Hades Bach.
Érebo Bach.
Seth Bach.
Nix Bach.
Cuatro hermanos que ocultan secretos tan temibles como el mismísimo infierno.
¿Te atreves a conocerlos?
Créditos de la portada a: @Aughostn
Obra registrada en Safe Creative.
Código: 2103017057970
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Este capítulo va dedicado especialmente a: DrikiCash18
Gracias por apoyar esta historia.
Una vocecilla que mi cabeza me susurra en voz sutil que le pida a Hades que abandone mi habitación, mi casa y mi vida, algo en lo más profundo de mi interior me advierte que esta cercanía con él puede ser mi perdición, pero los latidos desbocados de mi corazón que me suplican seguir aquí sentada en mi cama con la luz de la lámpara permitiéndome observar su melancólico rostro son más fuertes que cualquier otra cosa. Mi corazón siente que no puede dejarlo ir y eso puede ser lo más lamentable de todo esto.
Apoyo mis manos contra el colchón de la cama, incorporándome por completo.
—Hades... lo siento —balbuceo.
Sus ojos me admiran por un momento antes que estos bajen con una sombra de malos recuerdos nublándolos.
—No debí venir —sacude su cabeza.
En ese momento estira sus piernas para colocarse de pie, pero mi mano agarra su antebrazo y su cuerpo se tensa tras ese contacto.
La sensación que siento recorriendo mi cuerpo al sentir su cálida piel contra la mía es algo que jamás había sentido por nadie. Siento como si mi alma y la suya estuvieran conectadas con tanta fuerza que solo con un toque es capaz de hacer que mi cuerpo tiemble.
Hades se queda quieto, con la cabeza cabizbaja y con su cuerpo rígido.
—Debiste venir —expreso, mirando con cautela su perfil.
Se queda en completo silencio, como si mis palabras fueran un complejo acertijo al que no le consigue ninguna salida.
—¿Por qué no eres cómo los demás? —cuestiona luego de unos minutos de silencio que para mí son eternos.
Su pregunta me hace arrugar mi nariz —soy igual a todos.
—No, no eres igual a ninguna persona que haya conocido —gira su cabeza, enterrando sus iris en las mías —y eso me está volviendo loco.
Mi corazón en estos momentos es un desesperado torbellino de emociones.
—¿Por qué te estaría volviendo loco?
Sigue mirándome.
—Porque no logro descifrarte.
Mis ojos estudian cada rincón de su rostro en busca de algo, no tengo claro que sea, pero sus palabras me sorprenden, extrañan y hasta me hacen dudar de que este hablando con la verdad. Puede que solo esté jugando.
