Hades Bach.
Érebo Bach.
Seth Bach.
Nix Bach.
Cuatro hermanos que ocultan secretos tan temibles como el mismísimo infierno.
¿Te atreves a conocerlos?
Créditos de la portada a: @Aughostn
Obra registrada en Safe Creative.
Código: 2103017057970
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Mañana les subo el siguiente capítulo.
Si me comentan seré feliz.
Todo está pasando demasiado deprisa.
Mis pensamientos están vueltos un desastre.
Me duele el corazón, las cosas me parecen confusas y nada tiene sentido ahora mismo.
Quedo helada en el lugar.
¿Qué debo hacer?
¿Cómo debo sentirme?
¿Debo decir algo?
¿Me levanto de la silla y lo abofeteo?
Las preguntan inician un brutal bombardeo en mi mente.
Entreabro la boca para dejar escapar lo primero que llegue a mi cabeza.
—Voy al baño —resuelvo y con las piernas un poco débiles me levanto. Me tengo que sujetar fuerte en la mesa para no caer —. Felicidades por ustedes —logro decir y sin poder seguir siendo falsa me obligo a caminar.
Cada paso que doy es tan intangible que siento como si estuviese caminado en las nubes. No presto atención a las tantas personas que pasan a mi lado y solo me concentro en salir de aquí, respirar un poco de aire fresco y sentir la brisa impactarme el rostro.
Deseo con toda mi alma no sentirme tan mal, pero estaba tan segura que ahora funcionaria, pensé que Chad era el indicado.
No sé cómo lo logro, pero al fin llego a la entrada del salón. Un vigilante que se encuentra custodiando la entrada me mira con sus ojos morrones.
—¿Desea salir, señorita? —me pregunta.
Lo miro a la cara y sin poder evitarlo mis ojos se nublan por las lágrimas, una cae por mi mejilla y me esfuerzo por apartarla de inmediato.
—Si, por favor.
Escuchando mi respuesta él aparta la cinta y me da paso para salir.
En cuanto estoy afuera la gélida brisa azota mi pelo, haciendo que me tape la cara. Es una sensación grata y espero que también calme todas esas emociones que ahora queman mi interior.
Aparto los mechones de mi pelo de la cara y nuevamente mi vista se nubla por esa agua salada que ya no puedo seguir conteniendo.
—Eres una estúpida —balbuceo y las lágrimas resbalan por ambas mejillas.
Dejo que mi cuerpo sea libre de sentir todo lo que pueda, sin reprimir nada, sin miedo a experimentar estas sensaciones arremetedoras y solo me permito sentir.
Algunas lágrimas más resbalan, pero en ese momento vuelvo a tomar control sobre mi cuerpo y mis emociones. Limpio las lágrimas e intento sonreír.
