🌼Capítulo 24🌼

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Mientras corría la mañana siguiente, recordé la noche anterior y la conversación que mantuve con SeHun. Después de dejar a Soo, fui a llamar a su puerta. Pareció sorprendido de verme, pero aceptó bajar a charlar un rato conmigo a uno de los bares del hotel.

Lo vi claramente más aliviado cuando supo que había decidido confesárselo todo a Soo, pero yo sabía que lo realmente difícil sería hacerlo. SeHun estuvo hablando varias horas conmigo y me repitió una y otra vez que había tomado la decisión correcta. Incluso pareció satisfecho del plazo que me había dado: se lo diría dentro de tres semanas.

Y, durante todo el rato, el único pensamiento que no abandonaba mi mente era: ya no dispongo de todo el tiempo del mundo, tenía solo tres semanas.

Tres semanas.

Cuando me despedí de SeHun, fui al vestíbulo del hotel para tocar un rato el piano. Por supuesto, la única pieza que me venía a la cabeza era la canción de Soo. Y mientras tocaba, no dejaba de pensar:

«Tres semanas.

»Veintiún días.

»Quinientas cuatro horas».

Aún no estaba seguro de cómo se lo diría, pero sí sabía una cosa: estaba convencido de que no iba a decirle nada aquel fin de semana.

Toqué durante horas y dejé que la música se apoderara de mi mente, tal como Soo se había apoderado de mi alma. Tras cada nota me notaba más relajado y cuando regresé a la suite, me sentí más en sintonía con mi verdadero yo de lo que me había sentido en semanas.

Me dije que seguía siendo el mismo de siempre. Exactamente el mismo. La única diferencia era que ahora tenía a Soo en mi vida. Le diría la verdad en algún momento de las próximas semanas y…

Bueno, no sabía lo que ocurriría entonces. Aún no quería pensar en eso. Todavía teníamos que disfrutar de aquel fin de semana.

Acabé de correr y regresé a la suite. Cuando entré en el dormitorio de Soo, vi que seguía dormido. Bien. Probablemente aún tenía tiempo de ducharme antes de que se levantara.

...

Cuando entró en el salón, yo ya me había duchado y vestido. Se quedó un momento en el umbral de la puerta que separaba el comedor del salón; llevaba pantalones, un jersey gris y una sonrisa traviesa en los labios.

Yo dejé escapar un suspiro de alivio. Por lo menos no parecía asustado después de la áspera sesión de sexo de la pasada noche. Al contrario, se lo veía fresco y completo y absolutamente follable.

Dio unos pasitos danzarines hasta la cafetera, se sirvió una taza y, por Dios que vi cómo contoneaba el trasero.

Casi se me cayó el café.

«Las marcas, idiota. Te está enseñando las marcas de los calzoncillos».

Soo quería que lo azotara.

Se me puso la polla dura en menos de tres segundos.

—KyungSoo —le dije con tranquilidad—, ¿estoy viendo que llevas calzoncillos?

Él se quedó inmóvil un segundo. Allí de pie, permitiéndome admirar su trasero.

Yo dejé la taza de café en la mesa.

—Ven aquí.

Entonces se dio media vuelta. Seguía teniendo la misma sonrisa traviesa de antes.

—Llevas calzoncillos. —Me puse detrás de él —. Quítatelos. Ahora.

Se bajó los pantalones con manos temblorosas y los dejó en el suelo. Al poco, su ropa interior se unió a ellos.

DOMINACIÓN (KaiSoo) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora