurro molesto.
- ¿ Ya empezamos así?- Dije riendo, mientras veía como Sasuke no dejaba de apretar su puño sentado en las gradas, a su lado, Shikamaru.
Shikamaru
Aquella mirada en el cielo, sus ojos,su rostro completo, me daba una gran serenidad en este momento en el que verdaderamente estoy mas que atemorizada, aunque no quiero que mi enemigo se percate de eso.
Shikamaru, mírame porfavor.
-¿Listos?- Preguntó el ninja que controlaría nuestra pelea, sacandome de mis pensamientos rapidamente.
- Siempre estoy lista- Dije entre dientes y a la defensiva.
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- Hayami, recuerda que tienes que ser cordial y que no hay que enojarse mucho con las personas- Me decía mi abuela mientras me preparaba un plato de sopa de tomate.
- Yo nunca me enojo- Dije juntando mis brazos, y mi abuela comenzó a chistar.
- Recuerda que tienes algo especial que no lo tiene casi nadie, Hayami- Me acerco lentamente el plato a la mesa, y yo ya estaba preparada para devorarlo.
- ¿ Especial?- Pregunte con toda la boca llena.
- Tus padres, me dijeron que te cuide por siempre- Acaricio mi cabello mientras veía como disfrutaba su comida, mi plato preferido.
-¿ Padres ? - La interrogue inocentemente.
- Cuando naciste, algo te pusieron en tu nuca, porque desde el primer momento en que respiraste, supimos que eras una niña muy fuerte- Explicaba, mientras yo no le prestaba atención a nada de lo que me decía por el manjar que estaba tomando - Tus padres murieron en una misión por ti, y yo, como gran abuela que soy, te salve- Dijo finalmente orgullosa.
- Abuela, quiero otro plato-
-Eres tan dulce, con tus delicados cuatro años comes como una bestia- Reía - En realidad, lo eres-.
