|20|: Confesión

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Este capítulo va dedicado especialmente a: primadona_18

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Este capítulo va dedicado especialmente a: primadona_18

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A pesar de que el alcohol que ingerí en el club habían hecho efecto en mi cuerpo, todo este episodio que he presenciado ha hecho que ese efecto desapareciera de un momento a otro.

Ha sido un impacto tan grande ver a Érebo ensangrentado mientras Seth lo golpeaba que todo en mi interior ha sido invadido por una adrenalina alarmante, pero sin duda lo que más me ha hecho volver a mi jodida realidad es haber escuchado ese nombre. Escuchar el nombre Anteo me ha despertado recuerdos que estaba seguro habían quedado en el pasado.

Seth sigue caminado de un lado a otro con sus manos temblorosas y Érebo intenta entender que es lo que acaba de suceder.

Seth jamás se había atrevido a golpear a ninguno de nosotros, no entiendo que sucedió, no entiendo porqué decidió hacerlo.

—Déjala pasar —vocea Érebo, fijando sus ojos en Seth.

Los pasos de Seth se detienen abruptamente. Lentamente va deslizando su mirada hacia la persona que le ha hablado con voz fuerte.

—Ella no va a entrar —sostiene, volviendo a tomar el control absoluto de su voz.

El sonido de pasos apresurados acercándose a nosotros nos hacen dirigir nuestras miradas hacia las personas que se asoman por el pasillo que da a la sala.

David y uno de los hombres de la seguridad de la entrada de la mansión aparecen en nuestro campo visual. Se ven preocupados, nerviosos incluso hasta ansiosos.

Seth al verlos toma una postura recta y firme.

—¿Qué sucede, David? —pregunta, arreglando el saco de su traje.

David le lanza una corta mirada a él hombre que lo acompaña y finalmente clava sus ojos verdes en Seth.

—Señor, la señorita Aisha está intentado entrar a la mansión a la fuerza —responde sin dejar que su postura de hombre rudo se desbarate —. Golpeó el portón con su auto.

Las fracciones del rostro de Seth son surcadas por una seriedad furibunda.

—Ella no puede ingresar en la casa —exige. —Hagan lo que sea para que no logré ingresar.

Su guardaespalda acomoda sus manos delante de su cuerpo —señor, la única manera que yo veo factibles para que abandoné la mansión es llamar a la policía.

Al instante él niega —no, eso no.

Hay un silencio donde todos nos disponemos a mirar a Seth.

—Ella no se va a ir, señor —replica David con absoluta seriedad.

El hombre de seguridad escucha con cautela algo que le indica por el audífono que presiona su oreja. Una vez escucha sacude poco a poco su cabeza.

Perfecta Destrucción| Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora