~Capítulo 27

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Alrededor de 15 botes aparecieron, todos llenos de narnianos que se acercaban lentamente por el mar.

Lucy y yo nos acercamos a Gale, quien se acercó al borde junto a su padre.

—¡Mamá! —gritó. Y una sonriente mujer morena comenzó a sacudir su mano saludandola

La niña se tiró al mar y comenzó a nadar hasta su madre, seguida de su padre.

Edmund se acercó abrazando a su hermana.

—Todo el mundo a bordo —ordenó el rey

Caspian llegó a nuestro lado y me abrazó con fuerza. Correspondí a su abrazo con alegría. Habíamos vencido a la maldad y estábamos juntos.

—¿Lo hicimos, no? Nunca lo dudé —dijo Lucy

—No fuimos solo nosotros —le respondió su hermano

—¿Hablas de... —la pregunta de Caspian quedó colgada por los gritos que venían del mar

Eustace estaba en el agua, llamándonos a gritos, y sacudiendo sus brazos para mantenerse a flote.

—Otra vez soy un niño —exclamó con alegría—. Soy un muchacho.

—Te cortaron las alas —me burlé

Me saqué la armadura y salté al agua junto al rubio, a mi lado sentí un chapoteo, Cheep también había saltado.

—¡Cuando el cielo se une al mar, las olas han de endulzar! —coreamos con el ratón—. !Si, son dulces¡ —se sorprendió bebiendo un poco de agua de mar

El agua estaba fría, pero era soportable, comencé a nadar de punta a punta del barco, mientras avanzaba por el agua, siendo la última en volver a abordar.

—Secate la ropa que vas a mojar la cubierta —bromeó arrojandome una toalla

Me reí. ¿Mojar la cubierta? Estaba prácticamente inundada. La mayoría de los soldados estaban sacando el agua, mientras el resto curaba su heridas.

Me acerqué a abrazarlo por detrás, pellizcandole la zona de la costilla.

—Ay, sos una bestia —se quejó, desordenando mi cabello

—Logramos vencer el mal —le dije abrazandolo

—Lo que nunca vamos a vencer es el olor a lavanda —se rió

El barco seguía avanzando, a lo lejos el mar se veía de color blanco. Y a medida que nos íbamos acercando nos dimos cuenta que aquello blanco eran nenúfares que flotaban sobre el agua.

—La nación de Aslan —murmuró Caspian colocando su mano en mi hombro—. Debemos estar cerca —se alegró

—Bueno, llegamos a este punto —coincidió Edmund

Los chicos nos regalaron una sonrisa, y se fueron a preparar un bote para desembarcar.

—Al menos no caímos por la orilla —le dije riendo a Lucy

—Pero casi somos devorados por una serpiente marina —bromeó ella

—Gajes del oficio —dijimos a la par antes de echar a reír

Lucy insistió en curarme los pequeños cortes en mi brazo, así que fuimos en busca de  las gasas y el alcohol.

—Wow, desapareció —exclamé sorprendida

—¿Qué cosa? —preguntó Lucy viéndola posar frente al espejo de la habitación

—Mi cicatriz.

La cicatriz en mi pierna ya no estaba. No había rastros de ella. Como si nunca hubiera estado.
La gasa estaba completamente limpia, aunque húmeda por el agua del mar y la transpiración.

Lucy también estaba asombrada. La herida era grande como para que desapareciera tan rápido.

La búsqueda de la cicatriz fue interrumpida por el golpeteo de la puerta, Eustace se acercó a avisarnos que ya desembarcariamos para llegar al punto luego de las flores acuáticas.

El Viajero del Alba • 𝐄𝐃𝐌𝐔𝐍𝐃 𝐏𝐄𝐕𝐄𝐍𝐒𝐈𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora