|7|: Salud Mental

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Tengo mi espalda erguida, mis dedos juegan con el móvil que sostengo entre mis manos, mi barbilla tiembla un poco y mi corazón casi sale de mi pecho

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Tengo mi espalda erguida, mis dedos juegan con el móvil que sostengo entre mis manos, mi barbilla tiembla un poco y mi corazón casi sale de mi pecho. Siento mis dedos helados debido al nerviosismo que invade mi sistema sanguíneo.

El número de Hades me está llamado y lo ha hecho otra cosa que la adrenalina cruja entre mis venas. Ayer al finalizar la llamada que tuve con él intenté volver a llamar, pero no volvió a contestar. Apago el teléfono.

Hoy fui despertada por el chillón tono de mi celular, al estirar mi mano y observar el contacto que me llamaba casi muero de un infarto. Era él. Hades Bach.

Tengo tanto rato observando la pantalla de mi teléfono, el impacto ha sido tanto que he perdido la noción del tiempo así que la llamada se cae.

Parpadeo y con una mano froto mis ojos para asegurarme de que no esto soñando. El aparato vuelve a timbrar en mi mano. Es el mismo contacto.

Tomado una buena bocanada de aire descuelgo —hola.

—Nos vemos dentro de una hora en el Starbucks de la calle América —escupe la áspera voz de Hades sin responder a mi saludo.

Mi corazón choca una y otra vez contra mi pecho.

—Necesito un poco más de tiempo —logro decir en un tono neutro, sonando más controlada de lo que en realidad estoy.

Puedo imaginarlo frunciendo con coraje su profundo fuerte y duro cejo.

—Una hora y media. Si no estás allí en ese tiempo nos vemos el lunes.

Antes de que pueda decir otra cosa él cuelga la llamada.

Quisiera decir que me sorprende su actitud, pero no, ya me he dado cuenta que lo que tiene de dinero le falta de modales.

Aprieto mi mandíbula, arrojando el teléfono en la cama.

—Si ni istis illi in isi tiimpo nis vimis il linis —imito lo que ha dicho, poniendo mis ojos en blanco y dejando caer mis hombros. —Imbécil —agrego, fijando mi vista en el móvil que ya descansa en el colchón.

Hoy quería dormir hasta tarde, quería descansar, no obstante, al niño rico de Hades se le ha antojado llamarme a las siete de la mañana. Estoy segura que a él no le afecta en lo absoluto no dormir, en cambio a esta que está aquí se le pintan unas ojeras debajo de los ojos que no son para atractivas.

Para nada emocionada arrastro mis pies con dirección al baño para tomar una larga y tibia ducha. Hoy es día de lavar mi cabello por ende, tardaré mucho más en el baño.

Desnudo mi cuerpo, abro la regadera, regulando el agua tibia y no tardo en estar sintiendo el agua por mi cuerpo, haciendo que mis músculos se relajen. El agua me impacta el rostro, deslizándose como una clara cascada por todo mi cuerpo. Este es uno de los placeres más relajante que puede experimentar el ser humano.

Perfecta Destrucción| Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora