CAPÍTULO 8

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Si antes ya estaba echa un lío ahora ya ni te cuento. Despúes del ese beso sorprendente no sabía como reaccionar, no sabía si darle otro beso o pegarle un guantazo, mierda parezco retrasada mirándole fijamente. Va a pensar que soy un tipo bicho raro.

-Y-yo... yo no debería haber echo eso, lo siento.- Se levantó de la cama tartamudeando.

No dejé que se fuera de la habitación, le cogí de la camiseta haciendo un puño con mi mano, hice que se diera la vuelta, le cogí de las dos mejillas, lo atraje a mis labios y simplemente lo besé, no se de donde saqué el valor para besarle pero lo hice. Me sentía feliz, poderosa y algo más.

Me separé de él lentamente por falta de aire, malditos pulmones que no aguantan casi nada sin aire. Apoyamos nuestras frentes juntas, las respiraciones aceleradas de cada uno era lo que nada más se oía en la habitación.

-¿Qué hacías durmiendo conmigo?- Le pregunté en un susurro.

-Es que el sofá es pequeño e incómodo para mí, así que tuve que dormir contigo, no te a molestado ¿verdad?- Dijo también susurrando y yo negué respondiendo a su pregunta.

-Creo que me tengo que ir.- Dije.- Me llevo a Beth, no quiero que moleste más.- Salí de la habitación, fui al cuarto de Clara, me asomé pero no estaban. Bajé las escaleras, se oía la tele en el salón.- Beth, nos vamos.

-Pero...- La interrumpí levantándo la mano en señal de que se callara.

-Has estado todo un fin de semana, tienes que hacer los deberes de matemáticas si no quieres que te suspendan.- Le recordé.

-Jo, ¿me los haces tú?

-Que morro tienes, pues no. Si los haces el fin de semana se viene Clara a casa.- Le chantajeo, ella parece pensárselo un poco.

-¡Si!- Aplaudieron las dos a la vez.

-Coge tus cosas, te espero fuera.

-¿No te tienes que cambiar primero?- Dijo Max bajando las escaleras. Tenía razón.- Tu ropa aún esta mojada, ven.- Me cogió de la mano,a medida que subíamos las escaleras oía murmuros, me solté de la mano de Max.- ¿Qué ha...- Le puse mi dedo índice en los labios para que se callara, le hice un gesto para que nos escondiéramos detrás de una pared que impedía que nos vieran.

-Están juntos te lo dije, me debes tres de los grandes.- Esa voz era de Beth.

-Eso no es justo, no se han besado ni nada.- Y esa era la voz de Clara.

-Si que se han besado, esta mañana los he visto en la habitación de tu hermano metiendo lengua hasta al fondo, así que me los debes.- Joder, metiendo lengua hasta el fondo, ¿pero qué... En estos momentos estoy más roja que la camiseta que llevo puesta.

-Pero las compartimos ¿vale?- ¿Compartir el que? Quisiera saber que han apostado este par de crías.

-Eso no vale.

-Pero somos familia... ¿Por favor?

-Agh vale. Dos para mi y una para tí. No rechistes que yo he ganado así que te toca eso.- Pero yo quiero saber que han apostado.

-Vale, dos de chocolate blanco para ti y una de chocolate con leche para mi ¿echo?

-Echo.- ¿Habían apostado enserio unas simples chocolatinas? Si iba enserio, normal eran niñas ¿que iban a apostar dinero? No lo creo.

-Voy acoger mi mochila.

Max me cogió del brazo y me llevo a rastras por las escaleras, no se como no me he comido el suelo. Fue hacia el armario, rebuscó algo que me quedara bien y me lo tiró todo a la cara.

-¡Oye, no soy un perchero!- Podía oír como se reía yo también me puse a reír su risa era contagiosa. No me había dado cuenta cuando tenía los labios de Max encima de los míos, valla ya iban tres veces en un día. Cuando nos separamos nos miramos a los ojos sin siquiera hablar nuestras miradas lo decían todo.- Va ser mejor que me cambie.- Dije rompiendo el silencio. Él asintió y salió para dejar que me cambiara.

Estaba esperando a Beth que se despidiera de Clara.

-Adiós, perdedora.

-¡Eh, eso no vale!

-Ja, se siente.- Mi hermana le sacó la lengua.

-Adiós.- Dijo de mala manera y subió corriendo las escaleras y se escuchó el portazo de la puerta.

-¡Beth, ves y pídele perdón ya!- Le dije enfadada, ella simplemente bufó y subió las escaleras. Esta niña lo que tarda para pedirle perdón o ¿es que era uno de esos momentos incómodos que todo te parece de lo más eterno posible? Si, si lo más seguro era lo segundo.

-Ale ya esta, ya nos podemos ir.- Nada que mandona esta echa.

-No, aún no os podéis ir.- Dijo Max.

-¿Porqué?- Pregunté confundida. Toma, otra vez, cuarto beso en un día pero esta vez no duró tanto como los otros tres, esta era más suave, más sencillo.

-Ahora si os podéis ir.- Dijo separándose con una sonrisa, él con una sonrisa y yo con una cara de boba increíblemente graciosa.

-Anda, tira que hoy ya estas bien apañá.- Dijo mi hermana arrastrándome hasta la calle.- ¡Eh, tú, despierta de tu mundo, boba.- Para tener ocho años era bastante espabilada.

-¿Eh? Ah claro, hay que ir a comprar pan.- ¿Pero que digo?

-Te ha dejado tonta el beso.- Se empezó a rír de mí como una desquiciada que se hubiera escapado de un psiquiátrico.- ¿Me compras un helado de fresa?- Dijo haciendo cara de perro degollado.

-No, me tengo que cambiar, después te compro dos helados, pero ahora no ¿vale?

-Esta bien.

Fuimos a casa, me cambié la ropa de Max por unos vaqueros, una camiseta de un tigre, unas vans y el abrigo. Y ahora a comprar los helados, menos mal que la heladería estaba cerca, no tenía ganas de caminar.

Pedí tres helados: uno de fresa, otro de chocolate y el último de nata. Nos sentamos en el banco de un parque que estaba enfrente de la heladería a comer el helado.

-¿Ahora, Max y tu estáis saliendo?

-No

-Lo que tu digas.

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