~Capítulo 21

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Junto a Lucy salimos al balcón detrás de la habitación para conversar sobre todas las situaciones emocionantes que habían ocurrido en las últimas semanas.

Oímos un chapoteo, y al asomar la cabeza, vimos sobresalir el torso de una sirena de agua, que nos saludaba enérgicamente. Lucy respondió sonriente al saludo, pero luego la cara de la sirena cambió. Parecía asustada y nos hacía señas para que paremos el barco y salió nadando lejos a toda velocidad.

—Deberíamos avisarle a Caspian —me dijo Lucy con preocupación

—¡No! —la detuve—. Las sirenas buscan eso —dije—, distraer a los hombres para llevárselos con ellos —añadi—. No podemos permitirlo —terminé entrando a la habitación

Salí a cubierta, intentando borrar de mi cabeza la cara de aquella sirena. No podía permitir que ningún marinero la viera. Aquellas criaturas marinas tenían un poder increíble de seducción, el simple hecho de escuchar con atención su canto bastaba para hipnotizarlos, hasta hacerlos olvidarse de todo, y llevarlos con ellas a las profundidades del mar.

En una esquina estaban sentados los reyes junto al Capitán del navío.

—El viento nos abandonó —se quejó Lord Drinian

—¿Y ahora como llegamos a la Isla de Ramandu? —preguntó Edmund

—Algo me dice que alguien no quiere vernos llegar —dijo con seriedad mientras subía al timón

El barco se movía con mucha lentitud, porque estaba siendo impulsado por los marineros que remaban en la planta baja del barco. Decenas de hombres empujando cerca de 300 toneladas.

—Si sigo con hambre, devoraré a ese dragón —gruñó Jack

—Lo tocas a Eustace, y te las verás conmigo —lo amenacé, tomándolo del cuello de la camisa

El reto de Caspian llegó a mis oidos desde la plataforma más alta del bote, diciéndome que deje de amenazar a las personas.

Estaba subiendo las escaleras detrás de Drinian cuando una fuerte sacudida me hizo caer hacía la cubierta, golpeandome la espalda con el último escalón.
Mientras me levantaba del suelo, noté al animal volador sujeto por su cola a la decoración del barco con forma de cara de dragón. ¡Que coincidencia!

—Eustace, te amo —le grité emocionada al verlo llevar el barco

—Istici ti imi —me burló Edmund dándome un pequeño golpe en la parte de atrás de la cabeza

Todos aplaudimos entre risas la genialidad del chico, que ahora empujaba a toda la tripulación.

—Llevamos casi 2 meses en el mar, y no puedo entender como es que tu pelo sigue oliendo a lavanda —murmuró Edmund olfateando mi cabello

Caspian, quien estaba sentado en su escritorio, hizo una arcada y se tendió sobre la mesa. Me solté del abrazo y corrí a un lado de él.

—¿Qué paso? —pregunté levantando su rostro de la mesa, preocupada

—Ustedes me dan ganas de vomitar —me respondió fingiendo otra arcada

El pelinegro soltó una fuerte carcajada, mientras yo despeinaba la cabellera del rey. Edmund me volvió a abrazar y besó mi mejilla, para molestar a su amigo, que ponía los ojos en blanco.

Caspian levantó una de las 3 espadas que habíamos conseguido

—No estamos seguros de que hayan llegado a salvo con Ramandu, ¿O si? —afirmó aún con duda

—Nunca podemos estar del todo seguros, pero no hay que creer lo contrario —le dije colocando mi mano en su hombro

El Viajero del Alba • 𝐄𝐃𝐌𝐔𝐍𝐃 𝐏𝐄𝐕𝐄𝐍𝐒𝐈𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora