Capítulo 12: Amenazas de niña.

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Narra Michael: 

Salimos de clases y doy la vuelta al colegio para dirigirme a mi auto, cuando me acerqué note que ¿Francisco está en el?.

Estaba apollado sobre la puerta mirándome. Mis preguntas son, ¿porque está en mi auto? 

¿Porque no está con Taylor? ¿Como sabe cual es? 

— Hola, ¿que necesitas?—  alcé una ceja.

—  ¿Este es tu auto?—  pregunta obvia.

— Si, lo es. ¿Porque?— me acerqué mas.

— Lindo. Una lastima sería que le pasara algo. —¿Que insinuas, morocho trastornado.?

Alcé una ceja, aprieto mis manos y me cruzo de brazos.

— Habrás captado lo que quise decirte, ¿verdad?— se acerca  a mi rostro.

Oh, besemonos Francisco. Ah, no, eso no fué nada hombre.

— La verdad que no. No entiendo lo que "intentas de decirme"—  Dije haciendo comillas

Inclina su cabeza a un lado y acomoda mi camisa. 

— Mira saco de papas. Aléjate de Taylor, ¿ok?— sonríe—  O esa cara de niño bonito, incluyendo el auto, estarán destrozados.

— ¿Te sientes con competencia?— Pregunté burlon—Ambos sabemos el final.

— ¿El final de que? Acá no hay ni inicio. Estas perdido, Michael.— pasa por mi lado y me empuja. Da la vuelta y alza una ceja—  Yo te advierto. 

Yo te advierto, nana nana nana. 

Por favor, parece una niña amenazando así. 

Narra Taylor: 

Salí de clases y veo a Francisco venir desde una esquina.

Se estaba acercándo con una sonrisa, ¿donde estaba?

—  ¡Ey!—  lo saludo— ¿De donde vienes?

Me sonríe y sujeta mi mano sin responderme. Lo miré esperando una respuesta.

— Taylor, lo único que tienes que saber es que siempre serás mia.

¿Que quiere decir con eso? 

Le sonreí y subí a su auto. Me llevo a casa de mi padre otra vez y esperó a que entrara.

— Adiós, Tay—  esta vez besó mi mejilla.

Vamos, otro gran paso. Aceptacion. 

Entré y mi padre no estaba. Normalemente se que esta en el restaurante.

Me senté a hablar por telefono con Edith y preguntarle porque no habia ido a clases.

Me dijo que tenia dentista, que por eso no fué. Y tambien me dijo que el dentista era super joven y lindo. 

Oh, Papi, ¿me llevas al dentista? ah, me tocaba un anciano. 

— Enserio, era hermoso y me pasó su número.

— Ay, Edith, ¿si quiera sabes cuantos años puede tener?

— Veinticinco, veintiséis, entre esa edad. 

— Es grande, Edith. Bueno, tu tienes 17 y estas por cumplir 18, nada grave.

— Dicen  que la edad no importa.— dijo en voz de poeta.

Comenzamos a rier y nos calmamos inmediatamente.

— Tengo que contarte algunas cosas, pero por haber faltado esperaras a mañana.

Déjame... ¡PROSTITUTO! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora