El Viajero del Alba • 𝐄𝐃𝐌𝐔𝐍𝐃 𝐏𝐄𝐕𝐄𝐍𝐒𝐈𝐄

~Capítulo 13

En cuanto desapareció de mi vista, comencé a gritar y a sacudirme. Intentando liberarme de aquello que me tenía en el aire. Pero una mano se posicionó en mi boca, callando mis gritos, oyendose solo unos quejidos bajos. Seguía apresada por los brazos, limitando mis movimiento a simples patadas.

El sol comenzaba a salir, y mi cuerpo estaba cada vez más cansado de dar pelea. Mi respiración era dificultosa, mi garganta ya dolía de tanto forzarla en vano, mis piernas pesaban, y mis brazos dolían por la presión en ellos.

Comence a oír la voz de Caspian diciendo que había que seguir los pasos. Intenté gritar para llamar la atención, pero no nos vieron escondidos tras los arbustos.

Escuché la voz de Edmund llamando a Caspian, habían encontrado la espada de Lucy.
A mi lado se alzaron 6 lanzas metálicas que cayeron alrededor de todos los soldados que acompañaban a los reyes.

—No se muevan o morirán —los amenazó la voz grave que mandaba al grupo

Caspian se sorprendió al verme flotando en el aire, intenté moverme o hablar, pero seguía sin poder hacerlo.

De repente sus espadas volaron y parecían golpearse solos, mientras las espadas chocaban contra sus armaduras.

—¿Qué criaturas son ustedes? —preguntó Caspian tirado en el suelo, mientras era apuntado por sus propias espadas

—Muy grandes —aseguró—. Con cabeza de tigre y el cuerpo de un león —esta vez su descripción fue más detallada

—Tigre diferente —coincidió la voz chillona

Los amenazaron diciendo que no debían meterse con ellos.

—¿O qué? —preguntó Edmund de manera retadora

—O te desgarraré —lo amenazó—, con mis garras —aclaración inútil, pensé

De repente aquellas voces sueltas en el aire, tomaron cuerpo. Eran enanos con un solo pie. Su cabello estaba greñoso, aunque sus ropas lucían decentes.

—Y yo te aplastaré de un salto —dijo otro de los enanos

—Te devoraré de un bocado.

—Te morderé con mis colmillos —hizo un sonido extraño con su boca

—¿Y qué?¿Van a aplastarnos? —Edmund se rió con tranquilidad—, ¿con esas panzas? —se burló de su aspecto dejandolos confusos por aquel comentario

—¿Nos darán un pisotón? —Caspian continuó el juego

Edmund se acercó a la fila de enanos que me sostenían y los pateó desarmando la torre, y haciéndome caer al suelo.

—¿Estás bien? —me preguntó, ayudando a pararme

Mis piernas flaquearon al primer intento de mantenerme en pie. Tanto tiempo en el aire pasó cuenta.

—Estoy bien, gracias —le agradecí su ayuda y le respondí a su sonrisa

Edmund tomó una espada del suelo y apunto al rostro del enano.

—¿Qué le hicieron a mi hermana, enano tramposo? —preguntó el pelinegro enojado

—Cálmate —le pidió en un tono burlón

—¿Dónde está? —insistió acercando un poco más su espada

—En la mansión —respondió

—¿Qué mansión? —preguntó harto de los juegos del enano

Miré hacia donde había visto la entrada anteriormente. La visión comenzaba a ondear y nublarse, mientras lentamente se veían aparecer los techos y ventanas, para luego comenzar a aparecerse totalmente.
Tomé el rostro de Edmund y lo giré hacia aquel punto.

—Esa mansión —dijo asombrado

De repente escuché la voz de Eustace salir desde los arbustos, quejándose de que estaba cansado de que siempre lo abandonaran.

—Este mundo se hace más raro a cada segundo —exclamó ofendiendo a los enanos

Lucy salió de la mansión, acompañada de un señor mayor. Aquellas personitas comenzaron a alejarse de él, gritando 》El opresor《.

—¡Lucy! —exclamó alegremente Edmund con una gran sonrisa en su rostro

Aquel hombre hizo una pequeña reverencia ante los reyes.

—Caspian y Edmund —los presentó—. Él es Coriakin —reveló la identidad del hombre—. Esta es su isla —añadió

Hicimos una reverencia en el señal de respeto y disculpa por haber pasado la noche en su isla sin aviso.

—Eso es lo que él cree —el enano que comandaba al grupo interrumpió la conversación—. Nos agraviaste, mago loco —le dijo molesto

—Yo jamás les hice daño —le respondió con total serenidad acercándose a él, mientras todos se alejaban dando saltos—. Los volví invisibles porque quiero protegerlos —añadió

—¿Protegernos? —preguntó con tono de indignación—. Eso es opresión.

—Yo jamás los he oprimido.

—Pero si quisieras podrías hacerlo —me golpeé mentalmente al oír eso

—Vayanse —les dijo en un tono de voz suave, mientras le tiraba lo que parecía ser un polvillo blanco

Los enanos comenzaron a huir entre los arbustos, alejándose del hombre.

—¿Qué son esas cosas? —preguntó Lucy

—Pelusas —se rió—. Pero no les digas.

No pude evitar reír por la respuesta de Coriakin.

—¿Qué son esos? —preguntó Eustace

—Tafflepotts —le respondió

—Ah, claro, era obvio —se quejó sarcásticamente