|Tres de abril|: Ese día

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Advertencia:

Lo que están a punto de leer puede contener escenas delicadas, si crees que puedan llegar a afectarte, por favor, es mejor que no leas. Muchas gracias.

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│Tres de abril│: Ese día

Después del epílogo...

Narrado por Érebo Bach:

Todo a mi mundo, espacio y tiempo parece ralentizado hasta sentir que casi se detiene por completo. Pero, aunque en el fondo de mi interior deseo que todo quede en esa tranquilidad de pronto toco fondo, provocando que mi vida entera sea engullida por la descontrolada voracidad de las palabras que hace unos minutos vibraron a través del audífono de mi teléfono.

«Po-por favor, ayudé al joven Hades» esa fueron las palabras que entre llanto Mauricio soltó.

Le pregunté con desesperación que era que lo sucedía, pero como si no tuviese la valentía de responder optó por solo repetir las mismas palabras una y otra vez.

Una vez noté como su voz se rompía en cada palabra corté la llamada y como un loco desenfrenado entre a mi coche y ahora solo conduzco a todo lo que da. Mi respiración es tan pesada que creo que mi pecho explotará en cualquier momento. Mi corazón no para de dar vuelcos y en mi cabeza ahora mismo nada tiene algún sentido.

Tan pronto cruzo la calle que da a la entrada de la mansión me percato que una patrulla policial se encuentra estacionada justo a un lado de la calle, sin embargo, no presto a atención a eso y aprieto el acelerador con toda la fuerza que puede ser humanamente posible y así atravieso el umbral del portón que da antesala a la casa, el cual, por algún motivo está abierto. No soy capaz de razonar, ni siquiera me percato que a esta velocidad podría estrellar. Ahora mi único pensamiento es que todo esté bien con Hades.

Los pocos minutos que me demoro en llegar a las instalaciones de la mansión se me hace tan eternos que pronto estoy maldiciendo sin ninguna razón alguna. Estos momentos parecen ser sacado de una mala película en la cual no tengo ganas de participar.

Mis mayores y ocultos medios se me presentan entonces frente de mí, mediante el parabrisa me encuentro con un escenario escalofriante: todos los empleados de la casa están afuera, una cinta policial en una mezcla de colones amarillo y negro rodea la casa, varias patrullas aparcadas frente y una ambulancia retirándose del lugar.

Freno abruptamente, haciendo que mi cuerpo se deslice hacía delante, no doy crédito a eso, me suelto del cinturón de seguridad y termino de salir del coche; lo hago en un estado para nada calmado. No soy consciente de como mis pasos son tan firme, dado que mi alma ahora duele.

Perfecta Destrucción| Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora