~Capítulo 10

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Eustace me señaló el espacio entre 2 botes, diciéndome que ahí había caído el hombre.

Me asomé por el borde, y vi unas telas violetas que ondeaban debajo de la superficie del agua. Con rapidez, me quité la camisa blanca, quedando únicamente con una remera de tirantes del mismo color, tomé una gran bocanada de aire y me lancé a rescatarlo.

Llegué rápidamente hasta el cuerpo, y tomándolo por debajo del hombro, intenté sacarlo, pero vi como los pantalones quedaron estancados a una piedra. El oxígeno ya comenzaba a faltarme, así que lo solté, saliendo fuera del agua a tomar aire, y lo vi a Eustace mirando fijo hacia donde yo salía, estaba pálido y asustado, y arrugando mi camisa entre sus manos. Volvi a sumergirme aún más profundo hasta llegar a aquella piedra y lo destrabé rasgando la tela, nuevamente lo agarré debajo del hombro y comencé a tirarlo hacia arriba conmigo.

Cuando saqué mi cabeza por encima del agua le pedí ayuda al rubio, que tiró la prenda al suelo, y me ayudó a subirlo por los escalones, hasta la parte seca del lugar.

Fue ahí cuando lo reconocí, era el mismo hombre que nos había raptado.

Intenté tomarle el pulso en la muñeca, pero no pude hayarlo en ninguna de ellas, así que corrí su cabello greñoso y mojado descubriendo su cuello, pero allí tampoco hallé pulso.

Comencé a hacerle compresiones en la caja torácica, intentando devolverle la respiración, hice 3 ciclos de 5 compresiones, pero cuando me arrime a hacerle la respiración boca a boca, el grito de Eustace me detuvo.

—No lo hagas —me pidió

—Pero es parte de la técnica —le dije

—Pero es que, no sabes por dónde estuvo su boca —me explico

Le di la razón a aquello.

—Está muerto —añadi al tomar nuevamente el pulso y no encontralo—. Hay que avisar —le dije levantandome del suelo, y quitando la tierra de mis rodillas

—No! —me gritó—. Debemos subirnos a un bote y arrojarlo a mitad del mar, para que no vuelva a tierra, y luego volver y fingir que nada paso —me dijo—. No quiero ir preso por asesinato —comenzó a desesperarse

—No, definitivamente no —le dije tomándolo de la mano y arrastrándolo hacia donde estaba antes—. Dejaremos que Caspian se encargué de esto.

Caminamos hasta llegar a donde minutos antes se estaba generando una batalla campal entre los narnianos y los usurpadores.

Caspian estaba conversando tranquilamente con un hombre cuando me acerqué a él y le susurré al oído lo que pasó.

—¿Cómo? —me preguntó en un estado entre asombrado y divertido

—Si, lo que escuchaste —le respondí

Caspian le gritó a Tristán y a Marcel que fueran hacia los botes con Eustace, a "hacerse cargo del asunto" como lo llamó él, y ellos se fueron guiados por el chico, mientras yo me quedaba junto a él, explicándole con mayor tranquilidad lo que había pasado.

—Realmente eres una buena marinera, sabes como actuar, te felicito —me dijo abrazandome y riéndose

Edmund y Lucy se acercaron a nosotros caminando con tranquilidad, sonriendo y hablando entre ellos.
Y los cuatro comenzamos a caminar hacia el puerto donde estaban los botes, para poder regresar al barco y seguir con nuestro viaje.

—¿Por qué estás mojada? —me preguntó Edmund al notar que mi cabello chorreaba y que mi ropa empapada se pegaba a mi cuerpo

—Problemas técnicos de batalla —me excusé riendo

Mientras pasábamos frente al campanario, volviendo por el mismo camino por el que habíamos pasado durante la tarde noche anterior, recordé que me habían quitado el arco, así que me disculpe y salí corriendo hacia allí para recuperarlo, diciéndoles que los encontraría en el puerto. Así que me abrí paso entre la multitud de personas que los vitoreaban, llegando hasta el centro de la isla.

Un niño se me acercó entregandome el arco, diciéndome que lo había guardado para que nadie se lo llevara, y que me lo devolvía en agradecimiento por liberar a su pueblo, y luego se alejó corriendo. Me alegré de saber que aquel pequeño podía comenzar a vivir en libertad lo que le restaba de vida.

Después de recuperar mi arco, seguí al grupo que coreaba agradecimientos, e iba esquivando a las personas que bajaban por la rampa, murmurando "disculpas" y "debo llegar con el Rey" para que me dejaran pasar con mayor facilidad.

Al llegar al pie de la rampa, lo vi a Caspian despedirse de un hombre anciano, con la barba larga y la ropa estropeada, entregándole lo que parecía ser una espada que estaba cubierta por capas de tierra petrificada. Él la observo con atención, mientras todos lo aplaudiamos.

—Encontraremos a los ciudadanos —le prometió antes de alejarse

Los tres comenzamos a caminar hacia los botes, hasta que Caspian llamó la atención de Edmund, frenando nuestra caminata, y le entregó la espada. Aquella entrega era la prueba de la confianza y la amistad que se tenían.
El pelinegro la tomó con firmeza y comenzó a apreciarla con detenimiento.

—Es hermosa —murmuré aún sin saber cómo luciría, pero era una antigua reliquia narniana, no podía ser fea

—No cabe duda —me dijo sonriente, al parecer escuchó mi comentario

El Viajero del Alba • 𝐄𝐃𝐌𝐔𝐍𝐃 𝐏𝐄𝐕𝐄𝐍𝐒𝐈𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora