4 | EL SASTRE

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Vio a Zayn y Harry entrar a la casa del sastre más conocido en la ciudad. Habían hecho un largo viaje de unas horas al centro para tratar unos temas, y además estaban de paso con el sastre, el señor Kemial, quedando en que ese día sacaría nuevas medidas para unos trajes que usarían en una junta en donde los hermanos estaban involucrados. Un tema más político que social.

Louis sonrió. Si un lobo sonriera viendo a una oveja, esa sería la descripción de la sonrisa de Louis.

Harry fue el primero en bajar del carruaje, seguido de su hermano pelinegro. Entraron al lugar luego de pagar el pasaje, y mientras Liam se distraía saludando a una conocida que estaba de paso hasta llegar a la tienda de perfumes que estaba un poco más adelante.

Louis relamió sus labios, tocó su mentón, y arregló su cabello. Miró a su medio hermano de reojo, y luego, simplemente, aprovechando la oportunidad, se escabulló hasta el otro lado de la calle.

Harry le llamaba la atención de una forma casi macabra.

Parecía tan tierno, como alguien a quien puedes corromper, y no se equivocaba. Así era Harry, alguien muy tradicional y correcto. 

. . .

Harry se quedó algo pasmado cuando el sastre que salió hace unos segundos a buscar cinta, le habló desde el otro lado de la puerta cerrada y le pidió desnudarse.

Pero no lo cuestionó, era su sastre de confianza, el hombre al que le confiaba su vestir, y además era un buen amigo.

Harry hizo lo que le pidió, y por un momento el otro casi se apodera él, el Harry al que él mantenía dormido. Se quedó admirando su cuerpo frente al espejo, y estaba complacido por lo que veía. Si no hubiera conocido a Diana, posiblemente sólo se hubiera amado a él mismo.

—Si no se siente cómodo, puede cerrar los ojos, mientras yo le tomo las nuevas medidas—dijo el hombre del otro lado de la puerta.

Harry sonrío. No lo admitía, pero le encantaba ser admirado, le encantaba ser el centro de atención. Ja. Aún habían cosas de Harry que no todos conocían, ni siquiera su propia prometida y futura esposa.

Pero compendió que debía ser el Harry que todos conocían, y siendo "correcto", como siempre se mostraba, cerró los ojos, aunque ya de por sí todo era raro. Era la primera vez que el sastre le pedía algo tan extraño.

Entonces la puerta se abrió de a poco, justo como algo terrorífico. Harry escuchó como los el hombre se acercó a él, pero había algo distinto en sus pisadas. Quizá si hubiera sido Niall, quién tenía el oído mucho afinado, hubiera sabido que no se trataba del sastre que él conocía.

— ¿Y por qué este nuevo método?—pegunto Harry, sintiendo como la cinta métrica se posaba en su espalda, midiendo el ancho de sus hombros. 

Una corriente extraña, un cuerpo extraño.

Soltó un suspiro, sintiéndose extraño.

—Para que no haya fallas en la confección—respondió cerca de su oído.

Harry volvió a suspirar. Algo andaba mal.

—pero usted nunca se equivoca—Harry pareció contraatacar.

El hombre se movió delante de él, y le rodeó la cintura con la cinta métrica, aunque más parecía un juego de posesión, en donde Harry era el sumiso.

Definitivamente algo andaba mal.

Entonces el sastre soltó una risilla, y Harry pudo conocerlo.

EL VUELO DE LAS GOLONDRINAS | FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora