xix, estesis

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(Estesis; 

Capacidad de reacción mental y percepción

Percepción elemental y simple de una estimulación)

Ok, esto empieza suave y cremoso ¬w¬, estoy un poco nerviosa por el final pero ya está hecho... aun así sé que esto no es nada para lo que... bien, sin spoilers ;D

¡Capítulo!

* * *

A Mycroft no le importaría admitir, al menos consigo mismo, las bochornosas complicaciones que tuvo para llegar al baño una vez escuchó a su amante alcanzar la puerta, sencillamente porque resultaba ser lo menos vergonzoso en el complejo asunto. Todavía le resultaba difícil creer el poco autocontrol sobre el cual se apoyó para evitar caer en la abierta y total entrega de su inspector. En parte porque quizá no concebía el hecho del avance acelerado para con el propio sentir de Greg, y que él aún tenía la ilusión, quizá en un desperdicio de su esfuerzo, de lograr el manejo eficiente de su cuerpo al centrar la atención en el pequeño hombre.

Haciendo lo imposible en fingir un paso que no demostrara incomodidad o placer ante el roce de la suave tela contra su miembro, llegó al baño. Penosamente, supo al cruzar la puerta que el problema se detendría hasta actuar directamente sobre él. He ahí el segundo motivo de mayor bochorno, pues no hizo falta más que recordar los dulces gemidos de Lestrade e imaginarlo hincado frente a él, con su preciosa boca abierta, sollozando su nombre y rogando por su simiente para terminar. Sintió temblarle las piernas, el mundo se derritió durante un parpadeo bajo sus pies.

Y sin embargo, si Greg llegase a él rogando ser tomado, Mycroft lo aseguraría, basado en conclusiones efervescentes en exceso notorias conforme ganaba experiencia en los acercamientos o el menor roce con Lestrade, que sus ánimos tardarían una palabra en levantarse. Estaba, y se opuso risiblemente a catalogarlo como otra cosa, lleno de energía, en una cantidad tal que el reducirlo a sentirse sorprendido por ella resultaría injusto o poco halagador.

¿Quién era y qué hacía Greg Lestrade con él?

Limpio y acomodado se miró en el espejo. Toparse con una tonta liviana sonrisa lo obligó a alejar la atención un par de segundos. Se recordó que un asesino corría tras ellos, también, rodeados de oficiales, en cualquier momento podrían ser descubiertos si alguno accedía a la fuerza; pensó en Sherlock, su palidez casi enfermiza la última vez que se vieron, el todavía desconocido —posible amenaza a pesar de las evidencias— John Watson; la viruela, su hogar incendiado y cómo es que pediría la mano de su inspector... de acuerdo, tal vez eso no tuviera comparación con el resto, aun sabía que tampoco sería sencillo.

Luego del simple recuento volvió el rostro al frente. La sonrisa no desapareció. Greg se le antojaba una estrella cuya fuerza de atracción lo arrastraba a orbitarlo únicamente a él, de todas las negativas que hubiera pensado tener, al parecer, le faltaba el impacto provocado por Charles para caer en el lugar que aparentemente fue resguardado con celo hasta su llegada. Y no había una sola cosa que pudiera hacer en busca de rechazarlo.

A modo de recompensa, la intensidad de su calidez le otorgaba toda aquella inusitada energía, su luz le hacía ver con una mejor perspectiva mientras que su vida, entregada tal como el delicado cuerpo caía entre sus brazos, le permitía amoldar la suya en base a una emoción a la cual le faltaba revelar siquiera un ápice de sus secretos. Y no había una sola cosa que quisiera hacer para rechazarlo.

Nada cambiaba aun cuando todo lo hacía.

Entró al pequeño estudio para descubrir un nuevo paquete de hojas, prometiéndose agradecer el gesto continuó con su trabajo, esos informes, peticiones, demandas, reclamos y demás no iban a escribirse por arte de magia. Con toda aquella nueva animosidad, parecía incluso que la perspectiva del trabajo acumulado menguaba significativamente su peso. La cuestión saltó de improviso en su mente, ¿desde hacía cuánto no disfrutaba de su trabajo, tomándolo como algo que realizaba por deseo y no por obligación? ¡Él fue quien inventó el puesto! Necesitaba con urgencia volver a enamorarse. Cada renovada sensación asintió en acuerdo.

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