~Capítulo 22

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Al atardecer llegamos a las proximidades de la Isla de Ramandu, así que otra vez preparamos los botes para desembarcar.

Al llegar a tierra, notamos entre la vegetación, unas escaleras de piedra que llevaban a lo alto de la montaña. Cientos de escalones después, llegamos al pico más alto, donde tuvimos que cruzar un puente que conectaba 2 montañas.
Había estatuas en los extremos del puente. Figuras raras que decoraban el camino, con manchas de humedad y vegetación crecida en ellas.

Atravesamos una glorieta que oscurecía al camino, hasta llegar a una construcción.
En medio había una larga mesa de piedra, llena de frutas frescas y comidas de todo tipo, había muchas botellas de bebidas desparramadas a lo largo y ancho del lugar.
Pero lo más impactante fue llegar hasta el final, y ver en la punta a 3 hombres ancianos, petrificados y cubiertos de ramas y telarañas.

-No te acerques -le susurré a Edmund tomandolo del brazo al verlo aproximarse al cuerpo, él se movió, librándose del agarre

-Lord Rovilian -dijo Caspian viendo el anillo en su dudo-. Lord Mavramorm -señaló al segundo

Lucy se acercó al tercero, y despejó sus ojos

-Lord Argoz -Caspian lo reconoció

La chica se alejó asustada, mientras el rey se acercaba al cuerpo.

-Está respirando -informó

-Igual ellos -notó Edmund-. Alguien los embrujó.

-Es la comida -gritó Caspian

Los sonidos de pánico salieron desde la garganta de los soldados. Tavros acababa de comerse la quinta pata de pollo.

-El cuchillo de piedra -observó Edmund bajo el ramaje

-Es la mesa de Aslan -dije

-Sus espadas -murmuró Caspian rebuscando entre las ramas secas que cubrían a los nobles

Colocamos las espadas entrecruzadas sobre la mesa. Pero nos faltaba una. Aún había un lord desaparecido.
De pronto las espadas comenzaron a iluminarse de color celeste, y una luz del mismo color comenzó a brillar por sobre nuestras cabezas con lentitud, hasta detenerse flotando frente nuestro.
Luego de unos segundos, frente a nosotros, se personificó una mujer joven, esbelta, con un vestido elegante. Toda ella era de color celeste cielo. Sus rasgos faciales eran delicados. Se veía como un hada de cuentos infantiles, solo le faltaban las alas.

-Viajeros de Narnia, bienvenidos -su voz acompañaba su aspecto, era dulce y encantadora

Nos reverenciamos ante ella, agradecidos por su recibimiento.

-De pie -pidió-. ¿No tienen hambre? -preguntó con dulzura de manera sonriente

-¿Quién eres? -preguntó Edmund con la voz temblorosa

-Soy Liliandil, hija de Ramandu -respondió con tranquilidad-. Yo los voy a guiar -nos dijo. Edmund sonrió

-¿Eres una estrella? -preguntó Caspian con cara de atontado. La muchacha asintió-. De verdad eres muy bella -le dijo

Reprimi una risa viendo la reacción que estaba teniendo ante ella.

-Si es una distracción para ustedes, usaré otra forma -ofreció Liliandil con cara de preocupación

-¡NO! -gritaron los reyes a la par y se miraron con seriedad

Volteé a mirar a Lucy y susurré en su oído un apenas audible 》Imbeciles《 y ella me dio la razón.
¿Pero cómo podíamos competir contra una mujer mitad estrella?

-La comida es para ustedes -les dijo a los marineros, y con un movimiento de sus manos, encendió los candelabros-. Hay suficiente para todos los invitados a la mesa de Aslan. Siempre -añadió-. Por favor, coman -insistió

La estrella parecía desesperada por hacer que comamos lo que había servido en la mesa.

-¡Alto! -los detuvo Edmund. Al fin había salido del trance-. ¿Qué les pasó a ellos? -preguntó señalando a los nobles

-Estos pobres estaban al borde de la locura cuando llegaron a la isla -los miró con lástima-. Trataron de cometer violentos actos -respondió sin dar detalles-. La violencia está prohibida en la mesa de Aslan -aclaró-. Así que cayeron dormidos.

-¿Despertarán algún día? -se preocupó Lucy

-Cuando esto termine -contestó-. Vengan, queda poco tiempo -nos hizo seguirla,

Caminamos a lo largo de un pequeño bosque, iluminado por el cuerpo de Liliandil, hasta llegar a un pequeño mirador que dejaba una bella vista del mar.

-¿El mago Coriakin les contó sobre la Isla Negra? -consultó

-Si.

-Dentro de poco el mal se habrá vuelto incontenible -su voz se iba apagando con cada frase

-Coriakin dijo que rompieramos el hechizo colocando las 7 espadas -le mencionó

Nos dijo que era cierto.

-Pero solo hayamos 6 -le recordó Edmund-. ¿Sabes dónde está la séptima? -consultó

La mujer señaló en silencio la isla que se veía al frente.

-Deben llenarse de valor -dijo en un tono gélido

La espada restante se encontraba en la Isla Negra. La fuente del mal y las tentaciones del mundo. Ir allí significaba enfrentar de lleno nuestros mayores miedos y nuestros sueños más profundos.

-No hay tiempo que perder -su voz volvió a tomar fuerza

-¿Te veré otro día? -oí la pregunta de Caspian mientras me alejaba de allí

Antes de alejarme, sentí las manos de la chica en mis piernas, deteniendo mi marcha. Al voltearme, ella me sonrió, antes de desaparecerse en el cielo.

Estábamos volviendo a atravesar el bosque, detrás de Edmund, cuando siento a Lucy jalando de mi brazo.

-¿Qué opinas sobre la hija de Ramandu? -me preguntó

-Mmm -resté importancia con los hombros-, no me termina de agradar -le dije con sinceridad

-Aw, estás celosa porque a mi hermano le gustó -se burló de mí

-¿Y qué hay de tus celos por Caspian? -Venganza

-No cambies de tema -mandoneó-. Me he dado cuenta de cómo lo miras -insinuó

Antes de seguir escuchando las acusaciones de Lucy, Edmund me salvó, llevándome hasta la mesa, obligandome a comer algo de lo que había en la mesa.

A mitad de la noche, cuando todos se habían cansado de comer, llenamos los canastos con las frutas que habían sobrado. No podíamos desaprovechar aquella oportunidad de alimento accesible.
Con la única iluminación de la linterna de Edmund, volvimos a la orilla de la isla, para pasar la noche allí antes de volver al barco, en busca de la última espada.

El Viajero del Alba • 𝐄𝐃𝐌𝐔𝐍𝐃 𝐏𝐄𝐕𝐄𝐍𝐒𝐈𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora