|11|: Érebo

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Narrado por Érebo Bach:

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Narrado por Érebo Bach:

Siento mi cuerpo rígido, mi respiración se va acelerando hasta que mi pecho sube y baja de manera exagerada, mi corazón golpea mis costillas con fuerza y mis labios quedan secos.

No otra vez, por favor.

Quiero cerrar mis ojos para no presenciar la imagen que se aproxima, mi cuerpo y mi mente presienten que ya el miedo se encuentra en el lugar. Mis ojos no obedecen, es como si estuviese siendo controlado por un ente que no logro ver.

Deseo con toda mi alma correr muy lejos, correr hasta que mis pulmones se llenen de tanto oxígeno que sufra un colapso pulmonar y termine muriendo, correr de lo que no puedo escapar.

Ni mis piernas, ni mis brazos funcionan, aunque me esfuerzo por moverme nada logra ayudarme. Entonces pasa, en mi campo de visión aparece la mujer que por tanto tiempo amé, pero también odié con todo mi ser. Su rostro se ve casi aterrorizado, un brillo lleno de miedo destella en sus ojos, sus labios tienen un tono lila y están tan resecos que se ven cuarteados al mismo tiempo que tiemblan. Hay un hombre encima de ella con sus manos alrededor de su cuello y sin ningún tipo de contemplación las presiona ejerciendo gran fuerza sobre ella hasta que su rostro palidece.

Mis ojos se cristalizan sin poder evitarlo, ninguna palabra brota de mis labios. Al mirar a mi lado veo a Nix. Un aguado dolor me escuece el pecho mientras las lágrimas resbalan por mis mejillas. 

—Nix —digo en voz muy baja, sintiéndome la persona más terrible de la faz de la tierra —…no…no la veas —sollozo —, por favor, Nix

Ella no me mira, sus ojos se encuentran en la escena que estamos presenciando.

Y Hades, Hades se para a mi otro costado, sus manos tiemblan, de sus labios solo escapan jadeos y su mirada se ve tan rota que siento como si una larga y filosa espada me atravesara el corazón.

—Hades no… —las palabras parecen quedar estancadas en mi garganta.

Y sin más, en cuestión de segundos, el sonido de la desolación llega y con él una desgracia que nunca imaginamos vivir.

No, no está pasando, me animo para mis adentros, sin embargo, la sangre en la pared y en el piso no nos da más que una bofetada cargada de realidad.

Si, si está pasando.

De golpe mis ojos se abren, las gotas de sudor caen por todo mi rostro y mi corazón está apunto de sufrir un infarto por lo acelerado que está.

Humedezco mis labios que se encuentran resecos, incorporándome en el colchón de mi cama. Mis ojos recorren la oscuridad de mi habitación.

—Está bien…Érebo —susurro —solo ha sido una pesadilla.

Trago saliva para luego darme cuenta que las lágrimas se han agrupado en mis ojos.

Maldita sea, desearía que fuese sido una jodida pesadilla.

Perfecta Destrucción| Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora