Capítulo 12

39 3 0
                                    


Trevor

Después de dejar a Bren, en la puerta de su departamento. Suspiré, para dirigirme hacia el mío que quedaba al lado. Luego de la visita a mi madre, no dejó de darle vueltas a lo que le había dicho. Sé por experiencia propia que es un poco intensa, por no decir mucho.

Mientras me dejo llevar por mis pensamientos, no me percato de que el día le dio paso a la noche. Una deslumbrante, por cierto. Antes de ir a tomar un baño, recibo la llamada de mi amigo Jeff. Él cual me invitó al bar que le gustaba frecuentar, no tuve otra opción que aceptar. Aunque era consciente que hoy estaría lleno al ser sábado.

Sin perder tiempo, me preparé y salí rumbo al Moca. Donde tuve que buscar una plaza vacía, porque el estacionamiento estaba prácticamente lleno. Por obra o milagro de Dios, pude encontrar un espacio disponible.

Al ser un miembro habitual de este bar era conocido por los guardia de seguridad, por lo que con un saludo me cedió el paso. Me dispuse a buscar a Jeff, pero por tantas personas se me estaba haciendo difícil. sin embargo, gran sorpresa la que me lleve al ver a una hermosa mujer en la barra, que se parece mucho a la causante de que mi corazón se acelere cuando se cruza en mi mirada.

Olvidando mi principal motivo de estar hoy aquí, me acerco a esta mujer, para corroborar que si es Brenda, esquivando magistralmente a todas las personas que puedo a mi paso. Cuando llegó a su lado, ella no notó mi presencia, por lo que no me quedó de otra que hacerme notar.

—¿Bren?— exclamó, mientras mi voz se pierde con la música. Se queda quieta, para después levantar su vista y, por último, sonreírme con esos labios que me incitan a besarlos.

—Hola, guapo.—murmuró, con su voz pastosa y sus ojos vidriosos por el alcohol.

—Estas ebria, Bren. Deberías regresar a tu departamento.—declaró al ver su estado.

—No estoy ebria—expuso enérgicamente.

—Claro que lo estas. ¿Con quién andas? No estarás sola, ¿verdad?—la interrogó, puesto que no concibo que esté sola tomando en un bar con tantos hombres pervertidos.

—No estoy sola. Dafne, anda por algún rincón de este lugar.

—No la veo—informo mientras escudriño el lugar.

—A de estar con algún tipo bailando. —se ríe. Hasta que algo se le ocurre—Vamos a bailar—se pone en pie y sostiene una de mis manos.

—No, lo que deberíamos hacer es llevarte a tu casa. —le propongo, porque no creo ser capaz de bailar con ella y no terminar devorando sus labios.

—Ay, qué aburrido eres. Por favor, solo un baile. ¿sí? —me pide con esa mirada que me derrite el corazón.

—Está bien, solo un baile. —declaro.

—Sí—comienza a aplaudir y a saltar de la alegría.

Sonrío al verla, pero antes de que me vea tomó su mano, para comenzar a caminar entre las cientos de personas que se encuentran a nuestro paso. Ella se dejó guiar por mí, hasta donde habían varios bailando. Me detuve en una esquina, sentí como casi choco con mi espalda.

Al girarme me acerqué a ella, y mis manos viajaron hasta su cintura, para pegarla a mi cuerpo; a la vez que las suyas se engancharon en mis hombros, puesto que la canción que colocó el dj era lenta.

Nos dejamos llevar por el ritmo relajante y suave de la música. Nuestras miradas en un momento se engancharon, y todo a nuestro alrededor parecía detenerse, mientras nosotros nos sumergimos en el ambiente cautivante de la noche.

MI DESTINO/ LIBRO 1- SERIE LOS DIOSES CASAMENTEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora