Todos son educados desde el miedo.
Los elfos, temen y odian a los humanos.
Los humanos, temen y odian a los elfos.
Después de que la tribu Orión fuese atacada, Jisung, desorientado, llega a un pequeño pueblo humano de las montañas.
TW: VIOLENCIA
-No podemos dejar que viva en este mundo, ¿Vamos a dejar que viva oculto como hemos hecho todos nosotros? ¿Vamos a dejarlo vivir en un mundo donde nos tratan como animales? Solo va a sufrir.
-No podemos matarlo Delilah, amor, es nuestro hijo. Comprendo que te cause terror dejarle en este mundo. Pero no estará solo, nos tiene a nosotros. Todos los elfos nos cuidamos entre elfos, si no le dejamos que se encuentre con humanos, no le ocurrirá nada. Tranquila.
Delilah suspiró y se acercó a aquel bebé, el cual tenía apenas tres semanas.
-Serás un gran elfo, Jisung.- Dijo acariciando la frente de su hijo, el cual estaba profundamente dormido.
-Si, lo será. Tenlo por seguro.
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Los años pasaron, y aquel bebé indefenso se convirtió en un pequeño de apenas 6 años, pero con unos grandes conocimientos y sentidos muy desarrollados, más de lo común.
Los elfos desarrollan sus increíbles habilidades de gran vista y gran oído a partir de los 9 años de vida, pero Jisung fue la excepción.
No era el primero ni sería el último en desarrollarlas tan temprano, pero las posibilidades eran 4 cada 1000.
Vivió rodeado de su tribu, que era como su familia. La tribu Orión, conocida así por las manchas blanquecinas que se encontraban en su montaña. La nieve.
Estaban muy acostumbrados a las bajas temperaturas y eran expertos en desplazarse entre la nieve.
Incluso cuando esta les llegaba por las rodillas, eran capaces de correr con total ligereza y agilidad.
Se alimentaban de los animales que se encontrasen, cazandolos.
Tenían brazos fuertes porque desde muy pequeños eran acostumbrados a romper el hielo de los lagos, obtener el agua cargándola en recipientes, y hervirla para evitar enfermarse con lo que pudiese haber en esas aguas. Luego, dejaban en el suelo los recipientes e iban removiendo para que se enfríase, pero evitando congelarse.
Nunca vió un humano. Solo fue advertido de que jamás bajo ninguna circunstancia se acercase a uno.
Nunca vió un humano, hasta ese día.
Una noche estaban rodeando el cálido fuego donde estaban cocinando los trozos de carne del ciervo que cazaron esa misma tarde.
Pero el sonido del crujido de algo sumergiéndose en la nieve provocó que todos elevaran sus puntiagudas orejas.
El padre de Jisung, el cual era el líder de la tribu, se levantó sigilosamente, de camino a donde el ruido provenía.
Suspiró al ver que simplemente era un pájaro que había caído de algún nido. Se dió la vuelta, pero inmediatamente cayó al suelo, dejando un rastro de sangre cuando una bala de escopeta atravesó su cráneo. Matándolo al instante.
