~Capítulo 17

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Me desperté debido a las sacudidas de mi cuerpo.
Caspian estaba parado a mi lado, avisandome que estábamos por arribar a nuevas tierras. En la cama vecina, vi a Edmund, estirando sus brazos mientras bostezaba.

—Pero que vagancia —rió Caspian viéndonos estirarnos

—No fue nuestra mejor noche —nos justificó

Ambos nos levantamos y fuimos a lavarnos la cara, antes de subir a los botes y dirigirnos a la isla que habían descubierto.

—Dudo que hallemos algo aquí, mi señor —comentó Reepicheep desde el barco vecino—. En la isla no hay señal de vida —observó

No había señal de vida de ningún tipo, lo único que se veía a lo lejos eran piedras y arena. No sé veían árboles ni arbustos.

—Claro, una vez en tierra, tú y tus hombres busquen comida y agua —le ordenó al roedor que dirigía aquel grupo de expedición—. Nosotros 4 buscaremos pistas —le avisó

—¿Te refieres a los 5? —preguntó Eustace, haciendo que todos volteemos—. No me vayas a mandar otra vez con la rata —llorisqueó

—Escuché niño —le dijo antes de echar a reír

—Orejotas —murmuró

—También escuché eso.

Los reyes se rieron, vieron como en rubio comenzaba a irritarse.

Al llegar a tierra, Caspian volvió a dirigir los grupos, mientras subíamos los botes a tierra, para evitar que el oleaje se los llevará mar adentro. Sacamos las sogas y los baldes con los que debían recolectar agua y comida.

Caspian comenzó a caminar hacia al frente de donde habíamos parado, a lo lejos se veían piedras de gran altura.

—Miren, no somos los primeros en esta isla —anunció Caspian mirando hacia abajo

—¿Los nobles? —preguntó Edmund

—Tal vez —respondió antes de agacharse a tomar una piedra para tirarla dentro de aquel agujero, y observar su caída—. ¿Qué puede haber allá abajo? —preguntó abiertamente

—Si está tan escondido, dudo que sea algo bueno —respondí murmurando

—Hay que averiguarlo —dijo Edmund mirándonos

El pelinegro sacó de su cinturón una soga que llevaba enroscada en él, y se la ató a una piedra que había a nuestro lado. Se sentó con las piernas colgando dentro del pozo, antes de deslizarse hasta abajo.
Luego lo siguió Caspian, y después Lucy. Por último, yo me aferré con fuerza a la soga y comencé a bajar dando pequeños saltos sobre la piedra, hasta llegar al final, donde Caspian me recibió.

Estábamos dentro de una gran gruta, llena de columnas naturales que evitaban el desmoronamiento de la cueva.
En uno de los extremos, había una gran fuente de agua clara.

—¿Qué es eso? —preguntó Caspian, al ver una estatua dorada bajo el agua

—No lo sé —respondió Edmund dubitativo

—Es una estatua —respondí

Edmund alejó su vista de allí y miró el resto del lugar, y se dirigió hasta una pared, de donde sacó una rama gruesa, antes de volver a nosotros.

Se arrodilló junto al agua y metió la punta de aquel pedazo de árbol.
Al sacarlo, comenzó a tornarse rápidamente dorada.
Edmund sacudía sus brazos, mientras el color se acercaba cada vez a su mano. En los últimos milímetros, la soltó de un grito, dejándola caer al agua.
Todos nos miramos asombrados por aquella escena que acabábamos de presenciar.

Caspian descendió un poco más, para mirar mejor aquella estatua.

—Debio caer al agua —dijo

—Pobre hombre —añadió Lucy

—Más bien pobre Lord —corrigió Edmund

—El escudo de Lord Restimar —observó Caspian mirando aquel trozo metálico que ahora era dorado

Seguimos mirando el cuerpo petrificado de aquel noble que había caído sin saber lo que le pasaría.
Noté a un lado de él su espada y les avisé.

—La necesitamos —indicó Caspian

Edmund desenvainó su espada y se hincó en sus rodillas, hundiendola en el agua, y tomando la que se encontraba en el fondo.

—Tu espada no se convirtió en oro —comentó la observación

Ambas espadas seguían intactas.

—Es que las 2 son mágicas —le explicó Caspian

Edmund se enderezó tembloroso, con la espada nueva colgando del filo de la que ya teníamos en nuestro poder, y Caspian la tomó, observandola maravillado.

—Supongo que no supo que le esperaba —se lamentó Lucy, mientras seguía viéndolo

—Tal vez —dijo Edmund, colocando su espada sobre una piedra—. O tal vez se dio cuenta de algo —añadió, volviéndose a hincar a orilla de la fuente

—¿De qué estás hablando? —cuestionó Caspian mirándolo extraño

El Viajero del Alba • 𝐄𝐃𝐌𝐔𝐍𝐃 𝐏𝐄𝐕𝐄𝐍𝐒𝐈𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora