CAPÍTULO 35: UNA MUJER CON EL CORAZÓN ROTO

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AL DÍA SIGUIENTE, los planes habían sido tejidos con una calma y astucia digna de honores. A Skala no le tomó mucho tiempo averiguar dónde se encontraba Alina, y la respuesta no fue la que más le gustó: en el Gran Palacio junto a Genya. El camino hacía las habitaciones donde se encontraban fue tedioso y bajó bastante presión debido que no quería que ningún cercano al Rey la viera, lo que menos necesitaba era otra sesión de advertencias con él.

Cuando llegó a la puerta color crema, tomó una larga respiración e ingresó sin golpear. Ambas mujeres dentro se sobresaltaron por el susto, pero cuando notaron quién era relajaron su expresión. Skala elevó una ceja intentando mantener un aura neutral ante la presencia de Genya. —¿Husmear entre la ropa de la reina no se considera traición? — bromeó mientras cerraba la puerta tras de sí.

Alina lanzó una risa mientras movía la falda del vestido rosa pálido en el que estaba entraviada. Sonrió sin poder evitarlo. —Te ves preciosa— aseguró. La de cabello oscuro sonrió con timidez.

—¿Quieres probarte alguno?— la voz de Genya se movió hacía ella. Skala clavó sus ojos azules con fijeza en ella pero intentó con todas sus fuerzas que sus facciones no delataran lo que sentía con respecto a la pelirroja. No la culpaba del todo, porque aunque no quisiera admitirlo, Genya solo era un peón en una cadena de mando que comenzaba más arriba pero había notado que Alina realmente la apreciaba como a una amiga. Y muchas veces las traiciones de los amigos dolían muchísimo más que las traiciones de los amantes. —Son muchísimos, y la reina realmente no va a notar si sacamos dos para que ustedes usen está noche en la gala.

Alina chasqueó la lengua y asintió en su dirección para incentivarla. —Ademas no estará está noche, ni el Rey. Su hijo mayor será anfitrión de la velada— informó.  Skala sonrió ligeramente antes de aceptar y comenzar a caminar por el enorme vestidor. Los pasillos eran extensos y los armarios cubrían las paredes. La mayoría de vestidos eran en tonos pasteles, con muchas incrustaciones en oro y pomposas mangas, pero había otros que eran más sencillos, de algodón, seda y lino en colores brillantes.

—¿Porqué no buscas uno rosa?— preguntó Alina —Podemos ir a juego.

Skala tomó uno de aquel color y lo posó sobre si para apreciarlo. Negó luego de unos minutos.  —El rosa no me queda porque soy pelirroja — se quejó. A decir verdad no era por su color de pelo, estaba segura de que el rosa le quedaba espectacular a Genya. Pero a ella simplemente no le favorecía.

Y para esa noche, el rosa no representaba lo que quería demostrar.

La pelirroja continuó husmeando entre los vestidos mientras oía la animada conversación que mantenían Alina y Genya, por lo que pudo comprender era por el estatus de la familia real.  Movió ligeramente su mirada hacía ellas notando que la de kefta crema ayudaba la Invocadora a despojarse del vestido elegido para aquella noche. Un sabor amargo le recorrió la boca y la presión del decir la verdad sabiendo que iba a lastimar le apretujo el pecho. —El hijo menor de los Reyes no está en la corte hace años. Creo que está estudiando construcción naval o algo así de aburrido. — explicó Genya hacia Alina.

—¿En serio?— preguntó con un deje de sorpresa la de cabello oscuro. Skala se detuvo en un vestido. Genya hizo un sonido con la boca.

—Sí, y hay rumores de que no es hijo legítimo— agregó mientras bajaba la voz. Alina se atragantó y los ojos azules de Skala le lanzaron una mirada sorprendida. —De todas formas solo la reina lo sabe con seguridad — acotó mientras sacudía las manos como librándose de aquel rumor.

La de kefta crema enrollo un rizo de brillante pelo rojo en el dedo y sus mejillas tomaron un ligero color rosado. —¿Y Skala? ¿Encontraste un vestido?

WICKED SAINTS | GRISHAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora