Volví a la suite y, como seguía siendo muy pronto para que Soo hubiera vuelto del spa, me senté en el sofá y me quedé mirando su collar fijamente.
SeHun lo sabía.
SeHun lo sabía, me iba a obligar a decírselo y él se enfadaría conmigo. ¿De qué otra forma podría reaccionar cuando se enterase de que lo había estado espiando? Le había mentido. Era una mentira por omisión, era cierto, pero una mentira al fin y al cabo.
¿Volvería a confiar en mí algún día?Tendría que explicarle cómo lo había espiado. Cosa que nos llevaría a aquella ridícula palabra de seguridad y a cómo le había mentido sobre nuestra forma de vida. Sabría que lo había engañado.
No, jamás volvería a confiar en mí.
No lo culparía por ello, pero… No tenía por qué decírselo. Lo que SeHun decidiera hacer me daba igual. Que hiciera lo que quisiera.
Yo no podía ni quería destruir mi relación con Soo. Y menos después de todo lo que habíamos pasado, o por algo tan absurdo como un cuelgue.
¿Qué importancia tenía eso? Sí, lo había estado espiando, pero nunca lo acosé. Nunca traté de manipularlo. Tampoco era para tanto.
Sí que lo era.
Nuestra relación, quizá más que cualquier otra, exigía una total confianza y sinceridad. Yo lo sabía. Y Soo no merecía menos.
Pero no podía hacerlo, supe que no podía mirarlo a los ojos y decírselo. Era demasiado para un maldito cobarde como yo.
Después de la cena, iría a buscar a SeHun y le comunicaría mi decisión: Soo seguiría ignorando lo que pasó. Y punto.
Cogí el periódico y leí por encima los titulares de la primera página. Nada importante. La segunda página era incluso peor. Me miré el reloj. Debería llegar en cualquier momento.
Me moría de ganas de verlo.
Y por fin oí el sonido de la llave en la puerta.
Cuando entró estaba absolutamente precioso. El día de spa había sido una gran idea: se lo veía radiante. Sus suaves mechones ondulados le caían en la frente y tenía una expresión luminosa en el rostro.
—¿Has disfrutado del día? —le pregunté.
—Sí, Amo —dijo y agachó ligeramente la cabeza.
Joder. Me encantaba que me llamara así. ¿Por qué se me ponía dura cada vez que lo oía decir eso?
Me puse de pie y le enseñé el collar.
—¿Añoras algo?
Él asintió.
Me acerqué.
—¿Quieres recuperarlo?
Soo asintió de nuevo.
—Dilo. —Quería escucharlo. Necesitaba escucharlo—. Dime que lo quieres.
—Lo quiero —susurró—. Quiero tu collar.
Mi collar. Exactamente. Él llevaba mi collar. Era mío. Y no pensaba dejar que SeHun me lo arrebatara.
Le quité la camiseta y acaricié su cuello. Besé su hombro izquierdo.
—Voy a marcarte como mi propiedad y lo volveré a hacer muchas veces. —Le rocé la piel con los dientes—. Te puedo marcar de muchas formas.
Le puse el collar alrededor del cuello. Joder. Se me puso aún más dura cuando lo vi con él puesto. Lo único que quería era tumbarlo sobre el brazo del sofá y follármelo hasta dejarlo sin sentido.
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DOMINACIÓN (KaiSoo) +18
DiversosKim JongIn nunca pierde el control. Durante el día, y como presidente de Industrias Kim, dirige el consejo de dirección. Por las noches, como estricto y exigente dominante, impone su voluntad y sus normas en el dormitorio. Nunca acepta sumisos inexp...