🌼Capítulo 2🌼

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KyungSoo concertó una cita para la tarde del martes a las cuatro.

Pasé todo el lunes esperando que SeolHyun me dijera que había llamado para cancelarla, pero el martes a la una ya había aceptado el hecho de que era muy probable que él se presentara. Estaba inquieto.

Recorrí una y otra vez la distancia que separaba la ventana del escritorio, recordando a Soo tal como lo había visto la última vez: demostrando una paciencia infinita mientras daba clases a un estudiante del instituto y riendo con suavidad de algo que le había dicho el adolescente. Luego me lo imaginé tal como podía permitirme hacerlo en ese momento: como mi sumiso, preparado y dispuesto a servirme. A obedecer todas mis órdenes.

Volví a mi escritorio y me senté. Saqué el pliego de información que había preparado para él y lo releí por tercera vez en una hora. Comprobé que todo estuviese en orden.

Mi primo ChanYeol me llamó a las tres y media y evitó que me volviera completamente loco.

—Hola —dijo—, ¿sigue en pie nuestra cita del sábado para jugar al squash?

Gruñí. Me había olvidado por completo de que le había prometido a ChanYeol  la revancha para ese sábado. Si KyungSoo aceptaba pasar conmigo un fin de semana de prueba, ¿de verdad querría separarme de él? Aunque por otro lado pensé que podría ser bueno que lo dejase solo algunas horas. Así me podría dar un respiro de lo que prometía ser un fin de semana muy intenso.

ChanYeol percibió mis dudas.

—Si no puedes no pasa nada. Siempre puedo hacer un poco de paracaidismo.

Yo sabía que bromeaba: la última vez que se tiró en paracaídas, casi acaba con su carrera de quarterback.

O por lo menos esperaba que estuviera bromeando.

—No me chantajees —le dije—. No estaba intentando rajarme. Solo quería asegurarme de que estaba libre. Es posible que tenga una cita.

—¿Una cita? ¿Después de la «chica de las perlas» estás dispuesto a volver a cabalgar?

—Ese apodo es una absoluta falta de respeto hacia SooJung.

Además, ChanYeol no podía estar más equivocado. Ya había «cabalgado» unas cuantas veces desde que lo dejé con SooJung.

—Solo me refería a que me alegro de que la hayas dejado.

—No quiero seguir hablando de mi vida sentimental —le advertí, porque, entre otras cosas, no creía que ChanYeol tuviera ni idea de cómo era realmente mi vida sexual—. ¿A quién vas a llevar a la fiesta de beneficencia de mamá?

—De momento a nadie. Gracias por recordármelo —contestó con sarcasmo.

Hablamos un poco más y colgamos después de acordar vernos el sábado para un partido de squash.

Durante muchos años, ChanYeol había sido el hermano que nunca tuve. Mis padres murieron en un accidente de coche cuando yo tenía diez años y la hermana de mi madre, DaSom, fue quien se ocupó de mí desde entonces.

Oh SeHun y su pareja Luhan eran mis otros amigos, unos amigos tan cercanos que los sentía casi como si fueran mi familia. Cuando éramos niños, Sehun y los suyos vivían en la casa contigua a la de los Park. Luhan también vivía cerca y Sehun y él  empezaron a salir juntos en el instituto y siguieron en la universidad. Se casaron un mes después de que Luhan se graduara. Sehun era psiquiatra y él diseñador de moda.

Yo siempre había envidiado la relación que tenían. La pasión y el amor que sentían el uno por el otro era palpable. Ya hacía mucho tiempo que yo había abandonado la esperanza de poder tener algún día algo parecido, pero mi vida era lo que yo había elegido.

Si KyungSoo se convertía en mi sumiso, casi me compensaría no tener lo otro.

Mi teléfono emitió un doble pitido.

—¿Sí, SeolHyun?

Me miré el reloj: las tres y treinta y cinco. KyungSoo era puntual. Otro punto positivo.

—El señor Do ya está aquí, señor.

—Gracias, SeolHyun. Ya te avisaré cuando esté preparado.

Colgué.

Bebí un poco de agua y releí de nuevo aquellas páginas, aunque no estaba seguro de por qué lo hacía. Ya me las sabía de memoria.

Todo estaba preparado. Cuando el reloj dio las cuatro y cinco, llamé a SeolHyun y le dije que hiciera pasar a KyungSoo.

Inspiré hondo, abrí un documento en blanco en el ordenador y empecé a teclear:

Kim JongIn es el mayor idiota del mundo.

¿Qué diablos te crees que estás haciendo?

Idiota.

KyungSoo abrió la puerta y entró en silencio, cerrando tras de sí.

Enorme. Jodido. Idiota.

No deberías haberlo citado.

Este va a ser el peor error que has cometido en tu vida.

Él se detuvo en medio del despacho y, con el rabillo del ojo, lo vi dejar caer las manos a los costados y separar los pies a la anchura de los hombros.

Maldición.

Maldición. Maldición. Maldición. Maldición. Maldición.

Maldición. Maldición. Maldición. Maldición. Maldición.

Joder. Joder. Joder.

Maldición.

Seguí tecleando mientras lo observaba de reojo. KyungSoo inspiró hondo. Tenía los ojos cerrados. Yo continué:

Mantén la compostura, Kim. Está aquí por ti. Quiere ser tu sumiso.

Ya lo has hecho muchas veces. Quiere ser tu sumiso. Tú eres un Dominante. No es nada nuevo. Nada especial.

Todo es muy sencillo, así que deja de teclear y complícalo un poco.

Dale lo que quiere. Dale lo que necesita.

Acepta lo que está dispuesto a darte.

Incluso también alguna cosa que él ni siquiera sabe que puede ofrecerte.

Teclear me ayudó a aclararme las ideas. Era como tocar el piano. Escribí algunas líneas más, inspiré hondo y levanté la vista.

—Do KyungSoo —dije.

DOMINACIÓN (KaiSoo) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora