13 | "LO SIENTO, DIANA"

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Sintiendo sus manos heladas debido al clima de fin de año que se acercaba, Harry decidió que era hora de regresar.

Diana estaría más tranquila, fingiendo estar bien, y su padre ajeno a todo aquello, debía estar dormido o quizá aún aún el despacho de su hogar, revisando cuentas.

Cuando el carruaje lo dejó fuera de la casa, no tuvo más remedio que tocar, y una de las mucamas lo recibió rápidamente, y es que la mujer había escuchado a la duquesa Diana enojada encerrandose en su habitación, y el hijo de su señor, salir de la casa de prisa.

—Joven amo—

—Harry, Ericka—

La mujer le mostró su sonrisa y se rectificó—Harry, adelante—Dejó paso en la puerta, y Harry se apresuró a entrar, para no sentir más el frío y la nieve que comenzaba a caer.

La primera nevada de fin de año, siendo quincena de diciembre, esa vez, la nevada se demoró en llegar, y cuando llegó, llegó de sorpresa, o al menos así lo sintió Harry, había olvidado que tenía que nevar para fin de año.

— ¿Le preparo algo de beber, Harry?—

Él negó—es tarde, Ericka. Ve a descansar—

La mujer quiso objetar algo, pero él volvió a negar, y ella, sonriendo, hizo caso, saliendo del salón en dirección a uno de los pasillos de abajo.

Harry se quedó ahí, caminando en círculos por un momento. El salón estaba iluminado a medias, y gobernó entonces el silencio.

Cansado de tanto matar su mente, decidió subir a la habitación individuales que su padre le había dado, porque el mismo Harry pidió que Diana y él estarían en cuartos separados, y Diana no se opuso, sin saber que Harry había estado pensando en aquello que los llevó a esa discusión.

Subió las escaleras sin ganas de subirlas. Él simplemente quería arrastrarse hasta su cama, y dormir un largo rato.

Abrió la puerta de su habitación y un sonido lo alarmó, llevó su mano al pecho cuando vio a una figura sentada en el sillón de la habitación, justo frente a él, a un costado de su cama.

— ¿Es que soy feo acaso?—preguntó Louis.

Harry frunció el ceño, y sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, pidiendo ver perfectamente la figura sentada de Louis, aunque eso mismo le causó escalofríos— ¿Qué haces aquí en medio de la oscuridad?—

Silencio. No se podía ver la cara de Louis, pero Harry podía verlo al menos en su cabeza, con esa sonrisa espeluznante.

—Tenía que venir a salvarte—Contestó, sin moverse nada, manteniendo su mirada intensa en medio de esa oscuridad.

Y se alegró de que Harry no no preguntara "¿Qué estás haciendo aquí en la capital en la casa de mi padre?", si no "¿Qué haces aquí en medio de la oscuridad?" Sin tener problemas de que Louis estuviera en su habitación.

— ¿Sabes lo que ocurrió?—Preguntó confundido, y hasta sorprendido.

—lo puedo deducir. Lo deduje desde que me contaste los motivos por los cuales venías a ver a tus padres—habló despacio—Alista tus cosas, nos regresamos mañana—

Harry parpadeó muchas veces, sin captar bien el mensaje.

—Hablé con tu padre y con Diana—

— ¿Con mi padre y con Diana? Espera ¿Tú hablaste con mi padre?—

—Sí sí, lo conozco desde hace unos años, por mi padre. Se puso feliz al verme y saber que alguien tan "elocuente y divertido como yo" sea amigo de sus hijos, de ti en especial. Eso me hace saber que tu padre tiene un concepto muy aburrido de ti. Y es una pena que tu madre no esté en el país. Deseaba tanto verla—hablaba encantado.

EL VUELO DE LAS GOLONDRINAS | FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora