El miércoles, cuando llegué a la biblioteca, Soo estaba en el mostrador principal, pero mirando en dirección a la puerta. ¿Podía atreverme a pensar que me estaba esperando?
—Buenas tardes —saludé.
—Buenas tardes, Señor —respondió, esbozando una seductora sonrisa.
Vaya, con solo oírlo llamarme «Señor» ya se me ponía dura.
—¿Sigue siendo un buen momento?
Yo no quería dar nada por sentado. Los miércoles estaban fuera de nuestro acuerdo original y quería que él se sintiera libre para rechazarme. Tenía la esperanza de que no lo hiciera, claro, pero la elección seguía siendo suya.
—La una y media. —Señaló la pantalla del ordenador—. Lo pone aquí.
Lo miré a los ojos incapaz de esconder lo que sentía, y no queriendo hacerlo. Aunque estaba seguro de que él no se daba cuenta.
—¿Me acompañas a la Colección de Libros Raros?
—Sí —susurró.
Le tendí la mano. Él me la cogió y rodeó el mostrador hasta colocarse delante de mí. Yo me quedé allí un segundo, mirándolo fijamente.
—Estás muy guapo —le dije.
El cumplido lo hizo sonreír.
—Gracias.
Me sentía muy extraño allí de pie, conversando con normalidad, cuando los dos sabíamos adónde íbamos y lo que estaríamos haciendo pocos minutos después.
Miré a mi alrededor en busca de DoKyun. Estaba junto a las biografías nuevas.
—Yo te cubro —dijo, haciéndole un gesto desde su puesto—. Tú vete.
Él me soltó la mano.
—Sígueme.
Como si pudiera hacer otra cosa.
Subimos la escalera y cuando llegamos a la sala, abrió la puerta y entró antes que yo.
Yo cerré y él esperó.—Quítate los zapatos —le pedí.
Soo obedeció y se sacó un zapato después del otro. Joder. Era sexy hasta sacándose los zapatos. Luego alargó la mano y, con un dedo, se quitó los minúsculos calcetines que llevaba puestos. Yo reprimí un gemido. Cuando se quitaba los calcetines estaba incluso más seductor.
—Date la vuelta —ordené y él se volvió en dirección a la mesa de la semana anterior. Yo me puse detrás y le apoyé las manos sobre los hombros: noté cómo temblaba de expectación—. Acércate a la mesa —le indiqué, empujándolo con suavidad.
Soo dio unos pasos hacia delante. Yo me apreté contra él para asegurarme de que notaba mi erección.
Me incliné y le deslicé las manos por los brazos animándolo a que se apoyara sobre los codos y presioné con mi miembro con más fuerza.
—Me gusta el pantalón que llevas —le confesé, retirándome para acariciarle el trasero—. Solo hay una simple tela entre nosotros.
Él se apretó contra mí y yo sonreí.
«Travieso».
Deslicé las manos para quitárselos y dejar al descubierto los calzoncillos de color gris pálido. Luego se los bajé.
Tanteé su entrada con el dedo anular.
—Cuando esté dentro de ti podré sentirlo todo. —Me desabroché los pantalones y me los bajé. Di un paso y me volví a pegar a él —. Y tú me sentirás a mí.
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DOMINACIÓN (KaiSoo) +18
RandomKim JongIn nunca pierde el control. Durante el día, y como presidente de Industrias Kim, dirige el consejo de dirección. Por las noches, como estricto y exigente dominante, impone su voluntad y sus normas en el dormitorio. Nunca acepta sumisos inexp...