Era miércoles, un buen día para dejarme caer por el trabajo de Soo y hacerle una visita. La primera vez que lo vi era un miércoles. Y fue en la puerta de una biblioteca.
Me repetí una y otra vez que aquello formaba parte de mi plan para la Super Bowl. Quizá si me lo repetía las veces suficientes acabaría creyéndomelo.
Practicar sexo en público, y más en un estadio de fútbol, era algo muy atrevido. Tenía que irlo introduciendo lentamente en ese mundo. El primer paso era practicar sexo en la igual de pública, pero donde era menos probable que alguien nos pillara, Colección de Libros Raros de la biblioteca pública de Seúl.
Pero ese no era el único objetivo de mi plan. Y yo lo sabía. Solo tenía que meterme la mano en el bolsillo interior del abrigo para recordar que mi visita de ese miércoles significaba mucho más. Porque allí, escondida donde nadie pudiera verla, llevaba una perfecta rosa blanca con un ligero rubor en los pétalos.
Cuando Soo se marchó de mi casa el domingo, busqué en internet la inscripción que había encontrado en los anillos de casados de mis padres. Los versos procedían de un poema de John Boyle O’Reilly. Fascinado, fui a la biblioteca y encontré un pequeño volumen con la obra del poeta.
Pasé la tarde leyendo algunos de sus poemas, pero volví a leer tantas veces el que se titulaba «Una rosa blanca», que a última hora de la tarde, el libro se abría de forma natural por esa página. Pensé en el significado del poema y me pregunté si Soo lo conocería.
Si le daba una rosa blanca con un ligero toque rosa en la punta de los pétalos, ¿adivinaría lo que se escondía tras mi gesto? ¿Descubriría que mis sentimientos estaban creciendo mucho más de lo que jamás imaginé que me pasaría con nadie?
¿Y de verdad yo quería que lo supiera?
El miedo se apoderó de mí. Todo era demasiado nuevo. Y muy inesperado. Pero por muy asustado que estuviera, tenía que saberlo. Necesitaba saber si existía la posibilidad de que Soo sintiera lo mismo por mí.
Al final decidí llevarme la rosa a la biblioteca. Me la escondería en el bolsillo del abrigo y ya decidiría si se la daba o no.
Estuve un rato en el interior del recinto, mirándolo trabajar. Estaba de espaldas a mí y tenía una pila de libros al lado. Llevaba a cabo su tarea con diligencia. Entonces se le acercó un hombre y Soo se rio de algo que él le dijo. Cuando se marchó, se llevó la mano al cuello con despreocupación y tocó mi collar.
Una salvaje y sorprendente punzada de celos me atravesó de pies a cabeza.
Ese hombre lo había hecho reír. ¿Yo lo había hecho reír alguna vez? Recordé el breve tiempo que habíamos pasado juntos. No, nunca lo había hecho reír.
Entonces me dirigí al mostrador principal con renovada determinación.
—Necesito consultar una cosa en la Colección de Libros Raros —dije detrás de él.
Soo no se molestó en darse la vuelta. Ni siquiera se dio cuenta de que era yo.
—Lo siento. La Colección de Libros Raros solo se puede visitar con cita previa y en este momento andamos escasos de personal. Me temo que esta tarde no tengo tiempo.
Quizá no había reconocido mi voz.
—Eso es muy decepcionante, KyungSoo.
Cuando oyó su nombre se dio media vuelta. Tenía la boca y los ojos abiertos.
—¿De verdad es tan mal momento? —pregunté.
—No. Pero estoy seguro de que tienes exactamente los mismos libros en tu casa.
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DOMINACIÓN (KaiSoo) +18
RandomKim JongIn nunca pierde el control. Durante el día, y como presidente de Industrias Kim, dirige el consejo de dirección. Por las noches, como estricto y exigente dominante, impone su voluntad y sus normas en el dormitorio. Nunca acepta sumisos inexp...