|26|: Salón De Juegos (II)

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Sigo observando a Érebo sin saber que responder a su comentario

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Sigo observando a Érebo sin saber que responder a su comentario.

Toda persona que me conoce sabe que asistir a una inauguración jamás habría sido de mi agrado.

En ese momento percibo como Charlotte me suelta del brazo y eso me hace posar mi vista en ella.

—Érebo, ella es Charlotte —la señalo con la mano y el rubor se presenta por todo su rostro.

Poco a poco los ojos verdes de Charlotte se van deslizando hacia Érebo.

—Ya lo conozco —confiesa, intentado sonreír.

Mi cejo se frunce —ah, ¿sí? —inquiero.

—Si. Lo conocí el día de la fiesta.

Mi cerebro comienza a pensar de qué fiesta habla y es allí cuando recuerdo ese día, el día que la encontré en mi habitación mientras afuera se escuchaba una ensordecedora música.

—Eres la hermana de Cameron, ¿cierto? —pregunta la voz de Érebo.

Ella levanta sus hombros —así es.

—Sabía que te había visto antes.

La chica que acompaña a Érebo se observa casi asustada, lo noto al verla juguetear con sus dedos y al ver como mordisquea la piel del interior de sus labios.

—Ella es Casandra —vuelve a interrumpir Érebo, fijando su vista en la chica de cabellera negra.

Con timidez ella alza su mirada y estira su mano. Primero la guía hasta Charlotte, ella sin pensarlo la estrecha.

—Es un placer.

Una sonrisa cerrada se tuerce en sus labios —igualmente.

Al soltar la mano de Charlotte inmediatamente la corre hacia mí, pero yo no la estrecho, en vez de eso estudio con detalle su rostro para tratar de recordado donde la he visto antes.

Repentinamente a mis pensamientos llegan escazas imágenes de esta chica trabajando con empleada doméstica en la mansión. Todo me parece muy confuso ahora mismo.

Érebo no puede estar saliendo con una empleada, eso hará que Seth enloquezca.

La muchacha al darse cuenta que no pienso estrechar su mano la baja y aparta su vista de mí.

—Hades eso es grosero —me reprocha Érebo.

—Sabes como soy.

En la mirada de Érebo aprecio como mis palabras lo hacen molestar.

—Adios, Charlotte —se despide con voz dura y sin volverme a ver poner a andar sus pasos.

La empleada nos mira con la vergüenza apoderándose de las fracciones de su semblante.

Perfecta Destrucción| Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora