~Capítulo 25

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A lo lejos, salió a la superficie una joroba de color verde. Y pocos segundos después, el barco se sacudió bruscamente, tirandonos al suelo. Caspian me estiró su brazo para levantarme, mientras Lucy era ayudada por su hermano.

—¡Ya es tarde! —exclamó entre gritos el noble, viendo el cuerpo de la serpiente pasando junto al barco

Caspian advirtió que estaba bajo el barco, y el grito de la reina nos hizo voltear al lado contrario por donde ya se veía gran parte del cuerpo fuera del agua. Gale estaba escondida del mismo lado por el que se acercaba el monstruo.
Lucy y yo corrimos, cubriendo su cuerpo con nuestras espaldas, y cubriéndola entre las armaduras del resto.

La bestia marina emitió un grito mientra abría sus fauces, hasta que una bocanada de fuego dio directo contra ella, desconcertando a todos por la valentía del niño detrás del dragón, que se aferró con sus garras a la mandíbula de aquello.
La fiera se sacudió buscando soltarse del dragón, arremetiendo contra el barco y rompiendo algunos lamparones en el intento.

La bestia volvió a chillar, moviéndose de un lado al otro de forma brusca. Tirando a Eustace violentamente por sobre nuestras cabezas directo al lado contrario del barco.
Pero antes de llegar al agua, tomó vuelo, volviendo a ir contra la serpiente. Esta vez, tomó al dragón en su boca, y lo estampó contra una piedra en medio del mar. Y aunque estaba débil, se defendió con otro rugido de fuego en la cara, incendiandola.

La bestia tenía la cara en llamas, mientras sacudía su cuerpo entre gritos, hasta que se hundió en el agua, apagando el fuego.

Eustace seguía echado sobre la piedra, débil por los golpes que acababa de recibir.

—¡Largo criatura! —gritó el viejo loco arrojando la espada contra el dragón

Caspian empezó a gritar, lamentándose por la espada que acabábamos de perder. Mientras yo me lamentaba por el dolor que estaría sufriendo el chico, teniendo el arma clavada en su lomo.

—Vuelve, yo puedo curarte —grité a todo volumen intentando que me oyera

Sin embargo, el animal volador se alejaba en la oscuridad de la noche hasta que dejamos de verlo.

El barco giró bruscamente, haciéndonos perder el equilibrio. El demente estaba tomado del timón, mientras los soldados intentaban sacarlo de allí, antes de que Drinian lo golpeara por detrás, haciéndolo caer inconsciente.

Los marineros fueron enviados a remar, porque no soplaba el viento. Pocos minutos después comenzamos a avanzar, intentando salir de aquellas aguas oscuras.

La serpiente entraba y salía del agua , salpicando hacia la cubierta.
De repente, saltó por encima del barco, dejando un gran hoyo en la mitad del navío donde comenzó a entrar toda el agua que se salpicaba a los costados, y  haciendo que se desequilibré.

Tomé a Gale de la mano, y la arrastré hasta la oficina de Caspian. La niña no dejaba de gritar ante cada mueble que caía a nuestro paso.

—Quedate aquí, y no salgas hasta que alguien venga por tí —le dije dejándola sentada en el rincón más alejado de la habitación, antes de salir corriendo a la cubierta

Desde las escaleras, pude ver a la serpiente, enroscada con fuerza al barco, haciendo crujir las maderas.

—Tenemos que enbestirla, la aplastaré en las rocas —escuché el grito de Caspian por sobre mi cabeza

Edmund estaba del otro lado del cuerpo. Agitado y mojado por toda el agua que entraba.

—Giren a babor, yo la mantengo en la proa —le gritó

Lo vi salir a correr hacia el frente del barco, lo llamé a gritos pero no me escuchaba, así que saqué la daga que tenía en cinturón, usándola para treparme y cruzarme del otro lado.

Esquivé algunos soldados, pero al querer subir por la escalera, 2 manos en mi cintura me bajaron a cubierta.

—No se te ocurra subir, él solo puede —me dijo Marcel antes de salir corriendo a detener la caída de Iñaki por uno de los agujeros

Me apoyé a un costado del barco, intentando mirar a Edmund. De repente una luz salió desde la decoración de la boca de dragón, directo al rostro de la bestia marina,  atrayendola al frente del navío.

La serpiente abrió sus fauces huesudas, y se abalanzó contra Edmund, llevándose un trozo de madera del barco.

Lo perdí de vista y me lancé de rodillas a llorar, viendo hacia el hueco vacío en donde se encontraba minutos antes.

Pero lo vi aparecer, escalando por lo que aún quedaba, y enfrentándose cara a cara con la criatura.

El Viajero del Alba • 𝐄𝐃𝐌𝐔𝐍𝐃 𝐏𝐄𝐕𝐄𝐍𝐒𝐈𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora