CAPÍTULO 8: UNA DEMOSTRACIÓN DE PODER.

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SKALA TRATÓ DE CALMARSE, de raletizar el latido de su corazón y tomar una larga respiración, pero antes de lo que fue consciente ya estaban caminando las escalinatas de mármol del Gran Palacio. La pelirroja no paso por alto el hecho de cuan diferente era aquel lugar al Pequeño Palacio: donde quiera que mirara veía mármol y oro, altísimas paredes de blanco y azul pálido, relucientes araña de luces y criados vestidos de librea.

Pero había algo agotador en tanta belleza. Y Skala sintió un sabor amargo en la parte posterior de su garganta. Siempre había asumido que la pobreza que rodeaba al Primer Ejército y al pueblo de Ravka se debía a La Sombra, pero mientras atravesaban un jardín con árboles decorados con hojas de diamante, no estaba tan segura de eso.

La sala del trono tenía tres pisos de alto, y en cada ventana relucían las águilas de oro. Muchos hombres relucían trajes con insignias en su pecho y las mujeres vestían relucientes vestido de seda líquida con mangas abuchonadas. Flaqueando el pasillo se hallaban los Grisha dispuestos según distintas keftas.

Skala se sintió un pato de otro estanque en aquel momento, a diferencia de El Oscuro, el cual, se movía con una entereza digna de un ser superior.

El silencio cayó y la atención recayó sobre los tres que caminaban hombro con hombro hasta el trono. El Rey se enderezó, tensó por la emoción. Skala se permitió escanearlo debido a que su expresión de asco era recubierta por la tela color plateada; parecía de unos cuarenta y tantos, esbelto, de hombros redondeados y ojos acuosos. Cuando El Oscuro detuvo su andar, las dos jóvenes hicieron lo mismo. Alina fue la primera en sacarse el gorro, y con el, la tela dorada, Skala imitó su accionar un poco más rezagada.

—Su alteza, moi tsar— dijo El Oscuro. —Alina Starkov, Invocadora del Sol— presentó a la más pequeña en estatura primero. Giró sus ojos grises hacía la pelirroja —Skala Radajok, Invocadora de Poder.

Se oyeron murmullos entre la multitud. Y Skala clavó sus ojos azules con intensidad sobre El Oscuro. ¿Invocadora de Poder? ¿Qué carajos era eso? ¿Porqué no le había dicho que se había inventado un título para presentarla? La pelirroja salió de sus pensamientos cuando el Rey gesticulo que se acercarán.

—¡Venid! ¡Traedlas!

El Oscuro, Alina y Skala caminaron hasta la base del trono. El Rey escudriñó a Alina, frunció el ceño y su labio inferior sobresalió ligeramente. —Es muy vulgar. — expresó.

Skala abrió los ojos notando como Alina enrojecia por la vergüenza y cuando su boca se entreabrió para lanzarle una maldición, sintió la mano del Oscuro tironearle ligeramente para dejarla más cercana a él.

Ambos compartieron una mirada. Skala dejo claro que ese viejo no le agradaba en lo más mínimo; no es cómo si él fuera un retrato sacado del mármol, era asquerosamente horrible. Cuando ojos de este se posaron sobre ella, Skala apretó los puños. —Ella es más decente...— murmuró —Particularmente alta, pero como sea, mostrarme— pidió hacia el Oscuro.

Skala intercambio una mirada con Alina y aunque pensó moverse un paso hacia atrás, la mirada que El General le envío la hizo quedarse en su lugar. El Oscuro extendió los brazos, y la sala cayo en un silencio abismal mientras sus manos se llenaban de oscuridad, remolinos de negrura que danzaban en el aire. Unió las manos con un resonante estallido y algunos soltaron gritos cuando la habitación se llenó de oscuridad. Skala presenció como su amiga comenzó a relucir digna de una lámpara de gas, solo que sin serlo.

Su luz inundó todo el lugar, alejando la oscuridad.

El Oscuro observó a Skala y deslizó su mano desnuda por sobre la suya sin vacilación. El conocido cosquilleo le recorrió de pies a cabeza, y sintió como sus manos tomaban un extraño calor. Sintió la llamada del Oscuro, suave pero persuasiva: exigía una respuesta.  La pelirroja cerró sus ojos azules con fuerza cuando sintió que algo salía de ella, como un vaso de agua derramándose sobre la mesa por estar muy lleno. La onda expansiva que le abandono movió a las personas de la sala varios centímetros hacía atrás sin llegar a tirarlos, y la bruma roja se abrió paso.

Skala abrió los ojos cuando sintió la mano del Oscuro apretar un poco más la suya. Sus ojos azules observaron con fascinación la mezcla de poderes justo allí. La luz de Alina danzante contra la oscuridad, y su propio poder rojo chispeante moviéndose en medio de ambos, creando formas y volvió el ambiente más denso.

Cuando sus manos se separaron, todo se evaporó.

La corte rompió en aplausos, el Rey aplaudía más que nadie, se alzó del trono y su expresión era exuberante. —¡Magnífico! ¡Es un milagro! — bajó los escalones de su trono y tomó la mano de Alina para besarla, lo mismo hizo con Skala, la cual, se abstuvo de hacer una mueca de asco: le había dejado algo de saliva. —¡Mis queridas muchachas! ¡Mis queridísimas! — jadeó con exaltación.

Una idea atravesó los pensamientos de la rastreadora, y aunque le pareció sumamente atrevida, la felicidad del Rey se veía un momento propicio para pedir algo. Bueno, al menos si recibía un castigo por dirigirse al Rey sin ser permitido no sería tan severo, o eso creía.  Se quedó en su lugar y cuando la mirada del regente recayó en ella, la pelirroja entre abrió los labios —Mi rey, moi tsar— se dirigió a él después de una reverencia que mucho dejaba que desear.

—Dime, querida.

La atención de los demás estuvo sobre ella. Y Skala tragó duro. Tenía que cuidar sus palabras pero la mirada penetrante del Oscuro sobre ella no le ayudaba en aquella misión. —Bueno, su majestad, sé que usted sabrá cómo volverme un soldado útil en esta guerra, pero quería pedirle si no es mucha indiscreción que pudiera considerar el enviarme a luchar junto con el Primer Ejército — declaró. La mirada del Rey dejó ver su confusión.

—¿Y eso porqué? — cuestionó. —¿No estás cómoda en Pequeño Palacio? — le dió una mirada al Oscuro que denotó la posición de inferioridad en la que lo ponía. Y Skala supo en ese momento que había metido la pata. Hasta el fondo.

La pelirroja negó rápidamente —No, su majestad, de hecho han sido muy amables, es solo que sigo siendo una rastreadora y bueno, quizás mi presencia en el Primer Ejército sea beneficiosa...

El Rey levantó su mano y Skala guardó silencio —Eso lo decidiré yo— exclamó —Por ahora, lo mejor es que te entrenes con personas que saben realmente...hay muchos en el Primer Ejército que no son capaces ni de atarse los cordones solos —se burló, y varios en la sala le acotaron para hacerle sentir que su "chiste" fue divertido. Skala apretó la mandíbula, el Rey no era mucho más aliado del Primer Ejército que El Oscuro. —De cualquier forma, el Gran Palacio está abierto si así lo deseas— apoyo una de sus manos en su hombro y la descendió con cuidado hacía su codo. La pelirroja sintió asco. El Oscuro casparreó la garganta y el Rey le palmeó el hombro con su mano libre. —¡Vamos! Tenemos muchas cosas que planear — dijo antes de comenzar a caminar. El Oscuro detuvo a Skala por el brazo y le miró. La ira era incluso algo tangible en sus ojos grises.

— Espérame en mi oficina, tenemos que hablar — dijo con rápidez antes de soltarle y comenzar a caminar detrás del Rey.

Skala compartió una sonrisa fingida con Alina y comenzó a caminar hacía la salida, ignorando la llamada de Genya y los abrazos que varios Grisha querían ofrecerle, aunque claro, dos soldados se posaron detrás de ella como carceleros personales en todo su camino hacía su habitación del Pequeño Palacio.







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