iii, necesidad muda

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¡Ya recordé por qué era importante aclarar la cosa del capítulo anterior! Sobre que al principio me basaba en los personajes del canon, lo siento, son demasiado torpe y olvidadiza para las palabras XD. ¡Las alturas! Por su puesto, ¿cómo pude haberlo olvidado? Las medidas de Greg y Mycroft se basarán en el resto de la historia en las medidas descritas en los libros con un aumento/reducción que mi mente enferma ha decidido poner/quitar en estos dos. No me arrepiento de nada, ya lo he dicho, y en ningún momento de la historia escribí alturas exactas, tampoco voy a hacerlo en las notas, solo voy a reducir el asunto a decir que;

La altura mínima para entrar a la fuerza policial era de 1.70, y en el PDF que tengo del caso "El interprete griego" (el que una vez te conté que es una traducción muy mala), dice que Mycroft es más alto que Sherlock, entonces saca tus propias conclusiones. En definitiva estoy poniendo en todo esto un toque mío sobre mi amor hacia las shipp compuestas por hombre grande/hombre pequeño, pero, de nuevo, no me arrepiento de nada, y tampoco será tan exagerado... ¿o tal vez lo sea? Si has leído las historia antes de que la borrara en tumblr ya sabrás decirme asdfghjkl XD

De todas formas, sí, lo dejaré así...

¡Capítulo!

* * * 

Mycroft Holmes evitaba saber el nombre de aquella fuerza empujándolo a continuar, insistiendo en hacerlo regresar al hospital en donde ingresaron el detective inspector Lestrade. No gastaría energía negando el hecho de que algo sucedió cuando sus miradas se conectaron antes de que el pequeño hombre fuera llevado lejos de Pall Mall, desde luego, describirlo exactamente causaría muchos inconvenientes. La prioridad en ese momento iba a enfocarla en averiguar las probabilidades de obtener más, aunque de pensarlo un poco el número parecía bastante reducido.

Como cada día pasado, pese a la insistencia de aquel algo, dada la reticencia del inspector Gregson de no permitirle ver a Lestrade, le pesaba sobre el pecho el error que cometía al creer que en su última conexión entre él y los grandes ojos castaños hubo un extra aparte de la gratitud por haberle salvado. Tal vez después de todo haya sido una creación de su mente adormecida.

Un error del que seguramente se avergonzaría y arrepentiría a partes iguales. Bajo la influencia de tales emociones se veía incapaz de decirlo de manera objetiva, pero de ser el caso, su corazón no podría soportarlo. De alguna forma lo único aprendido hasta ese punto, recordando sus acciones al recibir el sincero agradecimiento y —en definitiva— el haber sido confundido con un ángel, consistía en lo débil que llegaba a sentirse frente a esa voz, esa mirada. Y aún se mantenía terco a la fácil aceptación de arbitrarios e inalcanzables sentimientos. Admitiría algunos aspectos, el resto aún requería de un análisis profundo, sin importar el resultado de uno, la conclusión del otro apenas significaría la derrota.

Para empezar, evitaría cometer el mismo error dos veces.

Mas el hecho de que siguiera insistiendo en regresar al hospital, poco decía a favor de su razón. Muy a pesar de haberse dado cuantas excusas se le hubieran ocurrido, no importa la cantidad de veces que se repitiera "solo quiero saber su estado" o "una visita para asegurarme de que se encuentre bien, y será el fin". Sabía a su corazón un torpe, teniendo a las primeras barreras destruidas tras la simple contemplación a los orbes castaños, haciendo un claro contraste de su mente que en cambio procuraba mantener fría y calculadora. Así pues, amén a su lógica congelada, aún si le desagradaba en muchos sentidos, el verdadero significado reflejaba que "una vez" significaba "muchas" y que "ver cómo se encuentra" equivalía a "quiero verlo de nuevo".

Innumerables veces llegó a preguntarse si en verdad —después de tantas precauciones enmascaradas de soledad— llegaría a ser tan fácil hacerlo caer. A pesar de esforzarse en negárselo, la respuesta, si bien dolorosa, consistía en un firme asentimiento. Si pudiera llamarlo suerte, disponía de la necesaria lucidez de contenerse y hacerse saber que no importa lo que pudiera o no sentir, si Mycroft llegase a hacer un movimiento nada le aseguraba que el pequeño hombre no haría algo en su contra. Aquel atisbo bien pudo ser producto del dolor en el inspector o una ilusión derivada de su insomnio.

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