Martes, horrible mañana, esta lluvioso y el cielo nublado.
Mi madre estaba sentada en el comedor. Me sonríe y besa mi frente.
Agarré mis llaves del auto y me dirigí a la puerta.
— ¿Ya te vas?— me detiene.
— Si, claro. Tengo que irme.— reí.
— Michael Jonas, estás desabrigado y no desayunaste. Te agarraras un resfrío ¿Aunque sea tienes dinero?
— No, no tengo. Pero no importa..— salí por la puerta.
Me miró con enfado y posó sus manos en la cintura. Señalo mi camperon y puso dinero en mis bolsillos.
— Ahora te vas— sonrió y bufé.
Me dirigí a mi auto y maneje hasta clases. Hacía frío, mucho frío.
Llego y acerco a la puerta donde veo a Taylor y Edith, andaban cuchicheando.
Seguro hablan de mi.
Taylor me mira y me sonríe— Hola— Le sonreí paso por su lado y entro directo a mi curso.
Veo a Steven y el me mira. Me senté a su lado y comienza a mencionarme que en la noche habló con Chris.
— ¿Que te dijo?— agregué.
— Que te cuides...— rió— Y que te recuerde todos los días que tienes que hacer eso.
Sonreí y miro a Steven— No se que quiso decir con eso. No es que me importara pero, si quieres contarmelo en algun momento, puedes.
— Se que te mueres por saberlo Steven— reí.
Comencé a relatarle la historia y el quedaba boquiabierto. Parecíamos niñas contandose cosas de los chicos que le gustan. Como Taylor y Edith esta mañana.
Ni se pregunten porque se que las chicas hacen eso.
Porque te dedicabas a escuchar conversaciones de chicas. Me corrigo, te dedicas.
Sh cállate.
— ¿Porque nunca me entero de nada?
— Porque nose.— me encojí de hombros
— Eso es egoísta de su parte.— alza una ceja— Al fin y al cabo, con que Taylor, eh. Algo sabía.
— ¿Y porque chillas entonces?— reí.
— Porque me gustaría que me contaran, no escucharlo a escondidas o mientras camino en los callejones.
— Podrias hacer películas, ¿sabes?— reí
— ¿Enserio crees?
— Si. De drama, mucha dramatizacion. — me burlé.
(...)
Salimos de clases y me acerqué a mi auto. Manejé hasta casa y en el camino dos morochos, altos y robustos me bajaron del auto y comenzaron a pegarme.
Me sacaron el ceular, el dinero y me robaron el auto. No tuve tiempo siquiera para defenderme. Todo fué tan rápido.
Rasqué mi nuca y limpié la sangre de mi nariz.
— Malditos sean— grité.
Comencé a caminar hacia casa. Gracias a Dios estaba a una cuadra.
Había comenzado a llover. Estaba mojado, sin auto, sin celular.
El mejor día de mi vida.
Llegué a casa y toqué timbre. Mi madre me abrió y quedo boquiabierta.
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Déjame... ¡PROSTITUTO! ©
Teen Fiction"Aléjate de mi, entregado" dije, y así es como doy comienzo a esta historia. Michael Jonas, el idiota, pero también muy popular chico del colegio, y yo, la nada interesante Taylor Cámeron.