C I N C O

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El pelirubio observaba la casa con detenimiento

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El pelirubio observaba la casa con detenimiento. Era tan lujosa y moderna al mismo tiempo. No se comparaba en nada con la suya.

Las puertas estaban hechas de una madera fina, el suelo era tan brillante que servía de espejo, las paredes eran de un color crema en las cuales el joven no dudó en pasar su mano para comprobar que lo que veía no era un sueño.

Soyeon que le estaba enseñando su mansión se cruzó de brazos y lo miró confusa.

—¿Qué haces? ¿Buscas una entrada secreta?

BangChan se alejó de la pared y se acomodó su mochila sobre el hombro, agarró su maleta y siguió detrás de Soyeon. A esta le dificultaba un poco tratar con este hombre, ya que durante el transito solo abría la boca de par en par por el asombro.

—Deberías cerrar la boca, te puede entrar una mosca —dejó caer sus brazos alrededor de su cuerpo y bajó las escaleras que daban camino al patio.

—¡Oh! —retrocedió asustado. ¿Quién no? Si a pocos metros de su posición tenía un enorme perro— No me dijiste que tenías una mascota.

La peliplatinada se acercó a su mascota y le acarició la cabeza ignorando por completo el miedo de su nuevo guardaespaldas.

—Tampoco somos grandes amigos. A penas me viste me amenazaste. Debería tirarte a mi perro para que te muerda, pero no lo haré porque se que no tienes buena carne.

BangChan pestañeo varias veces indignado. Estaba ofendido por ese comentario.

—¿Qué sabes tú si mi carne es buena o mala? A ver, ni siquiera recuerdas si nos acostamos esa noche.

—No te responderé —continuó con la exposición de su casa olvidando la afirmación de su antigua aventura.

Después del enorme patio se daba paso al comedor y a la cocina. Esta última estaba ocupada por dos sirvientas: Nora y Katie, ambas extrajeras.

—Chicas él sera mi nuevo guardaespaldas —señaló al joven que iba detrás de ella, este correspondió con una reverencia.

—Un gusto conocerlas, mi nombre es BangChan espero que nos llevemos bien.

Las chicas no le prestaron mucho atención e hicieron una reverencia con dificultad para salir de la cocina, no eran de muchas palabras.

—No les caí muy bien —su sonrisa calló hacia abajo.

—No todos pierden el tiempo pegándose a las paredes como si fueran Spider-Man.

—Nunca te han dicho que eres un poco creída —murmuró.

—¿Qué dijiste? —se detuvó en seco a penas comenzó a caminar.

—Nada. Solo decía que es una pena. ambas sirvientas estaban buenísimas—bajo y subió sus hombros fingiendo decepción.

—¡Hombres! —se resumió a decir y cogió unas llaves que habían colgadas detrás de la puerta. Se las entregó, tocando su frente y moviendo su cabeza quejosa dijó: —Tengo un dolor de cabeza enorme, tal vez deberias seguir mirando la casa por ti solo. Aquí tienes las llaves de tu habitación, esta en la planta baja—. En el mismo instante que iba a salir por la puerta se detuvó y levantó su dedo ligeramente— Por cierto, las chicas duermen justamente al lado tuyo, pero eso si, te aseguro que si intentas algo con ellas deberias hacerte pasar por un millonario y eso esta muy lejos de ser cierto.

BangChan al verla salir bufó a modo de gloria. Tenerla cerca y no poder decirle su verdadera intención era una verdadera tortura y más porque esa mujer lo tenía entre ceja y ceja. Él no sabía si soportaría eso por mucho tiempo.



La mesa del comedor era extremadamente larga, en una punta estaba la madre de Soyeon y en la otra su padre, en el medio estaba ella. Todos comían sin dejar de mirar el plato, hasta que el sonido de un celular hizo eco en la sala.

—Es el mío —habló la de menos edad de los tres.

Había recibido una notificación, decía : Song Yuqi ha subido un nuevo vídeo.

La Chica de Oro entrecerró los ojos y tocó el puente de su nariz apenada.

—¿Era Yoongi? —preguntó el padre al dejar de masticar, la mamá seguía comiendo en silencio.

—No, es un mensaje de Yuqi. Se creó un canal y sube vídeos, se ha vuelto toda una influecer, tiene muchos seguidores.

—¿Enserio? —dijó entusiasmado, eso atrajo la atención de la señora Jeon a la conversación.

—Si —asintió con la cabeza.

—Sabes hija, en la empresa estamos buscando una modelo. Alguien que sea admirada por los jovenes. Tenemos pensado lanzar un nuevo perfume que tenga encanto, dulzura, ligereza y creo que tu amiga es todo eso.

—Vaya para una vez que te interesas en las amistades de la niña tiene que ver con la empresa —reviró los ojos alizando su cabello corto hacia atrás.

—Margaret, por favor, no quiero que peleemos hoy —hizó señas con su mano.

Soyeon los miró a ambos, para ella estaba claro que su familia no tenía buenos tratos, pero le gustaba que por lo menos se llevaran bien en la mesa.

—Detenganse —se levantó de la silla firmemente y fijó sus oscuros ojos en su papá— Hablaré con Yuqi, estoy segura que le encantará la idea. Siempre ha soñado con ser modelo —.Ahora miraba a su mamá quien le daba un sorbo a su copa de vino —Mamá —mordisqueó su labio un poco pensando en que le diría— No vuelvas tarde esta noche, ¿vale?

—Vale cariño —asintió. Soyeon estaba clara que hoy sería otro de esos días en que se escapaba de la casa para irse de fiesta o jugar billar con sus amigas, puesto que las ropa que llevaba la delataba.

Caminó apresurada hacia su habitación, el lugar donde siempre se escondía y para no escuchar los gritos de sus padres al pelearse tomó la cajita de música entre sus manos y le dió vueltas a la cuerda una y otra vez esperando a que se abriera y saliera la música, pero no funcionó, ya no se dormía como cuando era niña con la música de esa caja, tal vez porque había madurado —pensó—.

La puerta se había quedado entreabierta y por ahí mismo BangChan la observaba, pudo ver el momento más sensible de Soyeon y sintió pena por ella. Él quería abrazarla, sentirla contra su pecho y que le dijera como se sentía, pero no podía, porque era un simple empleado. A pesar de amenazarla con cosas del pasado para él estaba claro cual era su lugar.




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