Capítulo 15: Un día pésimo.

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Martes, horrible mañana, esta lluvioso y el cielo nublado. 

Mi madre estaba sentada en el comedor. Me sonríe y besa mi frente.

Agarré mis llaves del auto y me dirigí a la puerta.

— ¿Ya te vas?—  me detiene.

— Si, claro. Tengo que irme.— reí.

— Michael Jonas, estás desabrigado y no desayunaste. Te agarraras un resfrío ¿Aunque sea tienes dinero? 

— No, no tengo. Pero no importa..— salí por la puerta.

Me miró con enfado y posó sus manos en la cintura. Señalo mi camperon y puso dinero en mis bolsillos.

— Ahora te vas— sonrió y bufé.

Me dirigí a mi auto y maneje hasta clases. Hacía frío, mucho frío.

Llego y acerco a la puerta donde veo a Taylor y Edith, andaban cuchicheando.

Seguro hablan de mi.

Taylor me mira y me sonríe—  Hola— Le sonreí paso por su lado y entro directo a mi curso. 

Veo a Steven y el me mira. Me senté a su lado y comienza a mencionarme que en la noche habló con Chris. 

—  ¿Que te dijo?— agregué.

— Que te cuides...— rió— Y que te recuerde todos los días que tienes que hacer eso.

Sonreí y miro a Steven—  No se que quiso decir con eso. No es que me importara pero, si quieres contarmelo en algun momento, puedes.

— Se que te mueres por saberlo Steven— reí. 

Comencé a relatarle la historia y el quedaba boquiabierto. Parecíamos niñas contandose cosas de los chicos que le gustan. Como Taylor y Edith esta mañana.

Ni se pregunten porque se que las chicas hacen eso.

Porque te dedicabas a escuchar conversaciones de chicas. Me corrigo, te dedicas.

Sh cállate.

— ¿Porque nunca me entero de nada?

— Porque nose.— me encojí de hombros

— Eso es egoísta de su parte.— alza una ceja— Al fin y al cabo, con que Taylor, eh. Algo sabía.

— ¿Y porque chillas entonces?— reí.

— Porque me gustaría que me contaran, no escucharlo a escondidas o mientras camino en los callejones.

— Podrias hacer películas, ¿sabes?—  reí

— ¿Enserio crees?

— Si.  De drama, mucha dramatizacion. —  me burlé.

(...)

Salimos de clases y me acerqué a mi auto. Manejé hasta casa y en el camino dos morochos, altos y robustos me bajaron del auto y comenzaron a pegarme. 

Me sacaron el ceular, el dinero y me robaron el auto. No tuve tiempo siquiera para defenderme. Todo fué tan rápido.

Rasqué mi nuca y limpié la sangre de mi nariz. 

— Malditos sean— grité.

Comencé a caminar hacia casa. Gracias a Dios estaba a una cuadra. 

Había comenzado a llover. Estaba mojado, sin auto, sin celular. 

El mejor día de mi vida. 

Llegué a casa y toqué timbre. Mi madre me abrió y quedo boquiabierta. 

Déjame... ¡PROSTITUTO! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora