~Capítulo 26

549 38 0
                                    

La serpiente aulló antes de ser chocada por la proa del barco contra la misma piedra en la que Eustace había sido herido.

Edmund salió disparado por la fuerza del impacto, golpeándose contra el suelo, rodando por cubierta, y al intentar frenarlo, terminé aplastada entre el mástil y su cuerpo.

Lo removí, recostando su cabeza en mis muslos, preocupada por su falta de reacción. Mientras daba golpecitos a su mejilla, comenzó a recuperar la consciencia.

La serpiente marina se elevó a un costado, y luego de largar un chillido aterrador, su cuerpo comenzó a abrirse, dejando expuestas sus costillas puntiagudas y el interior de él.

Edmund estaba estático frente al cuerpo vibrante de la criatura que avanzaba hasta el barco.

-Cuidado -el grito de Caspian me asustó

Volví a caer bajo el cuerpo de los reyes que se lanzaron para evitar ser devorados.

-¿Estás bien? -me preguntó Caspian, estirandose a tomar la espada detrás nuestro

Con un rápido movimiento, cortó uno de las costillas, provocándole chillidos desgarradores, mientras aquel pedazo de hueso se deshacía en una bruma verde.

-Podemos vencerla -dijo con ánimo

La bestia comenzó a destrozar el mástil con sus fauces huesudas, sacudiendo el poste de un lado a otro.

-Hagamos que se acerque -sugirió Edmund

Caspian pidió en un grito los arpones. Drinian y los soldados, ataron las cuerdas de estos al extremo lateral del barco, del lado contrario al que se encontraba la serpiente.

Mientras tanto, Edmund saltó hacia fuera del barco, colgándose de una cuerda de las velas, y pasando a trepar el entramado de sogas.

-¿Listos? -preguntó Caspian, todos asentimos- ¡Ahora! -gritó siendo el primero en disparar

Luego decenas de arpones fueron clavandose a lo largo y ancho del cuerpo del monstruo que nos atacaba, haciéndolo retorcerse a gritos. Comenzamos a tirar de las cuerdas, acercandolo a la nave.
Noté como un golpe casi tira a Edmund desde la altura, pero él se mantuvo aferrado a la telaraña de sogas.

-Edmund, hazlo -le gritaba Caspian a la altura

El pelinegro parecía estar en trance. Ignoraba nuestros gritos.

-Dejame subir -le pedí a Caspian, pero él se negó

Con un movimiento feroz, la serpiente rompió la barra a la que se sujetaron los arpones tirandonos hacia delante con fuerza.

Quedé debajo de un pedazo de la madera. Sentía como mi pecho subía y bajaba con dificultad, escuchaba como mi espalda crujía, mientras intentaba liberarme. Mis brazos estaban dormidos.
Nadie parecía escuchar mis gritos por sobre los aullidos del animal.

-T/N -la reina Lucy me llamó y se acercó corriendo a ayudarme-. Ya vuelvo -me gritó saltando por encima mío

Pocos segundos después volvió acompañada de Tavros, quien sin esfuerzos me liberó.

Cuando estuve de pie, Lucy intentó llevarme a la habitación para curarme las heridas, pero resté importancia, sacando las astillas superficiales solo con mi mano.

Desde arriba, se vio una luz azul brillante. La espada de Edmund acaba de iluminarse repentinamente.

-Matala, Ed -volvió a gritarle

El chico exclamó algo mientras levantaba la espada en alto, y cuando la bestia marina se acercó a él, la bajó y volvió a elevar, clavandola en el paladar.

El cuerpo comenzó a brillar, parecía estar electrocutado. El cielo parecía estar lleno de truenos que iban directo contra el animal, que no dejaba de chillar, sacudiendose con ímpetu. Antes de caer muerto al agua.
Incluso a muchos metros de profundidad, aún se podían ver los rayos que impactaban sobre él, antes de desaparecer de nuestra vista.

Edmund comenzó a bajar de a poco y corri hacia él. Me lancé con fuerza, abrazandolo, haciendo que caigamos sobre la base del entramado.

-¿Y eso por qué? -me preguntó cuando le tiré el cabello

-Porque no te quedo claro el "No seas héroe" -le recordé

-No aclaraste nada sobre serpientes marinas -se rió

-No creí necesario aclarar esa parte.

El cielo oscuro comenzó a abrirse por destellos blanco que aparecían por entre las nubes.

-¡Edmund!¡Caspian!¡T/N! -Lucy nos llamó a gritos desde la popa

Toda la oscuridad comenzaba a esfumarse lentamente.

El Viajero del Alba • 𝐄𝐃𝐌𝐔𝐍𝐃 𝐏𝐄𝐕𝐄𝐍𝐒𝐈𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora