El Viajero del Alba • 𝐄𝐃𝐌𝐔𝐍𝐃 𝐏𝐄𝐕𝐄𝐍𝐒𝐈𝐄

~Capítulo 14

Coriakin nos hizo pasar dentro de la mansión, diciendo que debía mostrarnos algo importante.

La entrada estaba muy iluminada por luces amarillas que daban un ambiente de tranquilidad y elegancia, pero al subir las escaleras, todo era distinto. Los pasillos estaban iluminados por una luces mortecinas de color verde oscuro, con alguna que otra luz tenue que iluminaban pequeños tramos del camino.

—¿A qué te referías con que los volviste invisibles para protegerlos? —le preguntó Lucy a Coriakin

—Era el modo más sencillo para protegerlos... —hizo una pausa— de la maldad.

—¿Hablas de la bruma? —preguntó Edmund detrás nuestro

—Habló de lo que yace bajo esa bruma —aclaró

Nos hizo entrar en una habitación grande. Todas las paredes eran libreros altos y extensos, repletos hasta el último centímetro con centenares de libros. Entre los estantes inferiores logré leer algunos títulos, "Historia de Narnia", "El libro de los encantamientos", y "La historia del fin del invierno eterno".
El techo parecía tener una vista del cielo nocturno, era de color azul marino y en los bordes de los ventanales se veían nubes que se movían.

Mientras apreciabamos la habitación, Coriakin desenrolló un largo pergamino en el suelo, que resultó ser un mapa de Narnia.
Pero este era distinto a todos los que había visto. Tenía dibujos de un minotauro tocando el legendario cuerno de la Reina Susan, las montañas estaban en relieve, se podían apreciar a los minotauros corriendo por los costados del mapa, había imágenes de lo que reconocí como el campamento narniano que venció a la Bruja Blanca, las nubes estaban flotando por sobre el mapa y tenían movimientos apenas perceptibles.

—Es un mapa muy bello —dijo Eustace maravillado

Todos lo miramos extrañado. Era el primer comentario positivo que hacía sobre Narnia.

—Bueno, para ser el mapa de un mundo imaginario —aclaró volviendo a ser el Eustace que conocía

Miré por unos instantes a Edmund, y lo pude ver reprimiendo una risa e intentando ocultar una sonrisa.

—Es la fuente de sus problemas —dijo Coriakin cortando el silencio que se había producido

Puso la mano por encima del mapa, y todo parecía moverse hacia otro punto geográfico.

—La Isla Negra —señaló un conjunto de islas en medio del mar, rodeadas por nubes densas del mismo color con el que nombraron a esas porciones de tierra—. Un lugar lleno de maldad —comenzó a caminar por encima del mapa—. Puede tomar cualquier forma —nos advirtió. Noté que Edmund se asustó en el momento en que Coriakin se dirigió hacia él—. Convierte en realidad sus sueños más oscuros —esta vez su mirada estaba fija en mí, pude sentir como si mis pulmones se quedaran sin aire—. Su propósito es corromper toda la bondad —en cuanto alejó su mirada de mí, me sentí más tranquila, aunque aún me sentía extraña—. Robarse la luz de este mundo —siguió

—¿Cómo la detenemos? —cuestionó Lucy, quien parecía ser la menos afectada

—Deben romper el embrujo —respondió dirigiéndose a ella—. La espada que cargas... —señaló la espada que colgaba de la cintura de Edmund. La espada narniana— existen otras 6 —nos contó

—¿Las haz visto? —preguntó Edmund acelerado obteniendo una respuesta positiva por parte del hombre

—Los 6 nobles —dijo Caspian—. ¿Ellos pasaron por aquí? —le preguntó

—Así es.

—¿Hacia donde iban? —siguió interrogando

—A donde yo los envié —respondió caminando sobre el pergamino

El mapa nuevamente comenzó a cambiar de dirección, aunque volvió a apuntar a la Isla Negra

—Para romper el hechizo deben seguir a la estrella azul —nos anunció haciendo aparecer frente nuestro a la estrella que aparentemente debíamos seguir hasta la isla de Ramandu. Por el contrario de las anteriores, esta parecía ser una isla normal, no había nubes encima de ella ni nada que indicara que podríamos acabar muertos—. Ahí han de poner las 7 espadas en la mesa de Aslan —nos ordenó—. Solo así lograrán liberar su poder mágico —aclaró—. Pero cuídense, porque todos deberán pasar una prueba... —nos advirtió

—¿Qué cosa? —pregunté

—Hasta que coloquen la 7ma espada, el mal tendrá la ventaja —dijo, sin responder de manera directa a mi pregunta—. Y utilizará todo su poder para tentarlos.

Ahora estaba desconcertada. ¿Cuál era mi mayor tentación?¿Qué era aquello a lo que más le temía?

—Sean fuertes —susurró en mi oído, haciéndome estremecer, volviendo a la realidad y alejandome de mis pensamientos—. No caigan en la tentación —nos recordó

Caminó hacia Caspian con total serenidad.

—Para derrotar la oscuridad exterior, deben derrotar la oscuridad interior —decretó

Las miradas iban de una persona a la otra. Cada uno debía estar analizando cada palabra que nos había dicho.

Salimos de la mansión y caminamos hasta el mismo punto en el que habíamos pasado la noche. La caminata fue silenciosa, nadie tenía intenciones de hablar.
La mano de Edmund iba colocada suavemente sobre mi hombro, y luego de sonreírle, apoyé mi mejilla en ella por unos pequeños momentos.