V E I N T I D Ó S

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Tocó varias veces en la puerta de metal esperando a que se le abriese, pero al parecer nadie se encontraba

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Tocó varias veces en la puerta de metal esperando a que se le abriese, pero al parecer nadie se encontraba.

Se sentó justo delante de esta, sobre el suelo. Dejó a su lado la bolsa con ramen y una caja de galletas hechas por ella misma.

Sacó su labio inferior más que el superior, movió sus pies esperando que llegara su amigo.

La noche calló, cansada de esperar se levantó y él venía con un montón de papeles en las manos y una pluma en su oreja.

—¿Qué haces aquí Yeong? —preguntó Félix mientras abría la puerta con dificultad.

—Quería traerte esto —le extendió la bolsa—. Se que tienes mucho trabajo en estos días y me preocupaba que no estuvieras comiendo. No es mucho, pero por lo menos tendrás algo en la panza.

—¿Por qué haces esto? —ella bajó la bolsa, desilusionada, bajó la vista—. Entra, déjalo sobre la mesa. Ahora como ves tengo las manos ocupadas.

Ella asintió alegre, se quitó sus zapatillas y dejó la bolsa sobre la mesa.

—Espero que disfrutes y que puedas perdonarme lo de la otra noche —hizo una reverencia.

—No tengo nada que perdonarte, tú solo eres la hermana de mi jefe. Se cual es mi lugar y me gustaría que no trajeras más comida, me las puedo —resopló, no quería decir lo que estaba diciendo— apañar solo.

—Como digas, no te molestaré más.

<<Hay que saber elegir entre la familia y el amor. Hoy perdí la amistad con el amor de mi vida por querer encajar con los de mi sangre. He nacido en cuna de oro, pero me siento en una cuna hecha de hojas secas>>

...

Siendo lo más silenciosa posible se metió en la habitación secreta para ver a su mejor amiga.

Ahí estaba ella, dormida como siempre. Se sentó al lado y le sacó el flequillo.

—Hice algo malo y perdí a un buen amigo. Él me gusta mucho —apretó los labios—, pero parece que yo no a él. A veces me siento como una egoísta, una tonta por seguir intentando estar con él, pero al final no llamo su total atención y ahora se que lo perdí para siempre. Siempre fuiste una gran consejera, ojalá me pudieras decir que hacer.


«2016»

Ser una pianista no es cosa sencilla. Min Yeong tuvo que prepararse desde niña para llegar a ser la estrella que es ahora.

La profesora le había indicado seguir unas partituras, pero no salían correctamente. Yeong reintentó hacerlo varias veces, pero no llegaba al punto.

—Debes seguir practicando —dijo la profesora para finalizar la clase.

Su hermana, Gaehyung apoyó uno de sus codos en el piano y le obligó a seguir practicando hasta llegar hacerlo perfectamente.

—No probarás nada de comida hasta que quede perfecto —dijo con decepción.

La menor estaba triste, no le gustaba ser regañada por su hermana y menos que la mirara fríamente como estaba haciendo. Le gustaba que le sonriera y le hablara de lo bien que le iba en su escuela, cuantos chicos guapos la invitaban a salir y el montón de vestidos que se compraba cada día por las tiendas online.

Para calmar su tristeza hizo un gran estruendo con las teclas, luego tocó con delicadeza una canción de cuna, volvió hacer el estruendo y luego la dulce canción y así fue repitiendo eso una y otra vez para sentirse mejor.

—Hola —una chica se sentó a su lado, llevaba el uniforme de los sirvientes—. ¿No te molesta que me siente aquí? —negó con la cabeza—. Puedo ayudarte a tocar si quieres.

Una sonrisa se formó en su rostro, por supuesto aceptó sin poner contras ni peros. La sirvienta había resultado ser una excelente mentora y lo mejor era que lo hacía tan natural, sin presión. Yeong admiraba su manera tan sencilla de tocar una pieza tan complicada como esa.

—Gracias —dijo finalmente cuando juntas consiguieron que quedara perfecto.

—Solo quería ayudar —tomó su mano y la acarició—. Sabes, a veces la familia puede ser dura, pero lo hacen por el bien de uno. No te molestes por ello.

—No, yo no me molesto —alejó su mano y llevó un mechón de su cabello (en ese entonces negro)tras su oreja—. Solo me da rabia no poder hacer las cosas.

—No te presiones, no es sano.


«Actualidad»

—Desde ese día nos volvimos inseparables. Te extraño mucho Jennie —susurró y luego regreso a su habitación a dormir.

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