Capitulo 3

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La luz mañanera, que atravesaba la ventana por el minúsculo espacio que dejaba la cortina al no cerrarla correctamente, pegaba directo a los ojos de Yibo. Juntó el entrecejo debido a la molestia y arrugó la nariz al sentir algo entrar por los orificios de esta, provocando incomodidad.

Intentó moverse para darle la espalda a aquella luz pero el peso en su brazo izquierdo y algo debajo del derecho, se lo impedía.

Abrió los ojos sorprendido y pudo observar el pedacito de espacio por donde la intrusa luz llegaba. Bajó la mirada y se topo con un bulto negro, el cuál presionaba su brazo y era el culpable de su adormecimiento y de la picazón en su nariz.

Aquel bulto, inesperadamente, se dio vuelta, dejando ver un rostro extremadamente angelical. Una nariz pequeña separando a dos grandes párpados al final de los cuales desprendían negras y largas pestañas. Arriba de estas, frondosas y formadas cejas. Labios, entre una combinación de rosa y rojo, semi entreabiertos y un poco agrietados debido a la falta de humectación; y embelleciendo aún más aquel angelical rostro, un hermoso lunar pequeño del lado izquierdo en la parte inferior de sus labios.

¿Rostro?

Su cabeza le daba mil vueltas y parecía haber sido aplastada por toneladas de cemento, metido en una licuadora y usada de pelota de fútbol.

Llevó su mano libre a su rostro y la arrastro por ella. ¿Qué diablos había hecho la noche anterior? ¿Cómo es que terminó con un chico en su cama? ¿Xiao? ¿Cómo estaba Xiao? Desde la mañana anterior no lo había visto y seguramente estaba muriendo de hambre y sed. Sacó su brazo de debajo del chico con cuidado y se levantó de la cama suavemente para no despertarlo, ya cuando lo hiciera por sí mismo le preguntaría por lo ocurrido; pues su cabeza no estaba lista para recordar sin provocarle dolor.

Salió a la sala y llamó a Xiao sin recibir respuesta. Busco en el baño, dentro del que había en su habitación, por la cocina, en la ventana donde le gustaba pasar sus tardes mirando el cielo, revisó cada lugar y espacio que había dentro de su departamento y no lo encontró.

Su corazón comenzó a doler y sus ojos a nublarse, Xiao jamás salía de la casa y si lo hacía era en su compañía. Ya las personas del edificio y los lugares cercanos a el, se habían acostumbrado a verlo en compañía del ave. Si no lo encontraba, lo más seguro era que había escapado, pero no podía comprender el porque lo hizo si durante tres años no lo había hecho. Tal vez se canso de ver a un patético chico culpable de tres muertes.

Entró a su habitación nuevamente y encontró al muchacho sentado en la cama sobándose los ojos, aún somnoliento.

_ No se que haya pasado anoche pero lo lamento y por favor vete de mi casa. - por su cabeza solo pasaban las maneras en las que podía encontrar a su pequeña ave. Quizá aún estaba cerca del lugar.

El muchacho miró al castaño atento, parecía decaído nuevamente. Odiaba ver esa mirada triste en él, su humano era el ser más bueno que había conocido; se merecía toda la felicidad del mundo, aunque él no pensara lo mismo.

Movió su cabeza de un lado a otro, inclinándose hacia de izquierda a derecha, examinaba a su humano y las palabras que este decía. ¿Había alguien más en el lugar? Nunca trajo a nadie, excepto claro sus dos amigos. Siempre eran los dos y aunque se supone debería estar feliz porque tuviera a alguien consigo, el pensarlo lo desanimó.

_¿Quieres por favor irte?

El muchacho miró al rededor del cuarto buscando a la otra persona pero no logró encontrarla. Volvió a posar la vista en su humano y vio que este lo miraba como si esperara algo suyo.

_Maldita sea Xiao ¿dónde estás? - dijo Yibo para si, entrelazando sus manos detrás de su cuello. Sonaba frustrado.

¿Por qué preguntaba por él? Estaba justo frente a él, en la cama donde últimamente le gustaba esperar a su humano, luego de que saliera de ducharse. ¿Es que no lo veía?

Mi persona [ Yizhan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora